lunes, 7 de septiembre de 2009

VIAJE AL CENTRO DE LA MENTE

Los relatos de Julio Verne acompañaron mi adolescencia con la emoción del descubrimiento de mundos imaginarios, tan bien descritos por Verne, con tanta morosidad en el detalle, que parecían reales. Veinte mil leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la tierra, La isla misteriosa, incluían un repertorio de monstruos terroríficos que contribuía a alimentar nuestras emociones adolescentes. Sin embargo, ningún viaje imaginario poblado de monstruos es comparable al pánico que puede producir aproximarse al territorio inexplorado de la propia mente.

En general,nuestro conocimiento de ese territorio se reduce a los paisajes mas trillados donde habita la normalidad, pero debajo de esos estratos existen zonas que pocos han hollado y quienes lo han hecho, han pagado su osadía con su autodestrucción, porque esos lugares son tabú y no pueden ser habitados impunemente, sin renunciar a la normalidad, incluso a la propia vida.

Malcolm Lowry –Bajo el volcán- intentó ese viaje a las profundidades ayudado por el metzcal y pereció en el intento. Márai, como un espeleólogo del alma humana, visitó las cavidades subterráneas mas ocultas de la desolación y después, optó por el suicidio. Hay mas ejemplos ilustres pero prefiero detenerme en los anónimos.

Cualquier persona corriente tiene en los estratos de su cerebro, de su pensamiento, de su personalidad, que operan de modo cotidiano en un entorno de normalidad, zonas ocultas con una capacidad terrorífica que puede rebelarse contra esa normalidad, activando sus deseos mas oscuros y ocultos.

Un monstruo mucho mas peligroso que los descritos por Verne, porque de estos puedes adivinar su forma por las ilustraciones, y pueden producirte un terror entrañable, reconocible, pero la invisibilidad, el desconocimiento de los misterios centrales de la propia mente, solo son reconocibles cuando se manifiestan a través de una conducta, con suerte, impropia, en el peor de los casos, punible.

He visto personas en la calle hablando con otras que no estaban presentes, salvo en su mente escindida. Conversaciones muy animadas con varios interlocutores invisibles. Monstruos sin forma reconocible que, sin embargo, podemos suponer que habitan ese territorio ignorado, inexplorado, plagado de misterios, que hubiera requerido hace tiempo un viaje de los científicos mas lúcidos al centro de la mente, viaje que comenzó en serio tan tarde, en el siglo veinte, que es todavía mas lo que se ignora de ese lugar ignoto, que lo que se conoce.

Es cierto que hay un mapa topográfico de ciertas zonas cerebrales relacionadas con estos o aquellos fenómenos conocidos, pero el núcleo mas misterioso, aquel que puede activar nuestros deseos mas oscuros y ocultos, a veces con un alto coste que significa, si se cede a la potencia de su impulso, abandonar la normalidad, la convivencia, incluso la vida, al parecer no tiene todavía una forma definida, ni se conoce el origen de los procesos que desencadenan a veces ciertas conductas extremas.

Si bien no hay herramientas de conocimiento que muestren con claridad el origen y los procesos que se desencadenan en los lugares mas ignorados de la mente humana, las conductas extremas derivadas de esos procesos pueden ser conducidas, hasta cierto punto, a niveles relativos de normalidad, por medio de los frutos de la investigación clínica y farmacológica.

En ausencia de esas muletas, el mundo estaría poblado por el peor de los terrores, una estampida de monstruos invisibles, procedentes del centro mas oculto de la mente humana, arrasaría las convenciones de la normalidad, haciendo imposible la convivencia. Este si que es, me parece a mi, un verdadero relato de terror.

A veces, los periódicos dan cuenta de hechos que nos horrorizan por su carácter extremo. No suelen ser numerosos, en términos estadísticos, pero cualquiera que haya intentado atisbar, solo asomarse, a los abismos ignorados de su propia mente, reconocerá el territorio donde se han originado.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 7-09-09.

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