lunes, 21 de septiembre de 2009

EL YEN Y EL YUAN

La decadencia de Occidente es un tema recurrente desde la caída del Imperio romano que dio paso al esplendor bizantino, del que declaro sinceramente que solo conozco sus filigranas decorativas, pero no esperaba encontrar un asunto como este entre los comentarios coloquiales del Maravillas. Hasta hoy.

Ha entrado un parroquiano y, después de saludar a la concurrencia, enseguida ha informado de la noticia..-- Están comprando moneda china. Ahora cuando traigan el periódico seguro que sale en primera página-- Desde los tiempos de Soros, en la prehistoria, antes del Euro, no oía hablar de actividades especulativas en los mercados de divisas. Si es cierto que los inversores en divisas se están decantando por el yuan, es que no se fían del dólar, y uno de los síntomas de decadencia de un imperio, o lo que sea, es que la gente desconfía de los papeles que circulan por el mundo financiero con su garantía.

Sabemos que las quebrantadas economías occidentales están recibiendo inyecciones billonarias a través de la deuda pública de los Estados para reconducirlas a una mayor salud, pero no está claro si se recuperarán del todo o quedaran en una situación de debilidad crónica. Es la economía china, entre otras pocas, la que está financiando ese tratamiento de choque, mediante la adquisición de buena parte de la deuda emitida, por lo que la confianza de los inversores parece que se desplaza desde la debilitada moneda de quien solicita los préstamos, hacia el poderío del prestamista.

No acabo de entender esa actitud, puesto que si los inversores desconfían de la solvencia de los deudores, tampoco deberían fiarse de los acreedores que invierten en negocios tan dudosos. Al parecer, los mercados de divisas, ya desde los tiempos de Soros, no se mueven por criterios de racionalidad sino por reacciones de pánico.

El dólar ya se vio relegado por el yen en tiempos del milagro japonés, luego devaluado al desplomarse la tramoya especulativa que lo sostenía, y ahora la economía japonesa, tan ligada a la occidental, está igual de debilitada, hasta el punto de que su particular crisis ha generado una alternancia en su política doméstica sin precedentes históricos. La emergencia del yuan como moneda fuerte internacional, aunque previsible, es una novedad absoluta, al parecer tan interesante que hasta los clientes del Maravillas se interesan por ella.

Los chinos tienen fama de ahorradores. Una economía que se basa en el ahorro, en lugar de en el consumo desaforado y en la deuda excesiva, tiene sin duda una ventaja comparativa para convertirse en prestamista mundial, así que no es de extrañar que su moneda, respaldada por una solvencia notable, se convierta en refugio de los inversores.

Lo que no está tan claro es si los deudores, los emisores de deuda para el salvamento de las economías occidentales aquejadas de los mayores excesos, están tan tocados política y militarmente, como económicamente, y si se puede interpretar su debilidad económica y financiera como un síntoma de decadencia imperial, o como un mal cíclico.

Así como en la caída de los imperios históricos, los decadentes eran arrasados por los que se convertían en los nuevos polos de influencia, en el complejo mundo actual parece mas razonable pensar en un poder multipolar, en el que la relativa debilidad de uno de los actores, no supondrá su desaparición súbita, sino una nueva distribución de poderes relativos entre todos los actores.

Esa nueva distribución de poderes tendrá que ser negociada, y dependerá de la habilidad política de cada uno que la posición resultante de esa negociación esté por encima, o por debajo, de la calidad de su economía y sus finanzas.

(Y yo que sé. A mi los chinos me la soplan. Aunque sospecho que los expertos en geopolítica andan igual de pegados que yo, la próxima vez escribiré de algo mas cercano.)

En fin. El Yen (japonés) y el Yuan (chino).

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 21-09-09.

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