Los jefes del gobierno y la oposición se han reunido en la Moncloa para ofrecer a los españoles, pero sobre todo a quienes nos miran con el gatillo del ordenador dispuesto para hacer sangre en las Bolsas, un acuerdo político que ayude a clarificar la espesa situación de las finanzas, públicas y privadas, en un entorno de crisis que se prolonga ya mucho tiempo, y que se muestra sordo a los débiles conjuros de los brujos de la política.
Nos dicen que ese acuerdo incluye dos medidas fundamentales. Una, es la ayuda a Grecia, un asunto en el que no es difícil coincidir, porque no hay alternativa. O los países europeos ayudan a Grecia para que haga frente a sus compromisos, o sí la ayudan, porque son sus propios sistemas financieros, unos mas que otros, los que soportan los activos de baja calidad griegos. O sea, si, o si. Que este asunto se haya presentado como un ejemplo de responsabilidad política por parte de gobierno y oposición, solo indica que es perfecto para tapar desacuerdos mucho mas profundos.
La otra medida, el acuerdo marco para la reforma de las Cajas de Ahorro, con un horizonte de aplicación de tres meses! --con la que está cayendo-- me recuerda el artículo que escribí en el Blog en mayo de 2.008, hace ya, nada menos, que dos años, 'Estalvis'. En aquel artículo recordaba que esa parte significativa del sector financiero, las entidades de ahorro, fue secuestrada hace mucho tiempo por los políticos, por medio de un asalto corsario semejante a los que se practican en las costas de Somalía, entrando a saco en sus estructuras de gestión hasta entonces
reservadas a los profesionales.
Consecuencia de aquellos asaltos fueron las ingerencias de los políticos autonómicos en los criterios de inversión, y una parte de sus resultados han sido, en Heliópolis, que el dinero se destinara a Terra Mítica y otros fiascos, y en Castilla La Mancha, que la quiebra de CCM debida a sus aventuras inmobiliarias haya requerido la intervención del Banco de España.
Ante esta realidad, el acuerdo para arrancar de las voraces y peligrosas manos de los políticos autonómicos, adonde nunca debieron ir a parar, las entidades de ahorro, es una prioridad financiera nacional, que no será fácil de aplicar en la práctica, pero cuya necesidad solo discutirán quienes se ocupan de la política de campanario con el dinero de todos. Plantear esta cuestión como parte de un acuerdo solemne entre gobierno y oposición, me parece oportunista por parte de Zapatero, pues son bien conocidas las reiteradas declaraciones de Rajoy en favor de la devolución de las Cajas a gestores profesionales.
Así pues, lo que se plantea como la consecución de acuerdos políticos de gran calado son, en realidad, dos cuestiones que no han requerido una discusión previa, salvo en los detalles, ¿ que pasa con lo demás? , la situación del mercado laboral, la falta de crédito en el sistema para que las empresas puedan arrancar de nuevo, la necesidad de cambiar el modelo productivo, por citar solo tres de los asuntos que exigen mas atención. Pues, para sorpresa de todos, al parecer, estas cosas no son objeto de diálogo entre gobierno y oposición.
Los acuerdos que se han presentado a la opinión, y a los especuladores, pueden ser calificados de cualquier otro modo, pero, a mi parecer son, esencialmente, insuficientes.
Y no estoy pensando, como la oposición y su compañero de viaje, el insigne imbécil que gobierna el Banco de España, repiten una y otra vez, en la Reforma Laboral. El gobierno, los sindicatos y la patronal llevan dos años mareando la perdiz con este concepto vacío. ¿Les parece poca reforma la reestructuración silenciosa que han hecho los empresarios de este país, sin necesidad de acuerdos políticos, decretos o leyes, del mercado de trabajo?. En dos años y pico han echado a la calle a unos tres millones de trabajadores, hasta rebasar los cuatro millones y medio de desempleados.
A menudo leemos las cifras de desempleo en la prensa, las escuchamos en la radio y nos las dicen por televisión, pero no se de nadie que las acompañe de unos sencillos números. Veamos, un aumento de tres millones de personas en el número de desempleados, por, digamos, veinte mil euros de coste anual por persona para las empresas, nos da la nada despreciable cifra de sesenta mil millones de euros anuales, que, por dos años, da una cifra estimada bruta de 120.000 millones de euros de ahorros en costes de personal, que son posibles porque el Estado aporta una cifra mucho menor para aquellos que tienen derecho, temporalmente, a una prestación inferior a sus ingresos en activo.
Luego está lo de las exigencias de reformar la negociación colectiva, lo del despido mas barato, etcétera. Pero, ¿que reforma? ¿Porque no explican que la mera existencia de unas cifras tan abultadas de paro actuará como una prensa sobre los salarios de los trabajadores activos, que los rebajará sin necesidad de decretos ni convenios? Conviene releer los viejos textos de Marx, aquello del ejército de reserva, y el comportamiento de los salarios en presencia de crisis como esta. Que se dejen de sandeces. La reforma laboral que reclaman Rajoy, Fernández Ordóñez y el cada día mas impresentable Díaz Ferrán, ya está en curso desde la primera vez que se escribió en la prensa diaria la palabra crisis, y avanza a una velocidad de vértigo a medida que esa crisis se profundiza.
Uno de los obstáculos a remover para afrontar los problemas políticos y económicos mas graves que tenemos en este país, es la actitud del presidente del gobierno ante una situación que ya se prolonga mas de dos años. La historia nunca se repite, pero en los círculos que traza en forma de espiral, a veces se pueden reconocer personajes históricos que, si bien están lejos en el tiempo, están muy cercanos en sus actitudes.
La actitud política de Zapatero ante la crisis recuerda fielmente la que sostuvo el Presidente Hoover en Estados Unidos, durante la Gran Depresión de 1.929, un acontecimiento que no es extrapolable a la situación actual, pero cuando Hoover repetía sin cesar en aquella circunstancia histórica en todas partes 'La prosperidad está a la vuelta de la esquina..', mientras los brokers se lanzaban
desde las ventanas de la Quinta Avenida, estaba prefigurando la actitud de Zapatero y su diagnóstico obstinadamente optimista, que no solo retrasó la reacción inicial ante un hecho que era evidente y se negaba a reconocer, sino que, ahora mismo, le lleva a confundir cualquier repunte de un dato positivo, que tiene un carácter puramente estacional, con la salida de una situación de estancamiento que, según todos los indicios, se va a prolongar durante años.
En Estados Unidos, tuvo que llegar Roosvelt con su New Deal para que se hiciera algo para enderezar la situación. Aquí, me temo, no tenemos ningún Roosvelt, ambos, Zapatero y Rajoy carecen de estatura política para confiar a cualquiera de ellos la comprensión cabal de un problema que los rebasa, y mucho menos, para instrumentar medidas creíbles, en un entorno en el que la naturaleza internacional de los problemas, en una economía global y con un sistema financiero que se ha ido de las manos, sin que, hasta el momento, haya indicios de que va a ser objeto de una reforma profunda, hace bastante complicado que las medidas puramente locales lleguen a modificar el comportamiento de los agentes económicos.
Zapatero, y también Rajoy, después de lo visto y oído, si se presentaran a un examen de mérito para presidir un país en crisis, en el que los resultados de sus gestiones respectivas al frente del gobierno y de la oposición fueran objeto de valoración, seguramente recibirían la calificación de Insuficiente.
Cada vez mas voces en este país opinan que nuestra clase política actual no es parte de las soluciones, sino de los problemas. Hace falta una urgente, enérgica y profunda renovación de los políticos actuales con responsabilidad pública, a nivel central y autonómico, con poder ejecutivo o responsabilidades opositoras, algo que, al parecer, comienza a suceder en Gran Bretaña, para restablecer una confianza cuya ausencia es la causa última de los ataques especulativos que se suceden un día si y otro también.
No son solo los números de los países los que generan desconfianza entre los inversores, sino la falta de sustancia y solvencia política entre quienes los dirigen, que afecta, claro es, a unos mas que a otros.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 6-05-10.
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