martes, 4 de mayo de 2010

RULFO

“Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento. “Ayúdame, Susana”. Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos. “Suelta mas hilo.”
“El aire nos hacía reír; juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro. Y allá arriba, el pájaro de papel caía en maromas arrastrando su cola de hilacho, perdiéndose en el verdor de la tierra.
Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío.”

La tarde lluviosa de ayer me empujó a la relectura, en un regreso a un territorio literario seguro, marcado a veces por un cierto olvido y la sorpresa de descubrir de nuevo palabras que habían quedado atrapadas en las trampas de la desmemoria. El fragmento con el que abro esta entrada corresponde a la página 18 de 'Pedro Páramo', de Juan Rulfo, de la edición en tapa dura, encuadernada en blanco, de la colección de 'El País', Clásicos del siglo XX.

Siempre que vuelves a un texto que crees conocido, te depara alguna sorpresa. En esta ocasión,intuyo una certeza, la elección de Emilio Aragón del título de su película 'Pájaros de papel', que vimos en Benidorm la pasada semana, parece tener su origen en este fragmento de Rulfo.

Juan Rulfo, el mas grande escritor mexicano del siglo XX, con ese solo libro, a mi parecer se constituye en la fuente literaria inspiradora del boom latinoamericano, que se materializó en millones de libros vendidos en todos los continentes. He buscado en Wikipedia los antecedentes de la corriente literaria del Boom y, para mi sorpresa, no se menciona a Rulfo, pero al releer 'Pedro Páramo' tienes la sensación de que Macondo, el lugar literario que se inventó García Márquez, no habría sido posible sin la existencia previa de Comala, el pueblo habitado por los muertos de Rulfo, y que toda la obra de Márquez, Vargas, Sábato, Onetti y los demás, está influida no solo por la creatividad y el estilo de Rulfo, sino también por Carpentier.

México, que dicen que se benefició del aporte del exilio intelectual español, es una fuente de buena literatura que ha enriquecido con sus grandes escritores, Rulfo, pero también Fuentes y Pacheco, el universo literario en lengua española. Este último, Pacheco, a quien en el acto solemne de entrega del Premio Cervantes, hace unos días, se le cayeron los pantalones, en un alarde de ese humor mexicano tan personal que hace de la muerte un argumento cotidiano, tuvo la sangre fría de referirse en su discurso a la causa de ese incidente, “ la cintura me venía ancha, y no me han dado tirantes.”

Una aglomeración urbana de diecinueve millones de habitantes que apenas pueden respirar entre la nube de contaminación que cubre ese espacio y tienen que andar con cuidado por las calles para que no les alcance algún proyectil perdido de las balaceras allí cada vez mas frecuentes, que ha dado escritores tan notables, pero que se cuentan con los dedos de una mano, induce a la reflexión sobre la sociedad actual.

A mi me sugiere que el nivel de excelencia en los procesos creativos en el último siglo es cosa de minorías muy selectas, a diferencia de lo que sucedía en el siglo XIX, en el que la actividad intelectual y literaria, si bien era exclusiva de las clases cultivadas, entonces mas ociosas, era practicada con brillantez por un número considerablemente mayor de individuos, mientras que en nuestro tiempo, los desmesurados aumentos demográficos de población, la dedicación de las clases cultas al oficio de hacer dinero, y quizás como consecuencia de ello, la reducción del número de aportaciones excelentes a la literatura, evocan la imagen de unas pocas flores exóticas que brotan en un inmenso vertedero.

Decía que la lluvia de la tarde de ayer me empujó hasta el estante de la librería al que me acerco cuando tengo la intención de releer algo, que contiene la colección de 'El País' a la que me he referido. Una selección entre lo mejor del siglo XX. Calvino, Borges, Moravia, Bulgakov, Conrad,--a quien dediqué una entrada anterior-- Capote, Greene, Joyce, Miller, Steinbeck, Valle-Inclán, Faulkner, Fitgerald, Proust, Chandler, Mann, Camús, Cortázar, Alberti, García Lorca, Neruda, y el propio Rulfo, objeto de este comentario; además de personajes como Freud, Sartre, Malraux, y otros que no cito, para no alargar la lista. Faltan muchos, efectivamente, pero ese fondo de armario es suficiente para vestir la melancolía de las tardes de lluvia con la sorpresa del reencuentro.

En fin. Rulfo. Hasta la próxima tarde de lluvia. De nada.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 4-05-10.

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