miércoles, 5 de mayo de 2010

L' ALMOINA

Las excavaciones en la plaza de L'Almoina de Heliópolis concluyeron hace mucho tiempo, pero hasta hoy no he tenido ocasión de visitar el resultado de ese trabajo formidable, algo mas que una muestra arqueológica, un testimonio muy amplio, perfectamente tratado y documentado de la proto historia de la ciudad, su fundación, su refundación después de ser destruida por las tropas de Pompeyo, la cuidada y rigurosa restauración de los importantes restos arqueológicos en los diversos estratos, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos, que se superponen en el subsuelo excavado, una superficie enorme que se extiende mas allá de la que ocupa la plaza.

Un complemento indispensable de la importante labor arqueológica que se muestra en estas excavaciones es el rigor y la calidad de las exposiciones y las respuestas a las preguntas formuladas de la joven arqueóloga que nos ha acompañado en el recorrido, sin cuya intervención no nos habríamos hecho una idea cabal de lo que estábamos viendo.

Gracias a la aportación de nuestra acompañante, hemos podido visualizar no solo piedras, sino modos de vida, estructuras sociales, sistemas de gobierno, costumbres funerarias, ritos fundacionales, una visión antropológica integral de las diferentes culturas representadas, en especial, la romana que, al ser vista en contraste directo con las que le sucedieron, indica con claridad que la civilización romana era poseedora de un acervo tecnológico considerable, tecnologías militares, de vías de comunicación, de arquitectura, de urbanismo y de higiene pública que, cuando el imperio romano se deshace, quedan a su vez desmembradas, sin que nada de lo que vino después, hasta la llegada de los árabes, alcance ni de lejos esa voluntad tecnológica civilizadora, esa impronta que los romanos imponían a las ciudades que creaban de la nada, siguiendo unos patrones constructivos perfectamente elaborados.

Dos pozos excavados en el estrato romano, uno circular, el otro rectangular, dan cuenta de los ritos fundacionales de la ciudad, uno el de su fundación primitiva, sobre el 138 aC, otro el de la refundación después de su destrucción por Pompeyo, unos 60/65 años después. Era costumbre entonces celebrar un banquete público y arrojar al pozo los despojos del banquete y la cerámica usada durante su celebración. La mayor parte de la cerámica de aquella época que se exhibe en las vitrinas, ha sido hallada en esos pozos.

Una prueba evidente de la sofisticación del modo de vida romano son los restos de las termas, muy bien conservados, que informan de las distintas funciones del baño público, el Tepidarium, un recinto con aguas tibias, el Caldarium, sala de agua caliente, el Lacomium, para los baños de vapor, el Frigidarium, para los baños fríos, que parecen el antecedente antiguo de los actuales SPA. Se conserva el horno de leña que servía para calentar el agua y los sistemas hidráulicos que comunicaban las distintas estancias y conducían el agua, así como los bancos de piedra que servían para tenderse y darse jabones y aceites, o para sentarse para quitárselos, una vez cumplida su función.

Toda una cultura pública del agua y de la higiene personal que desaparecería y solo volvería a resurgir con el Hammam de los árabes, para volver a desaparecer en la época oscura de la edad media. He preguntado a la guía quien frecuentaba estas termas, y si pagaban o no. Me ha contestado que los baños eran públicos, pero solo para los ciudadanos, no para los esclavos, que los hombres tenían unos días señalados para su uso, y las mujeres otros, y que se pagaba un canon para su mantenimiento, aunque ignora su cuantía.

Conviene puntualizar que, ya en época cristina, unos antiguos baños árabes, los del Almirante, cerca de aquí, se siguieron explotando por un señor cristiano, que cobraba a su servidumbre por prestarles ese servicio. (De esto me informé en otra visita a los Baños del Almirante).

Varias columnas del foro se conservan en perfecto estado, y dos tramos de las dos calles principales que atravesaban la ciudad, prolongando las vías romanas, construidas con grandes sillares de piedra, están presentes en la exposición, junto a las maquetas y representaciones gráficas que explican como era la ciudad romana, donde se puede ver el circo, de unas dimensiones de 300 por setenta y cinco metros, que estuvo situado lejos de esta plaza, por lo que no se pueden ver aquí los restos.

Si se puede ver la planta donde estuvo ubicada la basílica, el centro político originario de la ciudad, así como los restos de una pequeña iglesia visigoda, construida aquí mismo, en un estrato superior. En cuanto a la mezquita, se encuentra debajo de la actual catedral. Hay un montón de restos enterrados debajo de otros edificios en el centro histórico, pero si se han excavado, ha sido para obtener información y luego se han vuelto a cubrir.

Se podría añadir mucho mas acerca de esta gran muestra arqueológica de L' Almoina, por ejemplo hay restos de un esqueleto humano, con las extremidades seccionadas. Al parecer, una muestra dejada por las tropas de Pompeyo como ejemplo para otras ciudades rebeldes a la autoridad del Imperio y muchos testimonios arqueológicos mas, a los no me he referido porque no he conseguido un folleto explicativo y es tanta la cantidad y calidad de la información recibida de nuestra excelente acompañante, que mi frágil memoria no consigue abarcarlo todo.

Lo que si tengo claro es que esta muestra merece que se recomiende su visita. Total, solo me ha costado un euro y dos horas de concentrada atención.

Ya saben. Heliópolis. Plaza de L' Almoina (de la limosna) Días de visita. Martes a Sábado. Lo que no tengo es el teléfono para solicitar cita previa, pero si llaman al 010, seguro que se lo dan.

De nada.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 5-05-10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios