domingo, 2 de mayo de 2010

LA GEOMETRÍA DE LAS LILAS

La aglomeración cónica de la flor del lilo, que da nombre a un color, parece la expresión perfecta del carácter efímero de la belleza. La mínima duración de esa floración –-apenas quince días-- parece dotar a esa planta de una capacidad de seducción insectívora única, a través del aroma, los colores y las formas, puesta al servicio de una urgente reproducción en el breve plazo de que dispone para lograrla.

A lo largo de la vida, son pocos los momentos en los que disfrutamos con intensidad del sentimiento de estar contemplando la belleza, aunque a veces lo experimentamos en nuestro interior, de un modo personal, con independencia de la apariencia del objeto que lo estimula, porque la percepción de la belleza suele ser una impresión esencialmente subjetiva.

Al llegar, en la tarde del viernes, a la casa de la sierra, nos sorprendió la plenitud luminosa de las lilas que ocupan un macizo junto al murete de la casa , después de un año en el que la presencia de ese arbusto liliáceo pasaba discretamente desapercibida entre los romeros.

La próxima vez que volvamos, esa belleza efímera habrá desaparecido, recordándonos que casi todo lo que importa en la vida suele estar instalado en algún período breve, transitorio que, con suerte, puede repetirse siguiendo un ciclo, aunque casi siempre tiene un carácter único, irrepetible, que sumado a lo efímero del acontecimiento, solo deja en nosotros la huella de un recuerdo, a veces, conservado para siempre.

El paisaje del pequeño jardín que sigue la línea de la fachada de la casa orientada al oeste, volverá a ser el de siempre, la explosión de color de las lilas será solo el recuerdo de una breve sensación, habitada por la ausencia, como sucede con las cosas placenteras de la vida que suelen tener ese carácter efímero.

En la tarde calma de mayo, la calidad de la luz, tamizada por una fina neblina que se recuesta en las lomas mas alejadas, después de barrer los cultivos de vides que se extienden desde la casa hasta las montañas de la sierra, contribuye con una suavidad luminosa, junto a la agradable temperatura que precederá a las tormentas, a un raro momento de perfección contemplativa que tiene ese carácter único de las sensaciones que se nos antojan irrepetibles.

Hicimos bien en apropiarnos de esa sensación de calma contemplativa en la tarde de nuestro primer día de estancia en la casa, pues ayer, una tormenta previsible nos pilló en una insensata excursión a pie por los senderos de la montaña y toda el agua, de todos los mares, de todos los tiempos, acompañada de una lluvia de partículas sólidas de granizo, nos cayó encima de una vez.

Dicen que la amistad prolongada, como las relaciones de pareja de larga duración, exigen de los amigos o los emparejados una especial tolerancia hacia los defectos y manías del otro. Así debe ser, pues aunque fue un viejo amigo el que insistió hasta la fatiga para que nos metiéramos en el monte en medio de la evidencia de que se acercaba una tormenta, ninguno de los que le acompañamos le guardamos ningún rencor por ello, como supongo que el tampoco me guarda rencor a mi por el hecho de que, cuando el creía que yo volvía a por el coche para recogerlos a todos en medio de la tormenta, me quedara guarecido en la casa de un pastor, y cuando lo vi aparecer completamente mojado, con la perra en brazos, me partiera de la risa.

Las mujeres que nos acompañaban, se partían de la risa igualmente, al ver las dificultades que tenían para caminar bajo el aguacero con un solo paraguas, siendo sus estaturas algo disímiles, y al comprobar que llevaban dos kilos de barro adheridos a cada pié.

Cuando por fin llegamos al coche, al regresar a casa, hubo que deshacerse de toda la ropa y el calzado mojados y la casa parecía una lavandería, con tantas prendas extendidas por todas partes. Al acercarse unos vecinos para invitarnos a su casa, con la ropa que nos habíamos puesto mientras se secaba la otra, parecíamos muertos vivientes.Lo cómico de la situación hizo que aquel incidente de la tormenta estimulara la risa de todos y fuera objeto de comentario jocoso durante todo el día de ayer y de hoy. Un incidente que podía haber desatado las iras de algún intolerante, a nosotros nos hizo disfrutar todo el fin de semana en un tono jovial compartido.

Esa sensación, fue mas duradera que la efímera contemplación de la belleza de las lilas, seguramente porque nuestra amistad, nuestra relación , resiste el paso de tiempo, porque nos perdonamos nuestras manías, nuestros defectos, y hasta nuestras estupideces, como insistir en meterse en el monte con una amenaza de tormenta inminente, o bromear retrasando el rescate con el coche, dejando que los demás se mojen.

En fin. Sensaciones.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 2-05-10.

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