lunes, 18 de abril de 2011

APRENDER DE LOS ERRORES

Aprender de los errores, de los míos en particular, se me antoja una tarea imposible, porque mis errores están arraigados en mi naturaleza humana y modificarla, es decir, hacer que actúe de acuerdo a la experiencia por encima de las pulsiones e impulsos del carácter, el sustrato mas permanente de esa naturaleza, cuando ya está consolidado por el paso del tiempo, es un intento vano. No digamos, recomendar a otro que 'aprenda de sus errores', eso es algo que yo no haría nunca, sin que eso signifique que no le prestaría mi apoyo, en el caso de que me lo demande.

En mi opinión, no hemos de obsesionarnos con los errores, propios o ajenos, y mucho menos dedicar todas nuestras energías a no repetirlos. En lugar de volcar nuestras auto exigencias en una tarea imposible, es mas humano evaluar, no solo nuestros errores, sino nuestros aciertos porque, a menudo, esa combinación de aciertos y errores suele dar un razonable resultado.
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Si contamos con el aprecio de compañeros de estudio, de trabajo, con alumnos o profesores, que sienten como grata nuestra compañía, no importa que algún error de conducta nos granjee la antipatía, o la animadversión, de alguien en particular, porque si la mayoría de las personas con las que nos relacionamos nos aceptan y aprecian como somos, eso es un signo de que quienes nos rechazan, tal vez lo hacen porque ellos mismos no tienen una justa percepción de si mismos, y proyectan esa limitación en sus relaciones con los otros.

Ser consciente de las limitaciones del propio carácter para superar los errores en los que caemos, a veces con reiteración, no significa abandonar los esfuerzos para
equivocarnos, por así decirlo, de otra manera. El error es consustancial, creo yo, a la naturaleza humana, pero el modo de enfrentarlo, el de usarlo incluso, de una manera creativa para elevar una experiencia personal a la categoría de expresión artística, o literaria, de alcance mas universal, dignifica el error en si y lo traslada a otro nivel de experiencia humana que puede ser útil a los ojos de los otros.

No llevo la cuenta de las veces que me he equivocado en la vida, han debido de ser muchas, en el plano personal o profesional. Precisamente, porque no llevo esa cuenta, tampoco llevo la de mis aciertos, pero percibo en mi estado de paz conmigo y con el mundo, que el balance de mis aciertos y errores no ha sido lesivo con los demás, ni conmigo, y eso me permite ver la vida con ojos mas tolerantes que si la mirara con los anteojos de la moral luterana. Siempre me ha caído mejor Gandhi que Lutero. Un señor que opuso la rueca y la resistencia pasiva al imperialismo británico, debió ser mas condescendiente con el error humano, que el látigo moral de los luteranos.

Por esa, y otras razones, nunca me sentiré autorizado a decir a nadie "hay que aprender de los errores". Los errores son un componente natural de la conducta humana
y solo tiene sentido valorarlos como parte de un balance vital que es la suma de errores y aciertos, tan característicos de nuestra propia naturaleza. La gente es libre de equivocarse y acertar, casi siempre con el concurso del azar, y nadie está
especialmente dotado para vivir libre de errores, menos aún para exigir a los demás una vida sin mácula.

Es una opinión.

En fin. Aprender de los errores.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-04-11.

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