miércoles, 27 de abril de 2011

EL GRANO DE CAFÉ

"Ojala que llueva café en el campo...". Juan Luís Guerra, el músico dominicano, me parece un artista excepcional, semejante a Batiatto, por su hábito de aparecer y desaparecer de la escena pública de modo intermitente. El italiano, al parecer, gustaba recluirse en un monasterio, no se en que cueva se recluyó Guerra cuando inventó aquella insuperable metáfora erótica de la pecera. Ambos artistas tal vez tenían otras cosas en común, como el gusto por el café. El italiano del Sur por proceder del país que inventó el expresso, el dominicano por la influencia agraria de los cafetales en sus canciones.

Ahora dicen los investigadores que el café con glucosa añadida estimula la actividad neuronal. Observo los granos de café que flotan en el ron quemado con el que me enjuago las muelas y cada uno tiene un modo singular de flotar en el líquido dorado.

La gran copa transparente que contiene la carga de granos de café que surten a la cafetera nueva del Maravillas, decorada en colores cálidos, muestra una acumulación de granos aparentemente idénticos, pero cuando el molino actúa sobre cada uno de ellos, su esencia particular se combina en una suerte de fusión musical que culmina en la sinfonía aromática de la taza humeante.

Las personas, como los granos de café, tienen una apariencia idéntica, pero su grado de maduración no es exactamente igual, y el modo en el que participan de la síntesis de la vida es rigurosamente único.
(...)
Los tres hijos que nos alegran la vida son una prueba tangible de la singularidad del ser humano. El que nació en segundo lugar se echó, entre otras, una novia dominicana, como Juan Luís Guerra. Cuando la conoció estaba preñada de un amigo de la familia y mi hijo, que acababa de salir de una dolorosa relación con una chica enferma oncológica que terminó reventada por la metástasis, se ofreció como padre putativo de los dos gemelos que nacieron fruto de aquella relación ajena.

Con la urgencia del parto y la necesidad de registro civil, mi hijo le dio su apellido a los recién nacidos pero, al parecer, la chica dominicana tiene genes teutones por parte del abuelo y un carácter germánico que chocó enseguida con la tozudez latina de su novio accidental, así que todo terminó con la asunción por el padre biológico de la paternidad de los gemelos, la independencia de la madre que nada quiso saber de uno u otro novio, y un eterno papeleo que ha despojado a mi hijo de su condición de padre registral.

Desde que se hizo objetor de conciencia, mi hijo estuvo muy en contacto con el dolor ajeno, cuidando enfermos de sida en una ONG, en lugar de llevar el mosquetón cuando ya el servicio militar obligatorio comenzaba a ser una antigualla.

El dolor ajeno le acompañó desde entonces, junto a una pareja condenada a una vida breve y ahora que permanece solo, tengo la sensación de que aquellos dolores ajenos se han decantado en un dolor propio que lleva con digna resignación, pero le ha dejado un poso amargo como el líquido que es la síntesis aromática y estimulante de los granos de café, cada uno único y diferente, en su aparente identidad.

Siempre me ha parecido una persona generosa, mi segundo hijo, en su entrega desinteresada a sus parejas. Las cicatrices que ha dejado esa generosidad sin tasa en su carácter, son como medallas al mérito de haber vivido. Cada hijo, como cada grano de café, tiene su personalidad singular y única, y nosotros, los padres, sabemos apreciar esas singularidades y nos sentimos orgullosos de ellas.

La tolva que contiene los granos de café en el molino reúne en su interior toda la variedad vegetal que la naturaleza engendra. Cada grano es como una palabra cuya sustancia, convertida en polvo y sometida a la presión del vapor de la cafetera, integra una síntesis aromática que le da un fraseo particular a cada taza.

Esta entrada es como una taza de café, cada palabra es un grano que contribuye, por medio de la presión del vapor de las neuronas, a la elaboración de una síntesis que dota de unicidad a cada aportación al Blog. Esta aún está caliente y aromática. Les invito a degustarla con lentitud, recreándose en la suerte. Así es como ha sido escrita, con mejor o peor fortuna, cada día.

En fin. El Grano de Café.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 27-04-11.

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