sábado, 19 de mayo de 2012

CONCIERTO ITINERANTE

Anoche, jornada nocturna de museos abiertos, fuimos a cenar a los montaditos. Seis montaditos y dos jarras de cerveza, ocho euros, no estuvo mal. Antes de eso, participamos de una experiencia singular a la que nunca habíamos asistido. Un concierto itinerante que transcurrió por el barrio de Velluters, en Heliópolis.

Músicos de cuerda y viento, con instrumentos tradicionales, junto a 'cantaores' del cant d'estil o d'orella, acompañados del versador --improvisador, le llamé yo-- que deslizaba en el oído de quienes cantaban las estrofas improvisadas, casi siempre de homenaje a alguien, otras veces críticas, en los diferentes lugares del barrio en los que se detenían, acompañados de un nutrido público, --mas de un centenar de personas-- entre los que nos encontrábamos, digamos de observadores, mi mujer y yo.
(...)
Con el recuerdo fresco de esa experiencia, durante el paseo que dimos después de cenar, me pareció ver en el cielo de color azul tardío de la primera hora de la noche, alguno de los escenarios visitados en compañía de la trova folclórica. El interior de la ermita de Santa Lucía, que está junto al Hospital viejo, restaurada y decorada con mucho pan de oro, y el aire daliniano de su puesta en escena, con la imagen de la santa que le da nombre exhibiendo sus cuencas vacías que 'miran' a los ojos separados de su cuerpo en efigie, y la de Santa Agueda, que comparte con Lucía la jerarquía del lugar, mirando a su vez a una bandeja que contiene sus pechos cortados.

Esa visión, me sugirió que el surrealismo de Dalí está impregnado de obsesiones tempranas de un muchacho de pueblo que, hijo de Notario como fue, debió asistir a misa los domingos, y quedar impresionado con la tradición ibérica de las mas extrañas expresiones artísticas del martirio. Quizás visitó Morella también y conoció el retablo que presenta a un niño ofrecido a trozos a Vicente Ferrer, único manjar que podía ofrecer una familia pobre al inquisidor que los visitaba.

Vuelvo al concierto itinerante. A la hora señalada en la página 28 del 'Levante' del viernes, 'La València amb més 'estil'', en la que nos informamos de este singular acto, nos reunimos en la plaza de Viriato, donde se encuentra un conservatorio de música y un instituto de lo mismo, los citados músicos, los 'cantaores', el versificador dispuesto a improvisar, el jefe de aquel cotarro y el público acompañante.

La primera actuación consistió en una trova dedicada a la directora de aquel instituto musical, luego nos fuimos todos a una Residencia de ancianos cercana, donde se hizo lo propio, dedicando a las ancianas que salieron a escucharlo un cant d'estil que era un homenaje a su longevidad, que acabó con el deseo de que tuvieran un final digno. Me pareció un poco fuerte, no sabría decir porqué.

Terminada la trova a las ancianas, nos fuimos hasta el Gremio de Carpinteros, nos detuvimos allí, entramos a su salón de actos y , cómodamente sentados, se repitieron las actuaciones, con alusiones en las letras a la vieja tradición de ese gremio y su influencia en las fiestas falleras.

Luego, acudimos a la plaza del Pilar que, despejada de los monumentos falleros que la ocultan cuando solemos visitarla en fallas, ofrecía la armonía de su arquitectura, y la calma de su entorno, como si fuera una plaza florentina o veneciana. Nuevamente se emplearon allí músicos y 'cantaores' y, terminada su actuación,nos desplazamos hasta la ermita de Santa Lucía, a la que he aludido en la introducción, y en su interior se repitieron las actuaciones, con una especial dedicada al responsable de la restauración de la ermita, que tiene una página web, y en la que se celebran conciertos de música antigua.

De allí nos fuimos al Colegio Mayor de la Seda, en su interior se dedicó un homenaje al último 'velluter', experto en terciopelo, ese tejido que inundó las cortes reales de toda Europa en el siglo quince, cuando Valencia fue una potencia de exportación textil, --el Zara de la época-- quien estaba presente en el acto.También escuché un breve discurso que clamaba por la desidia de las instituciones valencianas, por cuya causa el edificio, de un valor histórico indiscutible, está amenazado de ruina, y una letra cantada dirigida a nuestra autoridad municipal para que participe mas en su restauración.

La página citada de 'Levante' incluye los nombres de los músicos, 'cantaores', versificador y organizadores del acto que describe como 'guitarrá', así que no voy a repetirlos. Solo diré que, después de lo del Colegio Mayor de la Seda, acompañamos a la comitiva hasta la Asociación de vecinos El Palleter y después de escuchar las actuaciones, nos separamos del grupo que aún continuó su ronda, antes de dar el acto por terminado.

Fue una experiencia singular, si. Después de cenar en los montaditos y del breve paseo por el centro histórico, al acercarnos a Conde de Trenor para tomar el autobús de vuelta, llegó enseguida. Una noche casi redonda, aunque no entramos en ningún museo, que acabamos de redondear al llegar a casa, en la cama.

En fin. Concierto Itinerante.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19-05-12.

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