lunes, 21 de mayo de 2012

LOHENGRIN

Transcurridos mas de cuatro años desde que inicié mi actividad bloguera y con casi 1600 entradas de lo mas variopintas, aunque predominan las cañeras, parece llegado el momento de desvelar el origen del sobrenombre Lohengrin, --aunque creo haberlo hecho alguna vez-- que no es nada casual y tiene su fundamento. Sobre todo, porque mientras lo hago descanso de dar caña a nadie.

Como en las novelas del género negro que desvelan en su primera página el nombre del asesino, diré.......

que me llamo ENRIQUE ARNAL,--por favor, no me confundan con el de la Depuradora, que se llama igual-- ejercí de Economista de Empresa y Auditor en mi vida activa y ahora disfruto plenamente de la vida aún mas activa desde que carezco de obligaciones laborales regulares.

Elegí el seudónimo de Lohengrin, hijo de Parsifal, no por tratarse de un personaje de la mitología germana del que se apropió Wagner para sus óperas, de las que a su vez se apropió Hitler para su propaganda política, sino porque ese fue el alias usado, en su etapa de preso político, por un familiar directo, que en realidad se llamó Sigfrido --otra vez la influencia wagneriana.

Ese hombre, tío carnal mío, tuvo un cierto peso  en el mundo anarco sindicalista de la pre guerra, la guerra, y la pos guerra españolas. A su vez, eligió el alias de Lohengrin por influencias de su padre, mi abuelo, Vicente Catalá,  apasionado wagneriano y anarquista histórico que acompañó en sus correrías al Noi del Sucre, y tuvo una vida novelesca y una  muerte temprana que nunca he sabido como fue exactamente.

Sigfrido, el hombre que estuvo once años en prisión, después de permanecer en la clandestinidad tres o cuatro años, ya concluida la guerra de España,  ocupó en ese tiempo la secretaría de un partido clandestino, Alianza Democrática, donde había de todo, monárquicos,  liberales, y hasta libertarios, antes de ser denunciado por un familiar próximo y acabar detenido. El uso del seudónimo Lohengrin le permitió, mientras estuvo preso, una comunicación fluida y secreta con los demás presos de su condición.

Como uno no sabe lo que le deparará el azar, he optado por considerar patrimonio propio ese alias, por si alguna vez me encuentro en la misma situación que Sigfrido.

Ese hombre, Sigfrido-Lohengrin, de conducta ejemplar, no me marcó tanto como yo hubiera querido pues, cuando yo ya era un adulto, con pocas trazas de cambiar en lo fundamental, me describió como 'una extraña mezcla de idealismo puro y pragmatismo cínico'.

Pasado el tiempo, cuando Sigfrido ya no está entre nosotros, yo sigo recordando aquella definición y la atribuyo, no sin auto justificación, a las influencias combinadas, genéticas y ambientales, de la rama materna de mi familia, poblada de anarquistas y algún cardenal, y de la rama paterna, mas dura y pragmática, que quemaba encinas en la sierra de Espadán para hacer carbón. Otra vez la dualidad, la permanente y eterna dualidad, que encuentro a menudo sin buscarla.

Queda claro, pues, que el seudónimo Lohengrin corresponde, en su origen, a Sigfrido, aquel hombre justo y moderado --los suyos le llamaban el bombero, por su disposición a resolver los conflictos con el diálogo-- que vivió tiempos muy difíciles, al que no logré parecerme y que, el día de su muerte, recibió un homenaje multitudinario, al que contribuyo ahora modestamente con esta página.

Lo he logrado. No me he metido con nadie. No he insultado a nadie. No digo que no volveré a hacerlo, pero hoy no.

En fin. Lohengrin.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 22-05-12.

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