martes, 15 de mayo de 2012

CORRALITOS

Me nacieron en una casa de un barrio popular de Heliópolis, en la época en la que el tráfico urbano era, mayoritariamente, de carros y carretas con tracción animal y los automóviles eran aún objetos exóticos. Suelo pensar que pasar del carro al ordenador, en una sola generación, es una proeza que no tiene precedentes históricos.

 Aquella casa era un bajo bastante húmedo, pero tenía un corralito donde campaban a sus anchas distintas especies aviares y montaraces. Los pavos, patos, gallinas, palomos y conejos que constituían aquella  granja urbana --algo corriente en esa época de economía de subsistencia, como en la Grecia de ahora, supongo--  dejaban el suelo del corral cubierto de una espesa pasta ácida, producto de sus defecaciones, pero el corral estaba abierto a un cielo luminoso del que descendían los cantos celestiales de las mujeres de la vecindad que, cuando aún no se habían inventado el mocho ni la lavadora se desollaban las rodillas y se deslomaban los riñones fregando los suelos, mientras cantaban canciones de la Piquer, para digerir el dolor de la ausencia de sus maridos muertos o encarcelados. Suelo pensar, a menudo, que nunca se ha formalizado el homenaje debido a aquellas mujeres heroicas.  (...)

Aquella fue, para mi, la etapa de la inocencia, no exenta de crueldad, pero si de maldad. Pese a que mi memoria infantil conserva sensaciones gratas y menos gratas, --el hedor cuando destripaban un conejo en la cocina permanece en mi recuerdo-- la percepción del cielo luminoso de las mañanas de julio ha quedado grabada en mi de un modo indeleble.

De la inocencia y la crueldad recuerdo que abatíamos a las libélulas que acudían a beber a la fuente pública junto a la casa, golpeándolas con cañas obtenidas en la cercana huerta, luego las decapitábamos, metíamos las cabezas en una caja de cerillas y las llevábamos a la farmacia, porque los mayores, esos si, con maldad, nos habían contado la patraña de que ese material biológico nos proporcionaría una recompensa del farmacéutico. 

Nosotros, aquellos inocentes, podíamos ser crueles, pero no malos, porque no teníamos edad ni conciencia para ejercer la maldad con una coartada moral, como hacemos los adultos.

 Esta evocación, viene a cuento porque he leído que el Nobel de Economía Krugman escribe ahora del corralito, y se refiere a España, una opinión que, en esta ocasión, no comparto en absoluto. Me explicaré. La expresión corralito se empleó en la crisis financiera de Argentina, hace unos años, para nombrar las medidas que impedían sacar depósitos bancarios al extranjero, y que limitaban la cantidad que podía disponer cada depositante de su propio dinero confiado a  los Bancos.

Tengo la sensación de que Krugman exagera. Ya que no forma parte directa del equipo de asesores o secretarios del gobierno de Obama, se ha vuelto un proveedor habitual de ocurrencias en los medios, como si fuera un simple tertuliano, y no se debe tomar al pie de la letra lo que dice. Es cierto que es un defensor de la política Keinesiana contra la crisis, y en esto, le acompaño, pero también es cierto que las medidas por el aconsejadas no han sido asumidas por el gobierno USA. 

Sin embargo, hay dos noticias hoy en la prensa que parecen apuntar en la dirección que indica Krugman. Por un lado, la Unión Europea va a exigir al gobierno de España que explique de donde va a sacar los recursos para reflotar el sistema financiero. Por otra parte, al parecer, Bankia, el banco cuyas dificultades han sido expuestas públicamente estos días, precisa mas de ochenta mil millones de euros para atender sus compromisos por vencimientos inmediatos de su pasivo.

No parece que la política conservadora de los recortes y la parálisis del crecimiento haya merecido hasta el momento la supuesta dosis de confianza que constituye el núcleo de los argumentos verbales de quienes la imponen, pero tampoco me parece, --es una opinión-- que una situación puntual, que se puede superar, se pueda extrapolar a la situación del país argentino cuando se impuso el corralito. 

Es de esperar, aunque no conviene esperar mucho, que los cambios políticos en Europa permitan que el Banco Central Europeo, que está para eso, escuche mas a Obama que a otros, disponga los recursos que sean necesarios para equilibrar la situación, y ponga en marcha una decidida política anticíclica que rompa la inercia del desempleo en Europa,la perversa paradoja que imponen sus políticas actuales, machacar a las economías del sur, para salvar las del norte, sin considerar que esa política, lleva a todos a una recesión continuada que, mas pronto que tarde, les alcanzará también. 

Si no se hace nada, si se continúa con las políticas actuales --esa supongo que es la hipótesis que maneja Krugman-- entonces si, es posible, incluso probable, que acabemos en un corralito, lleno de mierda. 

Nada de esto es un problema económico, en realidad. Al evocar la etapa de inocencia de mi niñez, y recordar el comportamiento de los mayores, tengo la sensación de que quienes nos dirigen solo ejercen la maldad, eso si, con una coartada moral.

 En fin. Corralitos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 15-05-12.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios