martes, 29 de mayo de 2012

TRANSPARENCIA

En el mundo material son escasos los objetos y materias primas que tienen la propiedad de la transparencia. Mientras tomo café en Ca Pepe, esperando la hora de llevar a mi nieto al colegio, miro a mi alrededor buscando elementos que reúnan esa condición, y solo reconozco las lunas de los escaparates, las ventanas de los edificios, los cristales de los autos. Nada mas.

A la Iglesia le costó siglos pasar del alabastro a las vidrieras encastradas en plomo, pero sigue con sus secretos, ahora desvelados por el mayordomo, como en las novelas del género negro. Por eso, esa palabra, transparencia, la relaciono con la escasez de esa propiedad en la naturaleza y en las relaciones entre los hombres.                                                                                               

 En boca de nuestros políticos, en particular il bel.lo Fabra, pero no solo el,  que tanto lo repiten y tantas dificultades tienen para implantarlo en sus gobiernos, ese término suena como un conjuro mágico.  Lees la prensa del día y ofrece pruebas recurrentes de lo que digo.
(...)
En la 6 de 'Levante', un titular afirma que 'El Consell oculta el coste del Open de Tenis al considerarlo 'confidencial''. Contra la transparencia en los discursos, sugerente y seductora, se opone la cruda realidad de la opacidad.


Vas a la última y el artículo de Cuervo, una combinación, a iguales partes, de broma y acidez, comenta que Bankia que anunció un beneficio de 309 millones de euros (otro ejercicio de opacidad), después de ser sometidas sus cuentas a la transparencia de los auditores, arroja unas pérdidas de mas de 3,000 millones, de donde se deduce que la transparencia, en política y en banca, no es voluntaria, sino que viene forzada desde fuera, por medio de miradas externas, únicas capaces de atravesar el muro de opacidad que, por su propia naturaleza, envuelve los asuntos del poder.

Por eso, cuando oímos en los discursos de Cospedal, Rajoy, Saénz de Santamaría, Fabra bis, todos gobernando en la actualidad, es decir, la personalización de ese poder opaco, usar la palabra transparencia, no está de mas considerar que se trata de un conjuro mágico, pura retórica sin intención verdadera de aplicarla a las acciones de gobierno.


No está hecho el poder, al menos el actual, para la transparencia, sino para la opacidad. De otro modo no se entiende el rocambolesco episodio de Bankia, las diversas y sucesivas ocultaciones de que ha sido objeto, y, tal vez, una nueva ocultación, que la desmedida cifra demandada  por su actual gestor, exceda, para curarse en salud, de las estrictas necesidades financieras de la entidad, lo que ha servido, de paso, para crear tal clima de alarma que, bajo la apariencia de la transparencia, tal vez se ocultan cosas de las que no tenemos aún ni idea.


¿Quien lo sabe?

En fin. Transparencia. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 29-05-12.

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