jueves, 3 de mayo de 2012

SIETE PECADOS

He bajado al Maravillas y, mientras tomaba café, han puesto a mi disposición dos ejemplares --dos-- de 'Levante' que, según un recuadro en primera, celebra el 140 aniversario de 'El Mercantil valenciano', su cabecera originaria. Pues nada, enhorabuena.

He desplegado ambos ejemplares a la vez, uno por las primeras, otro por las últimas y he practicado una lectura rápida simultánea de sus contenidos. Ruego me disculpen los usuarios del Blog si alguno de mis comentarios que siguen carece de la exactitud y la precisión habituales.

La Bolsa está mal, aunque no la mía, pues ayer me embolsé unos cuarenta mil euros por mi parte en la venta de un piso de propiedad  compartida. Antes de ir al Maravillas he pasado por el banco a ingresar el cheque. Yo quería comprar dólares, porque ya nadie se fía del Euro, pero mi mujer, que vio unas imágenes en la tele de unos guardias civiles rasgando un colchón de donde sacaban fajos de dólares, me ha desanimado.

Otra cosa que me ha llamado la atención durante la lectura de los periódicos es lo que cuentan que ha dicho Esperanza Aguirre, --que bruja, que mala es, no?-- al parecer está encontrando 'maravillosas partidas' (del presupuesto) para recortar. Este asunto, lo trataré por separado, me inspira la posibilidad de ligarlo con el contenido del papel que tenía preparado para la entrada de hoy, 'Siete Pecados'

A ello voy..
(...)
Releyendo las notas del libro de Arthur Rimbaud, 'Una temporada en el infierno', encuentro en la página 139 el epígrafe 'Pecados Capitales', al que he acudido con la curiosidad del profano. Mi condición de agnóstico, no seguidor de religión alguna, hace que el concepto de pecado me resulte ajeno, otra cosa es que, como todo el mundo, tenga conciencia de las eventuales conductas impropias, inadecuadas, asociales, o como quiera que se llamen las desviaciones conscientes sobre lo que la mayoría de la comunidad en la que se vive considera normal, es decir, sujeto a normas individuales y colectivas de convivencia.

La nota consultada recuerda al lector no practicante, los pecados de orgullo, envidia, cólera, avaricia, lujuria, gula y pereza, que integran el septuálogo mas famoso de la moral cristiana. Reflexionando sobre ello, no reconozco en esta lista los comportamientos políticos de Esperanza Aguirre, a pesar de que su borde media sonrisa indica claramente que ella se ha criado entre curas y monjas, con mucho aprovechamiento. Tal vez, sus actos entran mas en la categoría de la actitud dolosa contra la humanidad entera, excediendo el estrecho marco de una moral nacional católica determinada. No se.

Para atenuar esa duda, entraré en el análisis de esos conceptos pecadores. En mi opinión, de esos siete pecados, tres están relacionados con el placer. El placer de la lujuria, --compartida-- el del gusto, y el inefable placer de no hacer nada, para mi, el mas elevado de los placeres --aquí reconozco influencias budistas-- son la expresión mas placentera de la miserable vida humana.

El placer de la lujuria, si, además de compartido, es contingente, transitorio, esporádico, suele  añadir a los lujuriosos cómplices el punto de adrenalina del riesgo, que ya es rizar el rizo. Cuando tomo café con compañeras de clase y califican de sinvergüenzas a quienes practican alguna clase de infidelidad, si el infiel es varón, siempre surge la misma discusión.

Yo argumento, 'si los hombres en general, como se desprende de vuestras opiniones, somos primarios, atrasados respecto a la evolución de la mujer, poco evolucionados desde el Neandertal, conservamos todavía las pulsiones  del cazador recolector', ¿que sentido tiene aplicar a lo que parece una conducta instintiva una categoría moral?

La discusión termina, invariablemente, con la misma frase, dicha en tono displicente, 'Si tu lo quieres ver así...'

Las categorías morales, en particular la moral cristiana, son de aplicación a quienes profesen esa religión y comprendan el concepto de pecado. Los demás, no pueden ser tratados de inmorales --sinvergüenzas--
sino, en todo caso, de a-morales, pues son ajenos a esas categorías de sentimientos de culpabilidad que son los pecados.

Conozco los sentimientos de orgullo, de envidia, y, en ocasiones, me dejo llevar por la cólera, en episodios fulgurantes que tienen la misma brevedad que un fuego de artificio estallado en el aire, pero nada se de la avaricia, la acumulación, y siempre me siento mas dispendioso que avariento.

En cuanto a la gula y la pereza, para mi son inseparables de la lujuria, pues todos forman parte del universo del placer. Debe ser la hostia, ponerse ciego de ostras con la pareja cómplice, gozar de la lujuria compartida y quedarse luego tumbados a la bartola, sin prisas, ni necesidad de hacer nada. A eso me refiero con mi percepción de que la gula, la lujuria y la pereza, --por ese orden-- son tres caras de la misma figura, el placer completo.

Total, que sigo sin saber si la conducta política de Esperanza Aguirre se puede asociar, o no, a alguno de los siete pecados capitales. Otro día lo miraré, ahora he de ir a hacer las carrilladas. Jordi come hoy con nosotros.

En fin. Siete Pecados.


LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 3-05-12..

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios