Como ya he dicho en alguna página del blog, el trabajo de turista es de los mas duros que hay. Jornadas de doce horas y encima tienes que pagar tú. Para reponernos
del cansancio de ayer, la visita a la Vila Real y el bailoteo en la discoteca, hoy nos lo hemos tomado con mas calma.
Estamos en el amplio hall del hotel, dejando morir la mañana sin ningún remordimiento en los confortables sillones que acogen a los viajeros cansados. En la cafetería, sobre una mesa, está la prensa del día, le doy un vistazo y sus contenidos me sugieren la entrada de hoy.
(...)
Los nombres. La madre que parió a los americanos del norte, pues no le dan un Oscar a una película dirigida por un tal Steeve Mc Queen, cuando hace décadas que Steeve, ya saben, aquel actor mítico de 'Evasión o Victoria', subido en aquella moto, abona el cesped de algún rancho del Medio Oeste después de perder la batalla contra el cáncer.
Bueno, pues este otro tío, el director de '12 años de Esclavitud', encima británico, al parecer se ha apropiado del nombre de aquel actor americano, y nadie dice nada. Joder.
Además, El País de hoy, no puedo citar en qué página, porque el diario es del hotel y no lo tengo a mano, publica una foto de Glenn Ford, nada menos, un preso recluído durante treinta años en una prisión de USA, que ahora ha sido liberado, tras demostrarse la inconsistencia de su acusación. Pero, oiga, no dicen tampoco nada, como si no supieran que aquel galán, Glenn Ford, el de 'Gilda', aquella peli en la que Rita Hayworth se quitaba el guante como si fueran las bragas, no era negro.
Por favor, a que viene eso de expropiar los nombres de los actores famosos. No es serio.
No crean que estamos ante una costumbre típicamente norteamericana, no.
El País publica hoy la foto de Arturo Fernández, pero no es la del galán incombustible de nuestro teatro nacional, que acostumbra a decir chatina, el mas cursi, rígido y cutre
de la escena española, no, se trata del presidente de la patronal madrileña, ahora investigada por haberse lucrado con fondos destinados a formación quien, como el presidiario rehabilitado en USA, parece que se ha apropiado del nombre de un actor, aunque, en mi opinión, no ha conseguido disimular su aire patibulario.
Es justo que hayan soltado al negro acusado injustamente, pero es profundamente injusto que Fernández, no el actor, el de la patronal, no esté durmiendo en la trena, sobre todo porque llueve sobre mojado, porque se trata del mismo tipo que quedó demostrado que pagaba en negro al personal de la cafetería del congreso, de la que aún tiene la concesión, poniendo en peligro los fondos de pensiones al eludir el pago de sus cotizaciones.
La vida pública española ya está sobradamente poblada de delincuentes de cuello, dicen que blanco, a mi me parece un poco sucio, para que Fernández campe libremente por ahí, siendo, como es, un gangster, solo hay que ver su foto publicada para estar seguro, por mucho que use el nombre de un actor.
Finalmente, debo reconocer que me llamo Enrique Arnal, como el tipo que participó en el saqueo de Emarsa, la empresa que gestiona la depuradora de Pinedo, pero juro ante
el diccionario secreto de Cela que nada tengo que ver con el. ¿Que coño está pasando con los nombres duplicados?, si alguien lo sabe, por favor que lo explique vía comentarios. Tal vez se trata solo de otra coincidencia, como las que me han inspirado esta introducción a la entrada de hoy.
Terminada la lectura de la prensa, nos hemos dado un largo paseo hasta la Villa de Bennicàssim, transitando por un carril bici que reduce la distancia a dos quilómetros.
Tras ese delicioso deambular entre las arboledas y los matojos que flanquean el camino
hemos paseado por la avenida principal, hemos visitado la iglesia, Encarna ha vivaqueado entre los comercios de ropa que hay abiertos y yo me he dirigido a un bar, cafetería Eivissa, para satisfacer mis necesidades renales.
He pedido un café cortado
y me lo han servido acompañado de un sandwich de jamón, sin pedirlo. Al pedir la cuenta, 1,20, me entero de que el sandwich es cortesía de la casa. Oiga, de puta madre, si.
Luego hemos visitado el Ayuntamiento, que está en un promontorio, al que se accede por unas empinadas escalinatas. Se ve que lo han puesto en un lugar tan incómodo para que la gente no vaya a dar el coñazo.
Al regreso, después de comer en el hotel, muy bien por cierto, arross negre, con su all i oli, lomos de bacalao a la plancha, un blanco aceptable, que me ha dejado para el arrastre, ensaladas varias, piña de lata, manzana asada, tarta, helado, y no se cuantas cosas mas, creo que hicimos la siesta, pero no me hagan mucho caso porque,
con la cogorza que cogí, no me acuerdo de nada.
Después, otra vez la lectura del periódico, algo de Cospedal, creo, ya lo contaré, una cena ligera, para compensar, y mucha salsa, pasodoble, bolero, mambo, bachata, tango, rumbita y demás, en la discoteca.
Me gusta Bennicàssim, si, me gusta el Hotel
Orange, me gusta la gente de la expedición, si, con algunos hemos pegado la hebra, en particular con Pilar, aunque resulta complicado, porque está mas sorda que una tapia.
En fin. Crónicas de Benicàssim (3)
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 18-03-14.
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