martes, 18 de marzo de 2014

CRÓNICAS DESDE BENICÀSSIM (4)

Oropesa. La mañana del jueves la hemos dedicado a visitar Oropesa del Mar. Una aglomeración urbana bien distinta del lugar que visitamos hace décadas, cuando solo existía un pequeño hotel familiar junto a una de sus playas.

Ahora, un patán aventurero ha arrasado parte de aquel paisaje para instalar una gran horterada a la que llama Marina D'Or, Ciudad de Vacaciones, una extraña mezcla de ladrillos y monumentos falleros del artista castellonense Ripollés, eso si, con unos jardines primorosamente cuidados.
(...)
Según la guía que nos acompaña, una andaluza muy salada, al autor de este atentado urbanístico que incluye grandes hoteles, balneario, centro comercial, agencia inmobiliaria, un parque temático y miles de apartamentos vacíos, casi no le queda tiempo para acudir a las citaciones judiciales, de tanto pleito como tiene abierto, lo que le impide llevar a cabo sus proyectos para ampliar el complejo con una capacidad adicional para 30.000 usuarios más, lo que es un alivio para los amantes de la naturaleza, que no suelen estar en contra del urbanismo, así, en general, solo del urbanismo salvaje y descontrolado.

El bus nos traslada hasta una colina donde hay un gran edificio vacío, donde antes hubo una arboleda que formaba parte de un parque natural pero..... se quemó, no se sabe si de un modo fortuito o intencionado, lo que permitió recalificar la superficie quemada... 

Después de visitar la villa vieja , nos hemos dirigido al mercadillo, instalado en las afueras del pueblo. De esa visita me han llamado la atención tres cosas. 

Una parte de los vendedores no ha salido, quizás por una lluvia temprana inoportuna que los ha desanimado, aunque después ha lucido el sol. 

Las mujeres de buena parte de los vendedores iban muy cubiertas, algunas con unas túnicas negras de la cabeza a los piés, que solo dejaban descubiertos sus ojos. Parecían norteafricanos, marroquíes, argelinos, tunecinos?, yo que sé, tampoco distingo a un castellano manchego de un oriundo de Elche de la Sierra, o sea. 

En ningún puesto de venta de lencería, mas o menos fina, he visto el clásico cartel, como si lo ví en el mercado de Benidorm, 'Bragas, no se cambian'. Ignoro si se debe a que aquí dejan las bragas a prueba y, si no gustan, se cambian, o es que son tan delicadamente educados que no consideran necesario recordar algo tan elemental. 

Terminada la visita al mercadillo regresamos al hotel por la carretera de la costa, que ofrece unas maravillosas vistas, desde donde, en días mas claros que hoy, se divisan las Islas Columbretes.

Ya en el salón del hotel, un vistazo a un número atrasado de El País, me ha recordado una noticia relativa a la política castellano manchega, que me dejé sin comentar en otra entrada.

Cospedal. Su última proeza ha sido reducir el número de diputados en las cortes de Castilla La Mancha, con la finalidad manifiesta de deshacerse de los diputados de las minorías parlamentarias, democráticamente elegidos, para gobernar, mas aún, a su antojo, sin las molestias opositoras. 

Lees lo que hace cada día Cospedal, contemplas su torcida sonrisa, su actitud de monja pellizcadora, su lío con el mensaje simulado y diferido, y percibes que mujeres peperas las ha habido, y las hay, muy derechonas, Palacios, Rubí, Barberá, pero ninguna tan mala, pero mala de solemnidad, tan falsa y simuladora, tan pegada a las faldas de las monjas, como Cospedal...(aquí venían unos calificativos mas zafios, pero mi mujer me ha aconsejado suprimirlos, porque podrían ser interpretados como una expresión de violencia machista). 

Algo hay de irracional en mi percepción de esta mujer odiosa, pero, mi lado racional, también presente, me recuerda que, cuando no te gusta un político, cualquiera que sea su sexo, basta con no votar a su partido. Pues eso, Cospedal, no te votaría ni loco. 

Aunque, en estos tiempos, para votar hay que estar algo loco. ¿No será mejor la abstención? A ver si así revientan estos tiempos oscuros que algunos quieren que perduren, y aflora un nuevo renacimiento, no?.

El Colegio. Después de comer, dimos un paseo hasta el albergue Argentina,el antiguo internado donde estuvo Encarna que habíamos vislumbrado desde fuera, pero esta vez hemos completado la visita recorriendo sus interiores y hablando con la directora.

Encarna estuvo en ese internado nueve meses, a la edad de once años, y hoy hemos rememorado algunas de sus experiencias mientras duró aquella estancia. La revuelta del arroz con leche, cuando todas las señoritas en ciernes de aquel internado lanzaron el contenido de los platos de postre bajo las mesas del comedor en señal de protesta. O aquel otro suceso, tan íntimo, (si se entera Encarna de que lo cuento, me mata) cuando, aprovechando que una rozadura del bombacho le manchó las bragas de sangre, fingió que tenía su primer período para permanecer tres días en la enfemería, a salvo de los rigores de los exámenes que se celebraban en aquellos días.

Esto parecen historias de la puta mili, bueno, de la milicia femenina en el Frente de Juventudes, así que lo dejo ya, no sin confirmar que las instalaciones del albergue están muy bien restauradas, y que acogen, no solo a jóvenes, sobre todo cuando la Escuela de Vela está activa, sino a personas de cualquier edad. 

En fin. Crónicas desde Benicàssim (4) 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 18-03-14.

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