"¿Que les había dicho?. Son las siete de la mañana y aquí me tienen dándole a las teclas, pese a la media pastilla pro sueño que tomé anoche, que suele dejarme ko ocho horas o más, apenas seis horas despùés de haberme acostado con mi mujer en nuestro lecho común, metido en la absurda tarea de contarles, les interese o no, la crónica del magnífico concierto de música afro americana al que asistimos ayer con Lola y Antoni.
Habíamos quedado con Lola en vernos a las ocho menos cuarto en la puerta de la Virgen. A las siete treinta, nosotros estábamos ya en la plaza de la Almoina, acomodados en sendas sillas frente al escenario, guardando dos sitios para nuestros amigos y colegas. A la hora convenida con ellos, me acerqué al lugar de la cita y mi mujer quedó guardando los asientos.
Faltaban diez minutos para que comenzara el espectáculo y Lola y Antonio no aparecían, enseguida supuse que habían tenido problemas con el autobús, venían con el 31 desde el Cabanyal y la EMT cada día es más tardona, pese a que sus coches circulan a gran velocidad, dando enormes frenazos, de modo que estoy pensando suscribir una póliza de seguros para protegerme de los frenazos y seguir usando ese servicio, tan peligroso e imprevisible.
Cuando llegaron, Lola y Antoni, confirmaron que habían tenido problemas con el autobús, llegaron justo cuando comenzaba el espectáculo. El concierto estuvo francamente bien, musicalmente hablando, otra cosa es que yo tenga algún reparo sobre la personalidad de la dama del Gospel que lo protagonizó, junto a un bajo, un batería, un teclista, afroamericano, venido desde London, al parecer, pareja de la dama cantora
y un coro autóctono, el coro Alameda, que interpretaron un repertorio que podía haber sido mejorado, es una opinión personal indocumentada, no soy un experto en Gospel, pero la dama que, visiblemente, era la jefa de todo aquello, cantó lo que le dió la gana, en el órden que le dió la gana,y no cantó ni una estrofa en castellano, pese a que demostró, en su diálogo constante con el público, que lo dominaba.
Cuando terminó el concierto eran cerca de las diez de la noche, nos bajamos paseando hasta Reina, plaza Redonda,para tomar un tentempié, al final lo hicimos en Tapinería, en ese sitio especializado en paella valenciana, que por la noche pone otras cositas en el menú.
Tomamos una tapa de jamón de bellota, un queso estupendo y una bandeja de verduras que resultó sublime, por el punto exacto de los pimientos, los espárragos, la berengena, la alegría de la cebolla, en fín una fiesta para veganos, aunque nosotros no somos veganos.
La cerveza regular, solo me ofrecieron Heineken y Amstel, ¿Amstel?, ni hablar, traéme lo que quieras pero Amstel, ni se te ocurra. Lola y Antoni y mi mujer tomaron vino. Todo muy bien, a ocho euros por cabeza.
Hacía calor a esa hora en Tapinería, me desaté la bufanda y la dejé sobre mis rodillas. Como era previsible, cuando nos fuímos, me fuí sin la bufanda, a la que tengo mucho aprecio, se vé que se cayó al suelo
y quedó allí, debajo de la mesa. A mi móvil le pasó lo mismo, en el concierto, mi mujer lo recogió del suelo a tiempo, antes de marchar. No sé que coño me pasa que lo pierdo todo. Ayer perdí el décimo y las papeletes de lotería del sorteo de Nadal. Cuando fuí a buscarlas para mirar por Internet si había alguna premiada, no aparecían. Luego resultó que las tenía sobre la mesa del ordenador, las miraba, una y otra vez, sin verlas. Que cosa, ¿no?.
Total que tengo que terminar esta crónica para ir a Tapinería, a tratar de recuperar la bufanda en el local donde picoteamos, y no he escrito una sola palabra sobre los aspectos musicales del concierto de anoche.
No he traído el programa del concierto, así que no puedo mencionar los temas que se cantaron, solo puedo dar fé de la potencia, textura, de la enorme musicalidad de la voz de la dama del gospel, afroamericana, de la correcta ejecución del batería, valenciano, del guitarra, italiano, me pareció, del teclista, afroamericano y pareja de la dama del gospel. De la magnífica actuación del coro.
Pese a que la dama se esforzó repetidamente en conseguir la complicidad del público en la interpretación de los temas, lo cierto es que el público permaneció sentado sin participar de la cosa casi todo el concierto.
Solo en las últimas tres piezas, cuando la dama hizo una alusión a que ellos, los afroamericanos, cuando están en misa no permanecen sentados, sino de pié bailando y cantando, el público colaboró con entusiasmo con la dama, se vé que, hasta ese momento, no éramos conscientes de que estábamos asistiendo a una misa afroamericana, que, más o menos, se vé que eso es el gospel, canciones de misa.
De la estrella del concierto, diré que me pareció una mujer de fuerte temperamento, una mujer controladora, todo el rato dando órdenes al público, a la que, en ningún momento, le pasó por la cabeza dedicar al público ni una estrofa, ni un mísero villancico en una lengua distinta del inglés que pudiéramos entender los no anglo parlantes, ni siquiera el coro autóctono lo hizo.
Claro, era un concierto de Gospel, no te jode, ¿que esperabas?.
Pues nada, me voy a por la bufanda. A ver si tengo suerte y el camarero, en lugar de echarla al contenedor, la ha guardado para mí.
En fin. Gospel.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 24 12 16.
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