"Lo poco que sabía, lo mucho que ignoraba sobre el llamado 'Rigor Mortis', se derivaba de las tristes experiencias de muertes familiares. En el último velatorio al que asistí, del último primo que me quedaba de una de mis ramas familiares, el día que se me estropeó el cambio de marchas del Skoda al salir del tanatorio, a mi primo lo expusieron dentro de la caja, de modo que nada pude añadir a lo poco que sabía, salvo la tristeza añadida de despedirme de una caja de madera, en lugar del primo al que tanto quise, quién, en mi primera juventud, me dejó su chupa de cuero, a juego con una camisa de seda amarilla, para que bajara a la verbena de la falla de mi calle, y ensayara mi primera experiencia de ligón macarra.
Tengo la manía de intentar reducir mi ignorancia sobre cualquier cosa, un vicio que se me quedó de mi época de estudiante talludito, de modo que, cuando mi mujer me comentó el contenido de un libro, El Guardian Invisible, primera parte de una trilogía de Dolores Redondo, autora de moda rabiosa desde que ha recibido un importante premio literario, al que ha tenido acceso después de varios intentos fallidos en una biblioteca municipal, --Solo tenemos la segunda parte, llévesela, nosotros le llamaremos cuando esté disponible la primera. Nunca llamaron, después de varios intentos reiterados, sin aviso previo de nadie, ahora está en casa-- vi la aoportunidad de disminuir mi ignorancia.
Resultó que en las páginas 17, 18, 19 de ese ejemplar, editado por Destino, hay casi una tésis doctoral sobre el Rigor Mortis y, pese a lo desagradable del asunto, ha podido más mi curiosidad y ahí va el resultado de lo investigado.
"--Acérquese, Etxaide, venga aquí y quizás aprenda algo. El doctor San Martín se puso los guantes quirúrgicos que sacó de un bolso Gladstone de cuero y palpó suavemente la mandíbula, el cuello y los brazos de la niña.
--¿Que sabe sobre el rigor mortis, Etxaide?
Joan suspiró antes de comenzar a hablar con un tono parecido al que debió utilizar en sus días de escuela cuando contestaba a la profesora.
--Bueno, sé que empieza en los párpados unas tres horas después de la muerte, extendiéndose por la cara y el cuello hasta el pecho para ampliarse finalmente a todo el tronco y las extremidades. En condiciones normales se alcanza la rigidez completa en torno a las doce horas, y empieza a desaparecer siguiendo el orden inverso en torno a las treinta y seis.
--No está mal, ¿qué más? --animó el doctor.
--Constituye uno de los principales marcadores para hacer la estimación de la data de la muerte.
--¿Y cree que podría hacerse una estimación basándose únicamente en el grado de rigor mortis?
--Bueno...--titubeó Joan.
--No, rotundamente --aseveró San Martín-- El grado de rigidez puede variar debido al estado muscular del fallecido, la temperatura de la habitación o exterior, como en este caso, temperaturas extremas que pueden hacer parecer que hay rigor mortis, por ejemplo en el caso de cadáveres expuestos a altas temperaturas o que sufran espasmo cadavérico, ¿sabe lo que es?.
--Creo que se llama así cuando en el momento de la muerte los músculos de las extremidades se tensan de tal modo que sería difícil arrebatarles cualquier objeto que sujetasen en ese preciso instante.
--Así es, por lo tanto recae una gran responsabilidad sobre el patólogo forense. No debe establecerse la data sin tener en cuenta estos aspectos y, por supuesto, las hipóstasis...La lividez post mortem, para que me entienda. Habrá visto esas series americanas en las que el forense se srrodilla junto al cuerpo y al cabo de dos minutos está estableciendo la hora de la muerte --dijo alzando teatralmente una ceja--
Pues deje que le diga que es mentira. El análisis de la cantidad de potasio en el líquido del ojo ha supuesto un gran avance, pero solo podré establecer la hora con mayor precisión después de la autopsia.
Ahora y con lo que tengo aquí puedo decirle: trece años, mujer. Por la temperatura del hígado yo diría que lleva muerta dos horas. Todavía no hay rigor --afirmó palpando de nuevo la mandíbula de la niña.
--Concuerda bastante con la llamada que hizo a casa y la denuncia de los padres. Si, dos horas escasas."
Ya ven, gracias a Dolores Redondo, ya saben ustedes, y yo mismo, lo que hay que saber sobre el Rigor Mortis, aunque dudo mucho de la utilidad de todo esto, porque, si eres tú el muerto, si has palmado, ¿que coño te importa a tí el grado de rigor de tu cuerpo, más o menos serrano?."
No sé, la verdad, para que coño he escrito hoy esto. ¿Será por la manía de que no falte mi imprescindible aportación al blog, cada día, sea jueves normal, o fiesta de guardar? No sé.
Les dejo, voy a hacerme una tosta de sobrasada de Mallorca, una copa de verdejo, y a ver si puedo ayudar un poco en la cocina, hoy, tenemos, ya saben, comida familiar.
En fin. Rigor Mortis.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 8 12 16.
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