jueves, 15 de diciembre de 2016

JUAN EL DEL YATE

"Hoy tocaba un anti homenaje a la persona de Juan G., un empresario de la construcción con quien trabajé una temporada, en su despacho casi clandestino de General Avilés, en cuya puerta de acceso no había rótulo alguno que indicara el carácter empresarial de aquel 'local', que, de hecho, era una vivienda más de vecinos, en una finca de vecinos.

Sin embargo, al rememorar aquella experiencia, sin rastro ya de cualquier intención crítica, voy a hacer un homenaje a Juan, porque, al recordar aquello, me parto de risa. Comenzamos a llamar a Juan G., 'Juan el del yate', por la reiteración con la que repetía a todo el mundo, fueran suministradores o personal a su servicio aquella célebre frase, 'Ya te pagaré...'.

¿Porqué, hoy, precisamente, traigo esto al blog?. No es por azar, sino por un titular de 'Levante', leído hoy junto a la barra del Bar maravillas, que dice así: "Dependientes y farmacias van a cobrar un mes más tarde por el retraso en pagar de Montoro. La Generalitat tenía que recibir 879 millones del Ministerio (de Montoro) por el FLA." ¿Qué coño es eso del FLA?. Me suena, pero voy a verlo por lo de la precisión conceptual. Ahora vuelvo... Fondo de Liquidez Autonómico, eso es el FLA, pero ¿que me estás contando, Montoro, las Autonomías podrán tener de todo,pero liquidez? ja..ja.. O sea, que Montoro es como el del yate....ya te pagaré...Montoro, el del yate....ja..ja...ja...ja...ja... es que me parto con este tío.

Gracias a Juan G, por todo lo que nos hizo reir cuando trabajé con el, junto a un colega que hacía de contable, yo hacía de financiero, sí. ya te pagaré...ja...ja...ja...ja.

Creo recordar que estuve trabajando con Juan un año o así. Después de mi fabuloso contrato de cuatro años como economista de empresa con una firma dedicada a la electrónica, la experiencia laboral que mas cotizaciones dió a la seguridad social por mi condición de trabajador dependiente, que simultaneaba con la de auditor independiente, por la que también cotizaba, dí muchos tumbos por ahí.

Trabajé con unos mercaderes de bragas, unos bisuteros (uno de ellos portaba pistola y la puso en la sien de su socio cuando descubrió que se tiraba a la pera los cobros a los clientes de Portugal, pero no llegó a disparar), un marmolista (cuando me marché, pensé en encargar una piedra de mármol para mi sepultura, pero leí antes la póliza de El Ocaso, que hablaba de cremación y lo dejé estar). También trabajé con un fabricante de maquinaria para panadería, cuando me fuí de los exportadores de vino, pero aquello solo funcionó un mes, por un problema de celos. El hermano del empresario que me contrató, no soportó la llegada de un extraño a la empresa que oscureciera su papel, era, en realidad, el hermano tonto del jefe de todo aquello, y no soportó mi actitud altiva y excluyente, demasiado egocéntrica, quizás, Me equivoqué.

Antes de todo eso, en un período en el que estuve en el desempleo, acudí a Madrid, a una recluta que hizo una empresa de consultoría y me cogieron, para trabajar en Valencia, vendiendo contratos de asesoramiento. Vendí el primero, y me provocó tal vómito ético lo que había hecho con un artesano que tenía su taller en Torrente que lo dejé enseguida.

Esto iba a ser un homenaje a Juan G., pero lo he convertido, sin querer, en una somera descripción de mi carrera de obstáculos como economista de empresa, siempre saltando de un sitio a otro, para, de la nada, llegar, no a la absoluta miseria como decía mi querido Groucho, quien, por cierto, es falso que tenga en su tumba la inscripción, 'perdonen que no me levante', sino a una pensión de la que no me quejo, me parece suficiente, solo que al leer hoy 'Levante', constato que no está segura, pues ahora depende de 'Montoro el del yate'.

No consigo situar exactamente el paréntesis entre otros trabajos que ocupó mi experiencia laboral con 'Juan el del yate', pero recuerdo algunas cosas, que su contable fué quien me proporcionó trabajo con los bisuteros, aunque no me advirtió que uno de ellos iba armado.

Quizás mis recuerdos más gratos de aquella colaboración, fueron mis paseos por el pueblo de Campanar Viejo. La oficina de G.Avilés estaba a un paso de allí. Recuerdo un bar en un entresuelo que era como un casino de pueblo, con sus pizarras, sus anuncios a los cazadores, sus partidas de chamelo, de truc, cuando iba a tomar café me sentía trasladado, no ya a un lugar rural, estando a un paso de El Corte Inglés, sino a otra época, los cincuenta, sesenta del pasado siglo. Solo por eso, le debo este homenaje a Juan.

Otra cosa que me gustó de trabajar con Juan G., es que me permitía codearme con directores de banco, sí. Recuerdo mis visitas al director de la Caja de Castilla la Mancha, en la localidad de Mislata. Cómo aparecía yo por allí fumando un Cohiba, me sentaba en el sillón junto al director, poniendo los pies en la otra silla, y hablaba de negocios financieros con él.

Negocios que consistieron, básicamente, en aplazar, renovar, los vencimientos de las 'pelotas', letras de cambio que no respondían a ninguna operación mercantil, eran un mero chanchullo financiero para obtener crédito bancario sin necesidad de pedirlo, solo descontando las letras, cuyo librador y librado, eran la misma persona, aunque no lo parecían, porque Juanito tenía más de media docena de empresas pantalla domiciliadas en otra comunidad, para esos chanchullos, y otros de los que nunca supe nada, el sabrá para qué las usaba.

Solo hay un aspecto negativo en esta historia, que tal vez hubiera merecido el anti homenaje. Juanito estaba asociado con un hijo superviviente de otro constructor, E. ya fallecido, que fué el responsable real de buena parte del urbanismo de Mislata en la época del boom inmobiliario, ambos, Juanito y su socio eran moteros, y nunca faltaron a esas carreras que se hacian por el Sur de España, ahora no recuerdo el nombre de esa famosisima prueba deportiva...sí era el Gran Premio de Jerez, o algo así.

Ahora paseas por Mislata, un lugar gestionado por un alcalde socialista muy gallito, al que ya le han dado varios toques en la cresta, como quitar a los vecinos el servicio del autobús nº 7 de la EMT, una década después de aquello, y sorprende la total ausencia de zonas verdes en su término. Solo están, creo, las cuatro macetas que han puesto por encima de la línea de Metro, todo lo demás, es puto asfalto.

La familia E., uno de cuyos vástagos fué socio de juanito, arrambló con todos los terrenos que le dió la gana, en la época del otro alcalde, que no se quien fué, pero está claro que se prestó a todos los chanchullos, reclasificaciones y mierdas de esas, con el resultado de que ese municipio es ahora el que menos metros verdes tiene de toda la comunidad valenciana.

Pero, claro, aquello, no tengo datos para imputarlo a Juan y hacerle un anti homenaje, así que me quedo con lo del bar de Campanar Viejo y aquel apelativo..'Juan el del yate' ...ya te pagaré , que, cada vez que lo evoco me parto de la risa, como nos partíamos entonces, aunque, he de decirlo, no tiene maldita la gracia que Montoro se comporte, ahora, como si fuera 'Montoro el del yate'.

En fin. Un homenaje, no un anti homenaje.

Juan el del yate.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 15 12 16.

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