lunes, 5 de diciembre de 2016

LA PENITENCIA

"Buenos días, queridos usuarios del blog. Superado el mal rollo de la página 'Presupuestos', hoy, después del descanso del fín de semana, toca una página más creativa que, aunque la titulo así, La Penitencia, va a ser una página mixta, una sección con la crónica del fin de semana, un relato real de las horas que hemos pasado con Raimon y Joan, muy entrañables, por cierto, y un engendro fantástico,protagonizado por tres personajes de ficción, Isa, Cármen y yo mismo, una reflexión sobre la conducta humana en su relación con los demás que, claro, contendrá una moraleja, como los cuentos infantiles."

La Crónica:

"Crónica de la cremá de una falla y un castillo de fuegos artificiales, un espectáculo fallero al que acudimos, puntuales, avisados por los medios, convocado por Fuset, el concejal de fiestas, que no se celebró, nos enteramos a las 18,30H.cuando estábamos presentes en las Torres de Serranos esperando el comienzo del evento, y un coche patrulla de la policía local nos informó de que el espectáculo se suspendía a causa del mal tiempo.

Tomamos el bus 6, una hora antes de la cremá anunciada, acompañados de los nietos. Bajamos en el museo de San Pío V, para usar parte del tiempo que habíamos dispuesto para esa salida, en la visita a la obra del Pintor Pinazo. Raimon, mi nieto mayor, atendiendo la sugerencia de mi mujer, se paseó frente a un retrato de Pinazo, a un lado y a otro de la pintura y comprobó, muy divertido, que los ojos del pintor lo seguían en su desplazamiento por la sala.

Repitió la experiencia, varias veces, ante otros de los innumerables retratos que llenaban la sala donde se exponía la muestra y salimos del museo con la convicción de que el arte y la cultura, son compatibles con la diversión infantil.

Dejamos el museo, fuímos andando hasta el puente de Serranos, lo cruzamos y nos integramos junto a un numeroso público que esperaba, como nosotros, la hora del castillo y la cremá de la fallita improvisada para la celebración de la designación por la Unesco de la fiesta de las fallas como Patrimonio de la Humanidad.

Llovía, poco, la gente se pasó la media hora que faltaba para que comenzara el acto, haciendo selfies y otros modos de fotografía con el móvil, para registrar en sus cámaras y enviar inmediatamente a sus contactos, la imágen de las Torres de Serranos iluminadas, con la simbólica fallita delante, y los rostros de los fotografíados, en primer plano.

Nosotros no fuímos la excepción, Encarna envió a su hija la foto con los nietos al pié de ambos monumentos, las Torres y la Falla. La mucha gente reúnida en ese lugar esperaba, algo impaciente, que comenzaran los actos anunciados, cuando, justo al dar las seis y media, un megáfono anunció, desde un coche de policia local, que los actos programados en ese lugar y hora se suspendian debido al mal tiempo. ¿Y nos lo dicen ahora?,

Eso  pensé yo, después de acordarme de la madre que parió al concejal Fuset. Hora y media esperando, entre una cosa y otra, total para nada. Enseguida rectifiqué. Seguro que han dado aviso con más antelación de la suspensión del evento, solo que, yo, no me he enterado. Pero, no, esta mañana, en una biblioteca municipal en la que Encarna ha conseguido, por fín, tomar en préstamo el primer libro de la trilogía de Dolores Redondo, 'El Guardian Invisible', un funcionario municipal, amigo de mi hijo, ha confirmado que la decisión de suspender se tomó de pronto, cuando algunos políticos que debían acudir al acto, salieron de la Generalitat, extendieron la palma de su mano y dijeron, está lloviendo, suspendemos, no?.

O sea, que me acuerdo de la madre que parió a Fuset y a sus colegas, por tomar esas decisiones, así de pronto, sin mediar un previo aviso de, digamos un par de horas, para que la ciudadanía modifique, en su caso, sus planes.

No hay mal que por bien no venga, que decía mi abuela, que también decía, ¡Recontrarrecollóns!, cuando algo la contrariaba. Nos fuimos paseando tranquilamente hasta la plaza del Ayuntamiento, entramos en Foster Hollywood, y allí, después de una espera de cuarenta minutos, luego de hecho el pedido, cuando estaba a punto de llamar a Chicote para que pasara por allí a organizar esa cocina tardona, nos sirvieron una merienda cena, consistente en medio costillar con patatas asadas y dos salsas, una hamburguesa, a la última moda de las hamburguesas, una pizza, una fabulosa ensalada que llevaba de todo. Durante el tiempo de espera pudimos disfrutar de las bebidas, la primera de pago, las siguientes cortesía de la casa. Cuando pagué la cuenta, 48E, pude comprobar que del primer refresco Kas cobraron 2,60, del segundo nada, o sea, que estos tipos, los de Foster, nos toman por imbéciles, porque es obvio que 2,60 por un kas, incluye el precio del primero, y del supuestamente 'regalado'.

¡Recontrarrecollóns!, da lo mismo que vayas al Burger King, o al Foster Holliwood, la concepción del nivel cultural del consumidor que tienen, es como la que tiene Donald Trump respecto de los inmigrantes.

Luego de merendar-cenar, nos fuímos a Abacus, una tienda de juguetes muy sofisticada, con intención de averiguar las preferencias de Joan y Raimon en materia de cacharros más o menos electrónicos, con ánimo de recabar alguna información que nos permitiera hablar con Papá Noel y determinar con tiempo suficiente los encargos navideños, pero, después de dar tres vueltas a los expositores de la tienda, salimos igual de confusos que habíamos entrado, sin ninguna idea clara de las preferencias de nuestros nietos, así que, como siempre, esperaremos que su madre nos diga, un día o dos antes, que han decidido.

La jornada terminó con media hora en casa contemplando las andanzas de Bob Esponja, hasta que sonó el timbre y dimos por terminada la frustrada aventura fallera con nuestros nietos. Fuset, otra vez, a ver si avisas antes de la suspensión, coño!."

La Penintencia.

"He bajado a la Fuente esta mañana, he permanecido en el interior, porque hacía algo de rasca. Estaba fumando en el dintel de la puerta, junto al barril donde está el cenicero, cuando ha aparecido Isa, que se ha acomodado en una mesa del interior. He pedido un cortado y me he sentado junto a ella. Llevaba el carrito de la compra. ¿Qua haces hoy de comer?, le he preguntado porque, siempre, cuando hago una pregunta de esa naturaleza a Isa, invariablemente, aprendo algo. --Lomo guisado con mostaza de Dijon, ha contestado Isa, y luego se ha extendido sobre las virtudes de esa mostaza, nada que ver con lo que se vende como tal por la industria alimentaria, aunque a mi, por esta vez, no me ha interesado la sabiduría de Isa, porque no me gusta la mostaza.

Terminado el café, ha aparecido Cármen, y se ha acomodado en una mesa de la terraza. Hemos salido y nos hemo sentado junto a ella --no llovía-- he pedido una tónica Swepps, sin hielo, la Nórdic, de Coca-Cola, no me gusta, huele a perro muerto.

Y ahora viene el núcleo de la cuestión. He elogiado la voz de Cármen, cuando el sábado por la tarde nos cruzamos, Encarna y yo, con el carrito de la compra, en dirección a Mercadona, y Cármen venía en dirección contraria, y se dirigió a nosotros, nos dijo, 'A comprar...eh'

Le he dicho cuánto me gustó oir su voz, después de haber estado el viernes y el sábado sin compartir la hora del café con ella, el viernes, porque estamos de obras en casa, el sábado, porque ella no acudió, y se ha puesto furiosa.

--De modo, que os dediqué un saludo cordial, al que, lógicamente, deberíais haber correspondido con la misma atención, y en lugar de eso me dedicastéis, tu mujer, un silencio, no sé si acompañado de una mirada hostil, y tú, seguiste tu marcha, sin detenerte y solo dijiste... Adiós.

--Dije, Hasta luego, no adiós.

--Es igual, la sensación que tuve es que me tratábais como una apestada, a mí, que todo el mundo me devuelve mis saludos con la misma cordialidad con la que yo efectúo los míos, porque yo soy amiga de todo el mundo, pero, sobre todo, siempre me comporto igual con las personas, no como tú, que cuando vienes a tomar café te haces el amable y el simpático, y cuando me cruzo por la calle con vosotros, haces como si no me conocieras.

--No sabes lo que siento haberte dado esa impresión. Estoy dispuesto a reparar ese supuesto desaire, del que no fuí consciente en su momento. Me ha impresionado mucho, de verdad, tu percepción de la doblez de mi conducta, que, según tú, es una cuando estoy contigo, y otra cuando voy con mi mujer y me cruzo contigo en la calle. No sé. Me hace pensar.

Algo dolido por la impresión que dejó en Cármen la otra tarde nuestro encuentro casual, intento desviar el curso de la conversación llevándolo al terreno de una anécdota doméstica, cierta, pero que Isa y Cármen no han creído.

"El otro día compré en la calle de las cestas, unas zapatillas de andar por casa, de pana y con suela de goma, estupendas, para sustituir a las blandas destalonadas que llevo ahora, con riesgo de desnucarme por lo molestas que me resultan al andar. Me las probé en la zapatería. que bien me iban. Al ponérmelas en casa, noté que no me iban tan bien, los dedos de los piés tropezaban con la pana.

Entones, recordé que hace seis meses que no me recorto las uñas de los piés. De mañana no pasa, que me lave la cabeza y recorte las uñas de mis piés. Me acosté con esa idea, y a las tres de la mañana estaba ya despierto.

Me lavé la cabeza en relativo silencio, sin problemas. Intenté recortar las uñas de los pìés, pero, que vá, esas estructuras deformes, endurecidas, no respondian, para nada, a la acción de las tijeras. Tendré que remojarme los piés, para cortarme las uñas.

Como estamos de obras en el baño grande, no hay agua, no puedo usar el bidé. La jofaina de plástico que suelo llenar de agua caliente para remojarme los piés, está llena de trastos de aseo, no se puede usar.

Por suerte, encontré una cazuela metálica, que solemos usar para guisar el cordero, eché un vistazo a su diámetro y cocnluí que, si, podía servir para remojarme los pies. La llené de agua templada, puse los pies a remojar, y al cabo de veinte minutos, las uñas de los dedos de mis pies estaban ya en estado de revista. Naturalmente, luego fregué la cazuela donde se guisa el cordero y la volví a dejar en su sitio."

Ni Cármen, ni Isa, han creído una palabra de ese relato doméstico. Es más, han dicho, nos tomas por idiotas, piensas que nos vamos a creer esas tonterías que cuentas, para hacerte el gracioso? Olvídate.

Juro que lo que he contado es verdad, pero ante la evidencia de que Cármen, ni me ha creído, ni ha olvidado mi conducta de la otra tarde, cuando, según ella, casi le niego el saludo, solo me queda como recurso el acto de contrición, la penitencia, durante quince días, si bien no acudiré a confesíón para castigar mi conducta, porque no soy de esa cuerda, pienso repetir, al final de las futuras quince páginas que escriba en el blog, ese acto de contrición.

'Una conducta recta y noble debe ser siempre la misma, respecto de otras personas, cualquiera que sea la situación. No podemos, ni debemos, presentar una imágen amable y simpática respecto de una persona, cuando compartimos determinadas circunstancias, por ejemplo una hora en una mesa del café cada día, y al cruzarnos por la calle con ella, cuando vamos acompañados,comportarnos de una manera más fría o impersonal. Eso se llama hipocresía, y está reñido con cualquier postura de sentido crítico que se pretenda ejercer respecto a los demás."

Cármen, pienso insistir en esta demostración penitente, hasta que me perdones, sí.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 5 12 16.

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