viernes, 15 de septiembre de 2017

CALAMARES

."Pedimos una de calamares, además de otras cosas. Mientras nos servían, tomamos unas cervezas Alhambra, luego seguimos con la cerveza. Demasiada cerveza. Esta mañana me he despertado con el típico dolor resacoso en la cerviz, no sé si por la cerveza, o por las partidas que jugamos al Rummy al volver a casa, que me dejaron exhausto.

Para nuestra grata sorpresa, cuando nos sirvieron el calamar, no eran las clásicas rabas rebozadas, sino un calamar entero, blanquísimo, ligeramente cocinado, con unos tajos para facilitar su disfrute compartido, acompañado de arroz salvaje, berengena asada y judías verdes en salsa de tomate y cebollita. Genial.

Antes de eso, comenzamos con unas bravas convencionales, pero correctas, Camembert rebozado, y al final, un plato de verduras variadas,carlotitas, berengenas, champiñón, pimientos, troceadas en tiras, y perfectamente tratadas a la témpura con un resultado de textura, sabor, y originalidad, poco frecuentes.

No recuerdo el nombre del local donde nos dieron esas delicatessen por diez euros por cabeza, incluídas 12 cervezas, pero se encuentra en una esquina de Pintor S. Abril, en Ruzafa, frente al italiano que dá de cenar tan tarde, que nunca hemos conseguido probar allí.

Frente a la misma esquina donde se encuentra El Huerto, otro local donde, según su carta expuesta en el muro un plato de jamón cuesta 18 euros. De momento, lo hemos dejado para más adelante, para cuando Fátima Báñez se entere de la tasa de inflación y la aplique a la revisión de las pensiones.

Terminado lo que fué, además de un agradable tentempié, una degustacion masiva de cerveza, acompañamos a Antoni a Glasol, donde su camarero de confianza le preparó un mojito para llevar a casa, y enseguida tomamos el 35, que nos vino al pelo que pasara por allí y nos fuimos a casa a jugar al Rummy.

Yo no sé si ustedes han practicado alguna vez ese juego infernal, el Rummy. Se juega con catorce fichas elegidas al azar numeradas y coloreadas. Una de sus reglas demoníacas es que hasta no reunir 30 puntos, no puedes salir, con lo que te puedas pasar la mitad de la partida de mirón, aburrido como una ostra.

Cuando consigues salir, la extraordinaria complejidad de las combinaciones posibles en la mesa, puesto que, unas veces, puedes tomar fichas de las jugadas ya hechas, y otras no, para combinarlas con tus propias fichas, estira el tiempo previo a la jugada, pensando, a veces inutilmente, en lo que puedes hacer o no con las fichas, y si encima eres un aprendiz, como yo, todo termina robando una ficha más, porque no consigues ver las jugadas que otros ven con claridad.

Un juego, suele ser una distracción, pero se puede convertir en una tortura, cuando el desequilibrio entre las reglas del juego, y tu conocimiento de las mismas, es más que evidente."

De todos modos, la crónica de esta noche que para mí ha valido la pena, se centra en los calamares. Más bien en ese único calamar entero, de buen tamaño, rodeado de originales, sabrosos y poco frecuentes añadidos, ese arroz salvaje, esas verduras magníficamente tratadas, y ese sabor a mar que no sueles encontrar en los calamares exageradamente untados con harina.

 En fin. Calamares.

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 15 09 17.

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