lunes, 4 de septiembre de 2017

EL EMPLEO

"Confieso que ando un poco desorientado cuando oigo hablar del empleo a Fátima y otros como ella, hace diez años que dejé mi último empleo para acomodarme en las clases pasivas, aunque intento llevar una vida tan activa como antes, y no sé si se refieren al empleo, al desempleo, o al malempleo.

Dentro de nada veremos bajar las cifras de empleo por centenares de miles, sobre todo en el ejército de camareros, y nos dirán, con razón, que es algo estacional, lo que no suelen decir cuando el empleo crece.

Es una paradoja que ahora que estoy en lo de las clases pasivas, una página link-no-sé-qué, me ofrezca 3000 empleos, solo en la Comunidad Valenciana, o me invite a relacionarme con personajes como el director de 'Levante'. Pero, oigan, no saben que ya estoy jubilado...

 "Tuve mi primer empleo a los doce años, como meritorio en una consultoría fiscal, aunque empecé a cotizar a la segurdad social a los catorce, porque antes no se podía. Permanecí en ese trabajo por cuenta ajena hasta que cumplí el servicio militar, pero antes, asistí a unas clases de contabilidad, lo que me permitió, en los últimos tiempos de estancia en la consultoría simultanear esa función con la contabilidad de una óptica, primero, y de una empresa funeraria, después. Lo que, entonces, se conocía como pluriempleo, o sea que no solo casi todo el mundo tenía empleo, ( dos millones de trabajadores potenciales se habían largado a Alemania) sino que tenía más de un empleo.

Me despedí de la consultoría al terminar la mili, porque me picó el gusanillo de descubrir lo que era una empresa de verdad, no de servicios, y aterricé en un chiringuito de un ingeniero industrial que se dedicaba a instalar calefacción industrial en las naves dedicadas a todo tipo de fabricación.

Luego, el mismo ingeniero montó una empresa gasística y allí ejercí ya de director financiero --aunque no había casi nadie a quien dirigir-- con un sueldazo que te cagas. La empresa gasística tuvo una vida corta, porque su dimensión financiera no se acomodó a sus ambiciones comerciales, y la factura del Náutico por la comida de la inauguración de la planta, a la que asistieron los socios franceses, ya no se pudo pagar.

Hasta entonces, nunca me sentí malempleado, pero acabé, por primera vez, en el desempleo. Esa etapa de desempleo duró poco. Enseguida participé en un selección de personal, en la que se me ofrecieron dos opciones, una más movida, otra más tranquila.

Opté por la tranquila, en una empresa exportadora de vinos y mostos, y aproveché esa etapa de tranquilidad para compaginar mi trabajo con los estudios en la Universidad, a la que accedí por haber cumplido ya 25 años, sin haber cursado estudios de bachiller, previo un exámen que lo permitía, si lo superabas.

Fué la etapa más larga de mi vida laboral, aunque, al final, probé suerte en una industria de fabricación de maquinaria para panadería, un episodio muy corto, tras el que volví a la exportación.

Finalmente, ya con el título universitario y un máster en auditoria financiera, abandoné definitivamente el vino y aterricé en una empresa tecnológica, con diez físicos en su plantilla que se dedicaban a investigar en aplicaciones destinadas al control de tráfico, que al final fué absorbida por Dragados.

Creo recordar que en aquel tiempo, compatibilicé aquel trabajo por cuenta ajena, con mi ejercicio libre como auditor, con un socio, y durante un par de años actué como asesor de un sindicato anarco. Cuando terminó mi contrato de cuatro años con la empresa tecnológica, siguió una diáspora por una serie de trabajos varios, algunos algo pintorescos.

Una empresa que se dedicaba a comercializar bragas de señora; Proasa, una consultora algo perversa que se dedicaba a vender contratos de servicios a empresarios ignorantes, Juan el del yate, un promotor inmobiliario al que llamábamos así por su repetida muletilla ya-te-pagaré, una industria de joyería, que acabó mal, cuando uno de los socios le puso una pistola en la sien al otro --afortunadamente, no disparó-- porque se quedaba para él el dinero de los clientes de Portugal.

Después de otra temporada desempleado, luego de ese periplo algo agitado por la jungla empresarial, acabé en una industria de manufactura de mármoles en un polìgono industrial, y allí terminaron mis días de trabajador activo por cuenta ajena, antes de dedicarme a la molicie de la vida jubilar."

Insisto en esto último, mi condición de jubilado, no vaya a ser que los de link-no-se-qué, fascinados por el contenido multi disciplinar de mi currículo, me ofrezcan más trabajos.

En cuanto al Empleo, la cuestión que me inspira esta entrada, solo diré que he visto su evolución a lo largo del tiempo y se puede resumir así: Hemos pasado del pluriempleo, al malempleo.

En fin. El Empleo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4 09 17.

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