martes, 3 de marzo de 2009

COSÌ FAN TUTTE

Uno de los argumentos centrales de esta ópera bufa mozartiana, que ayer disfruté en versión teatral, es que los hombres, para las mujeres, somos seres intercambiables, porque casi todos somos igual de gilipollas, argumento que comparto plenamente, desde mi nutrida experiencia de gilipolleces.

No conocía este libreto de Lorenzo da Ponte, y ayer me partí de risa con el, en al Aula Magistral del Palau de les Arts, que es un lugar donde se celebran actos didácticos, para acercar al pueblo al elitismo operístico.

Mientras nosotros, el pueblo, disfrutábamos de los diálogos traducidos al castellano de este texto, interpretado por media docena de actores, dos de ellos muy convincentes en la lectura de sus papeles, Despina y Don Alfonso, en una puesta en escena que hacía guiños a La Celestina, cuando un actor citó a Sempronio, y con algún tímido atrevimiento vanguardista, cuando Fiordiligi y Dorabella aparecen con gafas de sol, algunos altos cargos del partido popular, según he podido leer hoy en “Levante”, rellenaban los huecos de la sala grande donde se representaba la ópera en su versión musical completa, y dormían plácidamente en sus butacas, porque la ópera no está hecha para gañanes enriquecidos y políticos de tres al cuarto, sino para espíritus sensibles.

El libreto de da Ponte es un canto al placer sin culpa, a la felicidad sin remordimientos, y a diferencia de Celestina, con la que tiene en común, sobre todo, el personaje de Despina, en la que el trágico final remite a la ineluctable penitencia y al tratamiento del amor libre y consentido como un pecado con su inexorable corolario del castigo, aquí todo transcurre con una ligera frivolidad que invita a vivir la vida como una fiesta, no como un destino asociado al sufrimiento.

Es sorprendente la modernidad de este texto, estrenado en Viena en 1.790, cuyo mensaje coincide en lo mas básico con el tono social de la Belle Epoque, que me atrevo a suponer que pronto se pondrá de actualidad de nuevo entre nosotros, cuando la profundidad de la crisis nos devuelva a la apreciación de los valores hedonistas, no en un sentido material, como los que han predominado en los últimos años, sino en su sentido mas lúdico, provocador y ajeno a cualquier intento de control social, recobrado el vigor del impulso de felicidad individual como un medio de supervivencia ante el fracaso de una sociedad embarcada en un paradigma de falsos valores, solo al servicio de los que se han forrado mientras decían defenderlos.

Este libreto, como es natural, solo pretende divertir al público, y no hay que buscarle tres pies al gato, pero en su fondo subyace una rebeldía contra quienes nos quieren amargar la vida con falsos discursos moralistas, intentan convertir nuestra conducta en un adusto recorrido vigilado por decálogos, prohibiciones y abstenciones, invitándonos a despreciar el goce y las oportunidades de disfrute que ofrece el corto recorrido por la vida.

Contra esa concepción estrecha y controlada, da Ponte propone que la vida es una fiesta lúdica, y el mundo un lugar pánico, lleno de frutas silvestres y momentos maravillosos a los que sería un pecado de lesa humanidad renunciar, pudiendo disfrutarlos. El viejo lema del Carpe Diem, disfruta el día, está presente en la decisión de Fiordiligi y Dorabella, de acercarse a sus dos nuevos amantes (aunque sean los mismos, disfrazados) apenas los suyos han marchado, supuestamente, al campo de batalla.

Me identifico plenamente con la filosofía vital que da Ponte incluye en este divertido enredo. Agradezco a Dorabella, a Fiordiligi, y a todas las demás mujeres que me han distinguido con su amistad, con su confianza, algunas con sus favores, que me hayan hecho un hombre feliz, temporalmente, a sabiendas de que era perfectamente intercambiable, es decir, algo gilipollas.

LOHENGRIN. (DINAMIZARTE.COM) 3-03-09.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios