lunes, 9 de marzo de 2009

PREJUBILADOS

Visto el estrepitoso fracaso de mi corta carrera como agitador político, cuya última acción ha sido la publicación de un manifiesto en defensa de la regeneración de las estructuras económicas, financieras y políticas de la comunidad valenciana, que ha recibido el dudoso honor de ser la página menos visitada en los dos años de presencia del Blog en la red, vuelvo a la ficción.

He bajado al Maravillas y, mientras tomaba un café, alguien me ha facilitado el argumento para la entrada de hoy. Cualquier parecido del relato que sigue con la realidad es pura coincidencia.

“Cuando General Motors se estableció en Alemania, Joachim Berger, ingeniero de automoción de la antigua Opel, fue destinado a la factoría de Manchester, en el marco de una reestructuración de las operaciones industriales de la firma en Europa. Joachim, a sueldo de la firma en Gran Bretaña, pasó por las factorías de G.M. en los diversos países europeos, en su calidad de auditor de los procedimientos de diseño y fabricación de los nuevos modelos que lanzaba la firma en cada uno de sus centros industriales, que eran muy semejantes, pero con ciertas adaptaciones a los mercados locales.

Joachim era un tipo gris, pero tenía la rara cualidad tan apreciada en las multinacionales que consiste en unir a una cierta capacidad creativa para las operaciones de diseño, un cerebro siempre a punto para ser moldeado por las consignas que le llegaban de arriba, de las que no se apartó ni un ápice en su larga trayectoria profesional. Esa rara mezcla de disciplina y creatividad le granjeó la confianza de los distintos consejos de dirección para los que trabajó, y le permitió acceder a todos los destinos geográficos que quiso.

Cuando aún estaba en edad de seguir rindiendo sus mejores servicios a G.M., una brusca contracción de la demanda, seguida de la consiguiente reducción de efectivos, le llevó a prejubilarse, en unas condiciones económicas óptimas.

Mientras permaneció a sueldo de la G.M. en Manchester, Joachim aprovechó sus desplazamientos
por media Europa para reconocer aquellos lugares en los que le gustaría instalarse una vez jubilado, y con el mismo talento aplicado al diseño industrial que era su fuerte, se ocupó de diseñar su dorado futuro, lo que incluía, como paso previo, meter una parte sustancial de su sueldo en un fondo de pensiones que complementara sus futuros ingresos y le permitiera, en su momento, hacer realidad sus planes.

Aconsejado por sus jefes, eligió un banco escocés, el Royal Scotland Bank, y cuando llegó el esperado momento, se compró una casa en Málaga, no lejos del campo de golf que frecuentó Sean Connery mientras vivió allí. Su pensión en libras, complementada por los rendimientos de su inversión en el banco escocés, aseguraron a Joachim una cierta sensación de felicidad, cumplidos los objetivos que se había marcado para disfrutarla.

Hasta que el hundimiento de la libra y la quiebra del banco en el que tenía su fondo de pensiones, le despertaron a una realidad mas cruda de la que había previsto. Puso su casa de Málaga en venta y compró un viejo chalet en un pueblo del interior de Heliópolis, Pedralba. Con esa operación pensaba hacer frente a las consecuencias de la crisis financiera mundial que le habían afectado hasta reducir sus ingresos a la mitad, impidiéndole mantener el nivel de vida que llevaba en la urbanización de lujo de la costa.

No ha conseguido vender la casa de Málaga. Ahora su mujer vive en Pedralba y se dedica, con sus propias manos, a las obras de rehabilitación que requiere la vetusta casa comprada aquí, mientras Joachim reside temporalmente en casa de unos amigos alemanes en Heliópolis.
Al atardecer, Joachim coge el estuche que contiene su viejo violín, se sitúa en el trozo de acera entre Finnegann y Valor, en la plaza de la Reina, y se dedica a interpretar a Vivaldi para los viandantes. Cuando ataca los compases de Las Cuatro Estaciones, la popularidad de esa música se refleja en un mayor número de monedas arrojadas a la gorra que tiene puesta a sus pies. No es que Joachim esté en una situación de extrema pobreza, pero ese pequeño sobresueldo le ayuda a pagar los materiales para la rehabilitación de su nueva vieja casa, mientras consigue vender su residencia malagueña.

La historia me la ha contado el propio Joachim, mientras me tomaba unos buñuelos con chocolate en la terraza de Valor. He puesto un billete de cinco euros en su gorra, y cuando hemos pegado la hebra, le he transmitido mi curiosidad por saber porque un virtuoso del violín como el, con aquellas habilidades, no se había orientado hacia la profesión musical.

--Siempre me he dividido entre la disciplina y la creatividad, sin decidirme por una de las dos cosas.. Ahora, la crisis financiera me ha empujado, casi sin darme cuenta, a esta situación. Y, sabe, por primera vez me siento plenamente feliz, entregado por completo a la experiencia creativa de la música, sin tener que dar cuentas a nadie. La única disciplina que sigo ahora, me la marco yo mismo. No falto nunca a la cita con esta acera, todas las tardes, con bueno o mal tiempo, vengo aquí a reencontrarme con Vivaldi, y me satisface encontrar personas como usted, que se interesan por mi música.

--Me interesa su música, pero también su persona, ¿porque está usted aquí, si me permite preguntarlo?..

--Verá...yo fui ingeniero de automoción en la General Motors, especializado en diseño, y ahora estoy prejubilado.....”

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 9-03-09.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios