jueves, 5 de marzo de 2009

LA ACTUALIDAD DEL DIA (7)

He bajado al Maravillas, en un día ventoso poco proclive al paseo urbano, y después de machacarme el ejemplar de “Levante” que me dejan leer gratis mientras desayuno, en un gesto torpe he dejado caer sobre el mostrador de la barra un vaso de vidrio, que ha quedado roto presentando unas peligrosas aristas, semejantes a las que se advierten en el panorama político vasco ahora mismo. Después, para contribuir en la medida de mis posibles a mejorar la precaria situación financiera de la prensa escrita, sumida en una crisis no menos preocupante que la bancaria, he dedicado un euro diez a la compra de un ejemplar de El País, cosa que habitualmente no hago.

En mi condición de estudiante tardío de periodismo, he sido informado repetidamente por la seño de que los ingresos por la venta de periódicos solo alcanzan un porcentaje muy modesto de los ingresos totales que nutren las cuentas de resultados de las empresas que los editan, cuyo mayor renglón es la publicidad, pero también de que las tiradas que alcanzan, el número de ejemplares vendidos, marcan las tarifas que pueden aplicar, así que, añadir un ejemplar mas a esas ventas, tiene un efecto inducido mayor que el simbólico euro con diez. De nada.

*EL TABLERO VASCO

De todo lo que he leído sobre este enrevesado asunto de los resultados de las elecciones en Euskadi, me quedo con el artículo de Ramoneda, “La cuadratura del círculo”, que sugiere la posibilidad de una mayoría, dentro de un año, constituida por PNV y PSOE. De momento, todo parece apuntar a una extraña alianza entre PSOE y PP para la investidura de López, que puede llevar a otros acuerdos puntuales si el PSOE gobierna en minoría.

Dure lo que dure, si se produce finalmente, esa extraña alianza, a López le espera una travesía tan difícil y arriesgada que no creo que nadie le envidie ese viaje. Intentar que funcionen unas estructuras funcionariales, administrativas y políticas acostumbradas durante treinta años a los modos, intereses y clientelismos propios de un régimen nacionalista autonómico, en la dirección que marque un lehendakari sobrevenido, y hacerlo con unos compañeros de viaje ocasionales que mientras sonríen ocultan el afilado cuchillo con el que están deseando cortarte el cuello, la verdad, parece una situación algo desagradable, que solo puede soportar alguien que tenga una vocación política a toda prueba.

Mi desconfianza hacia los políticos profesionales es casi genética, porque en mi familia tres generaciones hemos estado mas cerca del pensamiento libertario que de la democracia formal.
Por eso, no puedo evitar mosquearme cuando los periódicos ofrecen noticias que en apariencia no están vinculadas entre sí, pero a mis ojos escépticos parecen signos de un cambio de posicionamiento en el tablero político. La posición de la fiscalía en los casos de corrupción que rondan las cercanías del partido popular, en concreto, la decisión de no pedir la imputación del tesorero del PP, coincide en el tiempo con los signos de acercamiento de ambos partidos en Euskadi para dejar al PNV fuera de juego. Por otro lado, uno no termina de creerse que el PSOE ponga en peligro la estabilidad del gobierno central, al renunciar al apoyo del PNV en la política nacional, a menos que tenga algo atados otros apoyos.

En fin. Un tablero de juego de lo mas enrevesado. Tal vez tengan que llamar a los italianos, expertos en gobiernos precarios, legislaturas inestables y alianzas contra natura, para que les asesoren. Uno, desde su modesta posición de ciudadano, se conforma con que, hagan lo que hagan, no jodan la cosa mas de lo que ya está.

*EL SIGILO
Al parecer, el G-20, o como se llame, va a tener sobre la mesa una propuesta para que se hagan públicas las retribuciones de los ejecutivos bancarios. Esa medida de transparencia, de conocimiento público de los arcanos secretos bancarios, se materialice o no, me trae a la memoria otra época en este país donde el mundo bancario se caracterizaba por el sigilo. Antes de que Botín rompiera, hace décadas, con su agresiva política de las supercuentas, que consistía en pagar mas que los demás para aumentar su cuota de mercado, el pacto entre bancos españoles, el ritual de nuestras instituciones financieras, basado en el sigilo, se parecía mas a una asociación mafiosa, en la que los distintos padrinos acudían a la reuniones, hablaban de sus cosas y se marchaban de allí sin hacer una sola declaración pública, que a una asociación de empresarios financieros.

El secreto, incluido el secreto bancario que garantizaba la opacidad de las operaciones, era lo que mejor definía a ese grupo selecto de poderosos que nunca condescendían a mostrarse en público, hacer declaraciones, o cualquier otra frivolidad que pudiera poner en duda el carácter sagrado de su poder.

Luego llegó Mario Conde y cometió la imprudencia, apoyado por la banca Morgan, de mezclar los negocios bancarios con el glamour, y los bancos perdieron por su mediación la aureola de misterio que los había caracterizado hasta entonces. Solo por eso, no hubiera sido condenado a prisión, pero añadió a ese pecado de indiscreción la contabilidad creativa y pasó lo que todos conocemos. La otra noche lo vi,entrevistado en La Noria, y no me convenció, para nada, su papel de víctima.

Está bien que el sigilo desaparezca, de una vez por todas, de una actividad que conlleva una inmensa responsabilidad social. Que algunos banqueros americanos comparezcan en el congreso y que las retribuciones de los directivos sean públicas. El sigilo está bien para determinados personajes de las tragedias clásicas. Los traidores que se ocultan tras las cortinas, los seguidores de Maquiavelo, pero ya no se pueden proteger, tras la ocultación, personas cuya ejecutoria tiene una trascendencia pública, de cuya correcta y prudente conducta, depende la estabilidad de los países y de las instituciones mundiales.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 5-03-09

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