viernes, 13 de marzo de 2009

RONSARD

Nunca he sabido que carajo era la rosa de Ronsard, ni quien era Ronsard. He vivido mi existencia mas o menos intensa, mas o menos contemplativa, sin el menor interés por Ronsard y su jodida rosa. Sin saber porqué, de repente me ha entrado una urgente curiosidad por saber algo de aquello que ignoraba desde la mas deliberada indiferencia y ahora se que Pierre Ronsard fue un poeta francés del siglo dieciséis, nacido en Vendôme hacia 1.524, y aunque sus poemas que he consultado están llenos de chorradas y cursilerías, es interesante saber que bebió de las fuentes de Petrarca y Píndaro y que, entre chorrada y chorrada, haya escrito un par de líneas que cualquiera que esté en la etapa declinante de la vida apreciará debidamente, “pensad también que el tiempo ciego, impío, todo lo va royendo hora tras hora”.

Al leer los poemas de Ronsard, he podido reconocer su influencia en la poesía simbolista de un paisano suyo, Paul Valèry, cuyo poema "El cementerio marino", conocido universalmente, ha sido de lectura obligatoria en las escuelas francesas durante varias generaciones, y está presente en la cabecera de la página del Blog, “La playa”, “La mar, la mar, siempre recomenzada...”

Ni Ronsard ni el simbolismo de Valéry están presentes en el mundo literario contemporáneo, pero ambos se ocuparon de cuestiones universales que trascienden las modas y los movimientos artísticos y literarios, como el paso del tiempo, la muerte, el deseo de inmortalidad, cuestiones que aún interesan, sobre todo, a quienes andan ya escasos de tiempo disponible y se enfrentan a su finitud, entre los que me cuento.

El párrafo anterior no era exactamente así, como se muestra ahora, pero un fulminante apagón eléctrico que ha dejado la ciudad en sombras, bajo una luna entera y redonda, se ha llevado consigo las últimas líneas, sin que haya sabido reconstruirlas en su integridad.

La gente se divierte en la calle, aprovecha el apagón para lanzar impunemente petardos ruidosos, elevan sus voces hasta alcanzar un griterío histérico. Se diría que, como los niños, sienten miedo a la oscuridad y tratan de exorcizarlo de esa manera.

Ha vuelto la luz, seguramente suspendida por el exceso de alumbrado público de los adornos luminosos callejeros con motivo de las fiestas falleras en Heliópolis, que cada día hacen notar mas su presencia, sin que al parecer la red eléctrica esté preparada para tanto exceso.

Vuelvo a Ronsard. El propósito de saber algo de Ronsard y de su jodida rosa, mas bien un impulso, una urgencia inexplicable mas que un propósito, me lleva al intento de componer algo, de poner una palabra detrás de otra, algo que evoque, sin nombrarla, la rosa de Ronsard, a ver si así me desprendo para siempre de esa urgencia irracional.

“Roto por el deshielo/ apenas un vestigio/ la torcida textura de algo que fue/ exhala su perfume misterioso/ nada sabemos de colores y formas/ de aquella forma que ya fue/ y ahora es solo aroma.”

Ya está. He conseguido librarme de el. Adiós Pierre Ronsard. Hasta nunca. Adiós a ti, y a tu jodida rosa.

Quienes quieran saber mas de el, pueden consultar en la página abierta con su nombre en Google.

De nada.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 13-03-09.

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