jueves, 23 de abril de 2009

CAÍDAS

Caigo hacia el abismo desde una altura indeterminada, a una velocidad que no puedo precisar, porque cuando me despeñé desde lo alto del farallón lo hice con una aceleración creciente, pero ahora el tiempo se dilata y me siento como suspendido en mitad del vacío, con una rara sensación de flotación provisional, mientras observo a otros despeñados que han conseguido agarrarse a los matojos de la pared calcárea y están mirando hacia abajo con la incredulidad de quien no acaba de reconocer que está a salvo y ensayan una inmovilidad pétrea para no perder el precario equilibrio.

No recuerdo como resbalé, ni que hacía yo en estas soledades, pero está muy viva todavía la sensación de mareo que me produjo la brusca aceleración de mi cuerpo despeñado, girando como un maniquí a merced del violento viento del norte que amenazaba con estrellarme contra la pared del cortado, y como de pronto la desaceleración del vendaval ha dado paso a una suave calma, al tiempo que mi cuerpo se sostiene, sin que sepa muy bien porqué, flotando entre dos masas de aire de distinta temperatura y composición.

Es una sensación muy placentera flotar sin espacio ni tiempo, ajeno a la memoria y al destino inmediato, en una suerte de paréntesis contemplativo, mientras los otros despeñados, agarrados con desesperación a los arbustos que surgen de las peñas miran hacia el abismo con aprensión, intentando adivinar que es lo que hay allá abajo.

Los que se agarran a los salientes de la pared vertical llevan un cartel muy visible colgado del cuello que permite reconocer las preocupaciones de cada uno de ellos. Uno, el primero en agarrarse, a juzgar por la posición que ocupa en la pared vertical, es muy corpulento, con una potente cabeza calva. El cartel que lleva colgado indica su condición de portavoz de la CEOE y la solución que propugna para evitar seguir cayendo, los contratos basura.

En las breñas de otro saliente, un hombre con cara de vinagre se agarra a un montón de aliagas, que se nota que lo están lacerando con su textura espinosa. Unas siglas, para mi incomprensibles, indican que se trata de M.A.F.O., que no se lo que es, y debajo de esa leyenda, en letra mas pequeña, su recomendación de rebajar las pensiones.

Un tipo con aspecto extranjero y ese aire característico de los que son sabios en alguna cosa, sin que eso excluya su ignorancia en muchas otras, se sostiene con dificultad en un saliente rodeado de cactus. Su cabello blanco cuidadosamente descuidado y sus gafas de pasta, parecen sugerir su condición de funcionario internacional. Lo confirma la inscripción del cartel, Fondo Monetario Internacional, y a continuación no hay propuestas escritas, solo una predicción. El P.N.B., que no se lo que es, se espera que caiga, en España, un 3%.

Otro con chistera y una levita negra, chaleco gris perla, que se adivina bien cortado debajo del levitón y unos botines que se aprecia que han salido de las manos del mas avezado y experto artesano, se acomoda, sentado, con los pies colgando en el vacío, sobre un saliente volcánico de la roca. Su cartel lo identifica como un tal Camps y debajo hay escrita una breve frase, TODO ES MENTIRA, que, la verdad, no se muy bien a que se refiere.

El Presidente de la Confederación de Cajas de Ahorro, según indica su cartel, decorado, a diferencia de los otros, con unas lineas floreadas, lleva escrita la leyenda, “Situación catastrófica”, que parece coherente con la precariedad con la que se sujeta, con su mano izquierda, mientras mira hacia abajo, de la rama de una sabina que sobresale de la pared rocosa.

Al terminar mi somera inspección de los demás despeñados que se cobijan en los salientes o cuelgan de los arbustos de la pared, la violencia del viento del norte vuelve a hacerse presente, me arranca del paréntesis contemplativo donde flotaba, nuevamente una sensación de vahído sacude mi cuerpo arrastrado al vacío por el vendaval, cuando despierto, sudoroso, después de la siesta previa a la comida –llamada siesta del borrego por los castizos-- que raras veces hago.

Solo cuando he dormido mal la noche anterior, a veces me ocurre, como hoy, que el sueño me vence justo antes de la hora de la comida.

La radio está puesta. Un locutor de la cadena SER avisa que se va a emitir la recreación con actores de ciertas conversaciones grabadas con autorización judicial y en las que Camps, Presidente de Heliópolis, es uno de los interlocutores.

Después de escucharlas, me pregunto, ¿Como ha podido aparecer en el sueño esa frase atribuida a Camps, “Todo es mentira”, si todavía no conocía el contenido de esa noticia de la radio. Una ligera anticipación sensorial? No se.

En fin. Caídas.


LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 23-04-09.

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