viernes, 3 de abril de 2009

EL SÍNDROME DE STENDHAL

Al parecer, se llama así al choque emocional que produce en ciertas personas la contemplación sucesiva de obras de arte excepcionales por su belleza, por su capacidad de conmover a quien las contempla. Por una vez, comprendo la conducta de Camps al eludir su comparecencia en el parlamento de Heliópolis, para acudir a otro compromiso, la visita junto a la Reina de una exposición en el Museo Arqueológico de Alicante.

La exposición inaugurada incluye una pieza excepcional, el auténtico ? Discóbolo, de Mirón, una pieza escultórica que, junto con la Pietá y el David de Michelangelo Buonarroti ayudan a justificar la presencia de la especie humana en el mundo, pese a sus muchos efectos negativos.

Entiendo que Camps haya huido de la sordidez de los asuntos que le reclamaban en el parlamento autonómico y se haya decantado por la desnuda belleza del arte. Tal vez, si ha sentido ese choque emocional que se atribuye a la experiencia de contemplar una pieza del arte universal, se haga partidario de la sencilla desnudez y renuncie a los falsos oropeles textiles que prometen la juventud para siempre y que tantos disgustos le han dado últimamente.

He visto a mi mujer conmovida, mas de una vez, frente al resultado excepcional del trabajo de verdaderos artistas. ¿Que es una obra de arte? Un pintor amigo, de quien he perdido la pista hace mucho tiempo, me dijo que el arte es una actitud ante la vida, y que, en su opinión, la obra de arte solo es el resultado de esa actitud. Definiciones aparte, desde mi posición de lego en la materia, intuyo que una obra de arte para alcanzar la universalidad, debe tener la cualidad de conmover a quienes la contemplan, en una escala casi universal, con independencia de la formación, el lenguaje o el origen geográfico de quienes sienten esa experiencia profundamente.

Fue en una Galería de Florencia donde vi a mi mujer conmovida por primera vez, al tener ante sí la escultura original del David, antes de que un vándalo le rompiera un dedo a martillazos y la confinaran después en un recinto de cristal a prueba de vandalismo. Creo que mi mujer no solo se emocionó con la escultura, sino que se enamoró de ese canon de la belleza masculina, nunca superado en la historia del arte, aunque al parecer Buonarroti prefería su Moisés , de quien cuenta la leyenda que le gritó, después de dar el último golpe de cincel, ¿Porqué no hablas?

Unos años después, en una visita al museo Reina Sofía, en Madrid, mi mujer volvió a emocionarse, hasta el punto de caer en una crisis de llanto, pero esta vez delante de una obra de arte contemporáneo, lo que suele ser mas raro. Ella veía en el Guernika, algo que los demás no vimos, el sufrimiento humano de las personas cuyos cuerpos, destrozados por las bombas de la aviación guerrera, habitaban el cuadro, y lo sintió con mas fuerza que el formalismo cubista de la pintura, que a otros espectadores nos tenía mas ocupados.

Esa capacidad de emocionarse ante la vida, real o representada, no la tenemos todos en igual medida, y no la expresamos de la misma manera, pero es evidente que hay mucha gente que, con independencia de su sexo, de su formación, de su origen geográfico o de su lenguaje, es capaz de experimentar el síndrome de Stendhal cuando la acumulación de esas emociones llega a un punto en el que la respiración se altera, se produce una crisis de llanto, una hiperventilación, o cualquier otra manifestación de las que se han descrito como características de esa experiencia.

De todo esto, lo que verdaderamente nos interesa a los que vivimos relativamente cerca de la ciudad de Alicante, y aun a quienes residen en otros lugares mas lejanos, es la oportunidad de visitar esa exposición, “La Belleza del Cuerpo” Arte y pensamiento en la Grecia Antigua. 125 piezas escultóricas cedidas por el Brithis Museum, entre las que se encuentra el universal Discóbolo, de Mirón.

Ya saben, Museo Arqueológico de Alicante. Acaba de inaugurarse. No se la pierdan.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 3-04-09

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