lunes, 20 de abril de 2009

PRIMAVERA 09

He bajado al Maravillas y la barra estaba llena. Me he puesto detrás de un parroquiano sin decir nada y esa actitud de silencio intimidatorio, de la que yo no era del todo consciente, ha hecho salir al cliente, que ha acomodado su taza de café sobre el alfeizar de la ventana por la que Toni sirve los “barrechats” a los clientes que permanecen en la calle cuando el bar esta lleno.

En el interior del bar, los evangelistas interpretan la Biblia a voz en grito y en pocos segundos su discusión teológica hace clarear la barra, desde la que un cliente le pregunta a Tony -- ¿Cuánto dura la primavera?-- porque acaba de aparecer un joven muy colérico que se ha dirigido a otro con intenciones agresivas. Muy mal rollo, y solo son las nueve de la mañana.

--Es que lo han echado de casa-- tercia Tony.-- Al parecer ha amenazado a su padre con tirarlo por la ventana y este ha decidido echarlo, antes de que, cualquier día, consume su amenaza. --Es la luna-- le dice Tony a quien se interesaba por la duración de esta estación tan desestabilizadora del ánimo de algunas personas, que fluctúa con las variaciones de la temperatura, de la luz, con las fases lunares, al menos en este mínimo rincón de Heliópolis que es el Maravillas.

Pero no solo aquí. Hay malos rollos en otros lugares. Leí ayer en el país a Soledad Gallego Díaz que anda preocupada por una iniciativa de la ONU para proteger las religiones, al parecer amenazadas por las fobias de los agnósticos. A Soledad, después de miles de años en los que las religiones han impregnado los aspectos mas íntimos de la vida de las gentes, le parece que protegerlas de las voces que las cuestionan puede ser una forma de censura contra la libertad de expresión, de la que forman parte los cachondeos de algunos humoristas con las expresiones de la religión islámica.

En la Sexta observo en los últimos días una insistencia en la burla a costa de los jerarcas totalitarios de la República Islámica de Irán que hacen azotar en público a las mujeres en nombre del Corán. La burla y el cachondeo no son suficientes ante tamaños desafueros, pero son mejor que el silencio cómplice, y de eso se trata, de no callarse ante los excesos de los intolerantes que se amparan en la Sharia para imponer el anacronismo medieval a las sociedades islámicas del siglo XXI.

No son solo los relatores de la Onu para la conferencia de Durbán quienes amenazan la libertad de expresión con su relativismo cultural y su deseo de proteger formas religiosas abiertamente intolerantes, también en Europa ha sucedido un hecho grave, el procesamiento de los responsables de un portal de Internet desde el que se descargaban contenidos sujetos a derechos de autor, gratuitamente.

Habrá que estar muy atento a la evolución de este suceso, no vaya a ser que se empiece por la defensa de los derechos de autor, y se acaba censurando los contenidos. He leído en El País a varios escritores, columnistas y articulistas, y todos coinciden en sus diatribas contra el modelo de cultura gratuita. Tengo la sensación de que la profunda crisis económica por la que atraviesan los medios, unos debido a la brusca disminución de los ingresos de publicidad, otros como Sogecable, porque hay otras cadenas que ofrecen gratis algo por lo que ellos cobran, está relacionada con los cada vez mas frecuentes lamentos y diatribas en relación con la libre comunicación que circula por Internet.

En la página “Democracia. Prensa. Internet.”, a la que no puedo acceder ahora porque este cacharro me dice que el Blog ha desaparecido, apunté que tanto la prensa escrita, como Internet, son medios complementarios, y ambos soportes son necesarios para una circulación rigurosa y fluida de la información, que es una condición esencial de los modernos sistemas democráticos.

Ahora veo que Internet provoca cierta hostilidad entre los periodistas y los músicos profesionales, pero al mismo tiempo es un soporte libre para que se expresen fuentes creativas muy diversas, y uno desearía que esa libertad continuara, y también que los músicos, los escritores y periodistas profesionales no vieran en ese soporte un enemigo de sus intereses, sino una plataforma de extensión de sus mensajes y su creatividad.

El año pasado asistí a unos cuantos conciertos de Jazz gratuitos en el Botánico de Heliópolis. Yo no pedí que fueran gratuitos, simplemente, me enteré y asistí. Este año han repetido ese ciclo de conciertos, pero se han visto obligados a cobrar una entrada. He seguido asistiendo, y he pagado lo que me han pedido.

No creo que nadie quiera que desaparezca la prensa escrita. Si El País, por citar a un periódico que acaba de eliminar el suplemento gratuito semanal destinado a los niños, además de reducir el número de páginas de algunas secciones, necesita pedir unos céntimos mas por su ejemplar diario, porque se han reducido los ingresos de publicidad, pues que los pida. Seguramente, quienes lo compran todos los días, y los que lo compramos de uvas a peras, lo pagaremos muy a gusto si eso va a consolidar su presencia en el mercado.

Me resulta bastante triste leer los lamentos de muchos columnistas, a los que sigo desde siempre, que parecen echarle la culpa a Internet de la incidencia de la crisis en periódicos y emisoras de televisión, cuando el origen de sus dificultades está, sobre todo, en la disminución de los ingresos de publicidad derivada de un entorno de depresión económica que se deja sentir cada día mas en todos los sectores.

Mi impresión es que, cuando se supere la difícil coyuntura por la que atravesamos, los recursos de las empresas periodísticas y audiovisuales procedentes de la publicidad, volverán a equilibrar sus cuentas, y nadie se acordará de la competencia de Internet, mientras tanto, usarlo de chivo expiatorio tiene el peligro de que alguien sienta la tentación de limitar la libertad de su acceso, de sus contenidos, y del uso gratuito de los resultados del talento creativo de los artistas.

Pero si seguimos por el camino de empapelar a los portales de Internet, como ha ocurrido en Suecia, ese puede ser el principio de un camino peligroso para la libertad de expresión, pues estoy seguro de que hay muchas personas con cierto poder político y económico que se sentirían mas felices sin ser observados por los muchos internautas que añaden, a la vigilancia de la prensa escrita sobre las conductas reprobables, sus propias aportaciones que contribuyen a extender, matizar y diversificar la libertad de expresión crítica que caracteriza a las sociedades democráticas modernas.

Ojalá que la crisis de cierta prensa escrita, y de ciertos grupos de comunicación, dure poco y volvamos a ver como sus columnistas se ocupan mas de la realidad cotidiana, sin calificar a Internet como el origen de todos sus males.

Aunque igual esas actitudes no tienen nada que ver con la crisis de los medios, sino con la primavera y las fases de la luna. Cualquiera sabe.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 20-04-09.

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