Hoy, después de hacerme una prueba en el neumólogo --todavía respiro pese a mis hábitos de fumador-- he asistido a clase de medios de comunicación. Hemos debatido el contenido de un decálogo de una publicación dedicada al medio ambiente, al que luego me referiré. A causa de ese debate, mi actitud como consumidor ha cambiado, de modo que, en lugar de tratar de influir, con resultados imposibles, sobre la política europea o insistir una vez mas sobre la crítica de las actitudes del ejecutivo español en cuestiones de orden público, regreso a otro terreno, mas doméstico y humilde, que consiste en preguntarme, ¿Que puedo hacer yo hoy por el medio ambiente?
(...)
La publicación referida trata de mostrar la existencia de múltiples áreas en nuestra vida de consumidores, que permiten que mejoremos las consecuencias de nuestro consumo en el entorno y en las sociedades humanas.
Las propuestas del decálogo que sigue se refieren, en primer lugar, al uso de electrodomésticos, y como una elección consciente afecta directamente a la eficiencia en los consumos energéticos.
En cuanto a la ropa, se incide en la capacidad del consumidor para asegurarse de que el artículo que compra ha sido producido en condiciones laborales de respeto a la fuerza de trabajo, evitando el consumo de productos obtenidos en régimen de semi esclavitud o de explotación infantil. También nos avisan de que el algodón, una materia prima tan 'natural' es uno de los cultivos que mas agua y pesticidas consumen.
Las recomendaciones mas numerosas afectan a la alimentación. Se apuesta por el consumo de productos locales, se recomienda la agricultura biológica, acudir a las tiendas especializadas, comprar productos sin envasar, reducir el consumo de carne, y se cita la relación entre el número de personas que puede alimentarse en un año con una hectárea de cultivo, dependiendo del tipo de cultivo que se haga.
Se aconseja usar mas el transporte público, la bici, o el desplazamiento a pie, en distancias que lo permiten, reservando el vehículo privado para distancias largas.
El uso de vinagre y bicarbonato permite realizar las tareas de limpieza sin usar productos químicos muy contaminantes. En el aseo personal, se puede evitar el uso de aerosoles, muy problemáticos de reciclar.
Existe una red de comercio justo, en particular para productos como el café y el chocolate, que también comercializan multinacionales que, sobre todo, producen mucha miseria en los lugares de origen de esos productos.
En los productos culturales, se sugiere la compra de libros de segunda mano, el intercambio, y la preferencia por editoriales que usan papel reciclado (Bromera).
En cuanto a las Empresas que comercializan los artículos que consumimos, se nos sugiere buscar información fiable sobre su respeto al medio ambiente y a los valores sociales de equilibrio respecto a la explotación del planeta y de las personas, que realmente unas empresas practican mas que otras.
La referencia a la Banca Ética es breve porque, aunque no toda la banca invierte
directamente en las mismas cosas, no es fácil encontrar en un sistema financiero globalizado auténticas excepciones, aunque algunas entidades usan la imagen de la ética para diferenciar su negocio.
Finalmente, se cita un repertorio de organizaciones que comparten estos fines. Ecologistas en Acción, Greenpeace, ONGs, Opcions, cuyas publicaciones llevan información sobre consumo responsable.
Después del largo debate, me he preguntado, ¿Que puedo hacer yo por el medio ambiente?, mas en concreto le he dicho a la profesora, --Mira, voy a Mercadona, pensaba comprar un aerosol con crema de afeitar, una maquinilla desechable de afeitar y un gel de baño. ¿Que hago?
Al final, he renunciado al aerosol, lo he sustituido por el viejo jabón de afeitar, lo que me ha obligado a comprar una brocha de pelo de tejón (joder, el tejón lo ha pagado), un gel de glicerina con extracto de oliva, y al llegar a la maquinilla no desechable,ya no tenía los seis euros que cuesta, así que he cogido una desechable.
Total, 11 Euros. Ya ven lo jodido que es esto del consumo responsable, para salvar el planeta, te cargas un tejón, y como compras la brocha te quedas sin pasta para no contaminar con la desechable.
A pesar de todo, lo he logrado, aquí me tienen dando vueltas a la brocha y el jabón para afeitarme como hace cien años mientras canto un aria de Turandot, pero el jodido aerosol (había veinte en el estante, y un solo jabón de afeitar oculto en un rincón)
se ha quedado en Mercadona. Jamás volveré a comprar ninguno. Lo juro.
En fin. Brocha y Jabón.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN)22-02-12.
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