sábado, 25 de febrero de 2012

LA AUDIENCIA

Hubo un tiempo, no tan lejano si lo medimos en términos geológicos, en que 'la audiencia' era un privilegio concedido por los aristócratas, Grandes Duques, Monarcas, Virreyes y otros representantes de la autoridad absoluta, que consistía en recibir en palacio a sujetos de menor entidad que casi siempre le proponían al poderoso algún negocio del que ambos, quien concedía la audiencia, y el de menor rango, solían sacar réditos que eran objeto de reparto entre el emprendedor y la autoridad que secundaba la empresa.
(...)

Desaparecida la aristocracia de los poderes del Estado, al menos como clase, por medio de las sucesivas revoluciones burguesas, lo que no impide que algún aristócrata siga en nuestros parlamentos, el poder de 'la audiencia' sigue presente, aunque la aceleración de la tecnología electrónica, le ha dado otro sentido. Ahora son las mediciones de audiencia de los espectadores de las diversas cadenas, las que determinan si tal o cual negocio, tal o cual programa, merece estar o no en antena, lo que conlleva la separación, en su caso, o la permanencia, de quienes lo producen, lo dirigen o lo presentan.

Los índices de audiencia son, en nuestro tiempo, el veredicto inapelable que determina la continuidad o no de un espacio televisivo, aunque esto no parece, a ojos de un espectador de a pié, que debería ser igual para una cadena pública que para una privada. Uno, en su ingenuidad, piensa que los objetivos de una tele pública, no tienen porque coincidir con los de las privadas. Uno piensa en el modelo de televisión pública asociándolo a la BBC, mas que a Tele 5.

Con esta mirada, no parece necesario que la televisión pública deba ser líder de audiencia en todos los campos. Es deseable que la tele pública gane en calidad a todos los demás en informativos, o en otros espacios de divulgación, incluso en los deportivos, pero, ¿que necesidad hay de que la tele pública compita con la privada
con los programas del coño? A mi que cojones me importa que fulanita haya despedido a su novio, o que tal otra señora `vaya a parir una hermosa niña, y para que me cuentan esto justo antes del telediario, todos los días.

Ya lo sé, es la audiencia, la puta audiencia, pero, puesto que los usuarios de la tele pública la pagamos vía impuestos, no podrían preguntarnos directamente, vía encuesta --tener la tele encendida no significa la adhesión a todos sus contenidos-- si queremos, o no, programas del coño en la tele pública.

Por favor, no den por hecho que tener la tele encendida antes del telediario
significa un aval para que Igartiburu --quien podría hacer dignamente otros programas-- nos largue cada medio día su discurso sobre una crónica social mas amarilla que rosa, absolutamente impropia de una cadena pública, que es coherente que quiera obtener la máxima audiencia en otros programas, pero no en ese. La máxima audiencia en un programa como ese es, para un ente público, un desprestigio, mas que otra cosa.

Es una opinión.

En fin. La Audiencia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 25-02-12.

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