En la página 90 de El Gatopardo, de Giussepe Tomasi di Lampedusa, en la edición de Narrativas/Edhasa que estoy releyendo, hay una descripción de un plato que el Príncipe de Salinas ofrece a sus comensales, para celebrar el regreso a sus posesiones de Donnafugata, que no me resisto a divulgar aquí, para quien le pueda interesar. En principio, se trata de unos vulgares macarrones, pero, como descubrirá quien entre en el detalle, no lo son tanto.
(...)
"Por eso cuando tres criados con traje verde y dorado y peluca empolvada entraron llevando cada uno una enorme bandeja de plata ocupada por un imponente timbal de macarrones, solo cuatro de los veinte comensales se abstuvieron de celebrar la agradable sorpresa (...)"
"(...) hay que decir que el aspecto de aquellos babélicos pasteles bastaba para suscitar estremecimientos de admiración. El oro bruñido de la costra, la fragancia de azúcar y canela que de ella emanaba, sólo eran el preludio de la sensación de delicia que surgía del interior cuando el cuchillo hendía la superficie: primero brotaba un vapor cargado de aromas, luego se divisaban los higadillos de pollo, los huevecillos duros (de codorniz), los trocitos de jamón, de pollo y de trufa mezclados en una masa untuosa, muy caliente, de diminutos macarrones a los que el extracto de carne añadía
un precioso color gamuza..."
De nada.
En fin. Macarrones Donnafugata
(Gentileza de Tomasi di Lampedusa)
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN)11-02-12.
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