martes, 7 de agosto de 2012

CONOCIMIENTO DE IDIOMAS

Hay dos escritores, entre otros, presentes en la actualidad de los suplementos, mas o menos literarios, de la prensa dominical,  Javier Cercas y Quim Monzó. Ambos han escrito libros de éxito. 'Soldados de Salamina', 'Lo mejor que le puede pasar a un croasán', y siguen colaborando en las páginas que nos regalan una lectura sosegada en los domingos de agosto.

Lo último de Cercas iba en la sección Palos de Ciego del suplemento de El País Semanal, un artículo titulado 'No queremos presidentes egregios', en el que Cercas señalaba la carencia de nuestros presidentes en el conocimiento de otras lenguas, 'Yo estaba muy intrigado con la cara de alegre perplejidad que pone Mariano Rajoy en las reuniones de líderes internacionales y con el hecho de que fuera el único que miraba a cámara --mientras los demás se miraban entre ellos..--hasta que comprendí que pone esa cara porque no se entera de nada de lo que están diciendo, los demás hablan inglés, pero él no.'
(...)  
Unos párrafos antes de esa observación, Cercas afirma, 'un escritor que solo lee su propia lengua difícilmente puede ser un GRAN (la hipérbole es mía) escritor, y no solo porque las lenguas ensanchan nuestro mundo y lo vuelven más complejo, sino también porque es imposible ser un GRAN escritor sin apropiarse a la vez de la propia tradición y de la tradición universal..'

Cercas confiesa, al principio del artículo, que se apaña con SOLO tres lenguas extranjeras (Las mayúsculas son mías, porque si piensas en la tradición oriental, en la cultura árabe, en la literatura étnica que surge cada vez con mas fuerza, por no hablar del griego y el latín clásicos, y aplicas la medida de Cercas a la universalidad, que hay que acceder a esa tradición sin la barrera de la traducción, te das cuenta de la inanidad de quien solo conoce dos o tres lenguas occidentales.). Yo solo uso dos, una de ellas el catalán y, confieso que cuando leí 'Fortuny', de Pere Gimferrer, se me escapó un tercio de sus significados. 

He intentado acercarme a una tercera lengua, el alemán, tan de moda ahora, pero solo he conseguido poner dos líneas en la página 'Michele', con la incertidumbre de no saber si esas expresiones son de uso corriente, o no, en las calles de Bremen o Berlín. Pero, ya que hablamos de idiomas, de leer o no, de escribir o no, tengo una firme convicción, envejecer escribiendo, en mi caso, es mas saludable que hacerlo sin escribir, aún con la limitación de mis conocimientos, con independencia del 'tamaño' de la escritura, sea grande o pequeña, es decir, tenga o no un amplio bagaje de la tradición universal. 

Me conformo con Lao Tsé de tercera mano, antes que haberme papeado toda la filosofía escolástica de la vieja literatura europea, en versión original. Ya que hablamos de envejecer, he visto a Quim Monzó en una entrevista del canal 33 mientras zapeaba, anoche, se veía que era una grabación antigua, y me ha parecido que Monzó no envejece bien. Cada uno envejece como puede.

Yo he elegido envejecer escribiendo en el blog, y no me va mal, pero esta mañana he bajado al bar de los locos, a por tabaco y, mientras fumaba el primer cigarrillo en el portal, antes de acabarlo, ha bajado Encarna con el carro de la compra y hemos ido a Mercadona, a por unas cosas porque hoy tenemos comida familiar. 

Encarna se ha cabreado, y lo ha expresado en voz alta, por el tamaño de los envases y de los precios. Luego en el pakistaní, ha hecho lo mismo, por el estado de los tomates. ¿Estará envejeciendo?, he pensado yo, por eso expresa esa cólera intolerante que a veces acompaña la senectud. Enseguida, por asociación, ¿estaré envejeciendo?, pues mi exagerada destilación nasal durante todo el camino, supera con creces la gotita a la que aludía Fernán Gómez, en sus últimos tiempos que, según el, le impedía comer fuera de casa con los amigos.

Es evidente que envejecemos, desde el minuto uno después de nacer, pero cada uno lo hace como puede. Quim Monzó, a mi parecer, lo hace mal, contra su voluntad, supongo. Yo, la verdad, en los últimos cuatro años, me siento cómodo al envejecer escribiendo. Prueba de esa sensación es que no me ha importado recurrir a las versiones a mi alcance del acervo de la literatura universal en la sección de libros del Blog, en la que he divulgado las palabras --traducidas-- de algunos autores.

Son 111 páginas en las que me intereso por otros escritores, de lenguas propias y ajenas, traducidos. Conrad, Pajuelo, Hardy, Cela, Kapucinski, Pushkin, Rimbaud, Kavafis, Blom, Faulkner, Capote, Wolf, (ella y ellos) Whitman, Hessel, Céline, Frisch, Mann, Byron, Joyce, Rulfo, García Márquez (el primero), Vargas Llosa (el penúltimo), Auster, Hemingway, Fitzgerald, en fin, muchos otros, de entradas mas antiguas que no he consultado, además de Valle Inclán, Shakespeare, y otros, en las páginas de Teatro (27) y alguno mas, en las de Cine, (36).

Se puede envejecer bien, conociendo solo dos idiomas, pero, estoy de acuerdo con Cercas, no se debe presidir el gobierno de un país, conociendo solo uno. Se te pone cara de chiste cuando los demás hablan entre sí. 

En fin. Conocimiento de Idiomas.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7-08-12.

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