Quienes siguen el blog desde hace años saben que en verano toca viaje a Madrid. Quienes lo siguen desde hace poco también, porque ya me he ocupado yo de avisar. El viaje a Madrid estival se está convirtiendo en una (buena) costumbre, gracias a mi amigo el pintor, Antoni Llop, a quien dediqué una página con motivo de su exposición en el Ateneo Mercantil de Heliópolis.
El es quien, con su interés por el arte y la cultura, nos estimula a conocer la obra de pintores que suelen estar presentes en las exposiciones temporales del Reina Sofía, del Thyssen, o del Prado.
Creo recordar que inauguramos esta serie de viajes en el Reina Sofía, donde mi mujer lloró al contemplar el Guernika. El año pasado vimos lo de Antonio López en el Thyssen.
Fueron viajes apresurados, con una sola noche de hotel.
Este año lo hemos ampliado un poco mas, lo que nos ha permitido visitar 'El último Rafael', junto a la pintura española de los fondos permanentes, en el Prado, Hopper en el Thyssen, William Blake
en el Caixa Fórum, además de patear Madrid hasta la extenuación y montar en los autobuses urbanos, porque no solo hemos estado en el Madrid esencial, sino en el circular, ese que te tiras 45 minutos dando vueltas por un Madrid excéntrico, es decir de fuera del centro,de día o de noche, con el circular 1 o con el 2, hasta tener la sensación de que te has pasado tres días en el mismo autobús, dando vueltas sin ton ni son, aunque aún nos ha dado tiempo para conocer algunos edificios singulares, como La Casa Encendida, el antiguo Palacio de Correos, desde cuya terraza hay una vista magnífica de las esculturas neoclásicas que habitan los tejados de Madrid, y re visitar los mercados de San Antón y San Miguel, además de otras cosas, noche de Jazz en el Populart de Huertas, visionado del Madrid-Barça (2-1) en Capacho, o tomar una cerveza en el Café Gijón, a un precio proporcional al placer sádico de que te la sirva un camarero con una chaqueta cerrada hasta el cuello en pleno mes de agosto.¿Es necesario someter a esa tortura al personal que sirve,solo para justificar el precio? No sé.
Lola, la mujer de Antonio, estaba empeñada desde el principio en ir a conocer el llamado Village de las Rozas. Un complejo de tiendas pijas, pero pijas de verdad, así que lo hicimos, tomamos el circular --claro-- hasta el intercambiador de Moncloa, y allí tomamos otro autobús hasta las Rozas. Dos horas largas de autobús, que es lo que ha caracterizado este viaje, por eso vuelvo con esa sensación de circularidad, que da nombre a esta crónica,por oposición a la de centralidad.
(...)
EL PRADO. Llegamos puntuales a Puerta de Atocha, dejamos las maletas en el hotel, que está frente al museo, desayunamos en la cafetería, un café con leche y una flauta de jamón dos euros, la oferta del día, cruzamos el paseo
y, mientras se hacía la hora de personarnos en taquilla, con el DNI en la boca desdentada para acreditar nuestra condición de viejos carcamales, para cambiar el papel de Internet sin código de barras por una entrada cuatro euros mas barata que la de quienes lucen una boca perfecta, esperamos sobre un banco soleado (19 grados), total para que los cuatro euros nos los clavaran otro día cuando tomamos una cerveza en el Gijón, servida por un lacayo, porque está cerca de la Puerta de Alcalá, --el Gijón-- mi-ra-lá, mí-ra-lá, tra, la, rá, que ya lo dice Víctor Manuel en la canción, lo del lacayo, pero se refiere a Carlos III, que ya podían los del Gijón ponerse al día con camareros de manga corta, no tíos sudorosos recluidos debajo de una chaqueta abotonada hasta el cuello en pleno mes de agosto, que hay que joderse lo que se ve obligado a hacer uno para llevar a casa un sueldo de camarero, me cago en la hostia .
Había poca gente en el Prado. Había poca gente en Madrid, fue el martes. Total, que entramos enseguida a lo de 'El último Rafael'.
No tengo a mano el folleto para recordar todos los detalles, pero así, en plan síntesis, en lo último de Rafael había menos de Rafael que de sus colegas de taller, incluso había mas de un cuadro en el que Rafael solo había puesto la perfección de un rostro manierista, y lo demás era de sus discípulos, colegas, aprendices, o como coño se llamen los que trabajan en el taller de un pintor, sin ser el pintor.
Ahora, el retrato de su mecenas, Baldomero, Baldasiano, o como se llame, con esa mirada tan
increíblemente humana, vale por la mitad de lo expuesto. Parece mentira que se pueda
pintar algo así, que trasciende la mera pintura, para convertirse en un tratado de humanidades, dejando fijado, para la eternidad, el puto interior de una persona, nada de los rostros sin acabar de las figuras de Hopper, muñecos solitarios y deshumanizados adrede por el americano, que ya sabemos que el mundo es así, pero no hace falta insistir, digo yo.
Total, que vengo de Madrid reventado, con millares de agujas pinchando en los gemelos de mis escuálidas piernas, y antes de continuar la crónica de la visita al último Rafael, tendría que ir a buscar el folleto de la exposición, pero me voy a la piltra, a descansar, y lo dejo para mañana.
En fin. Madrid Circular (I)
(Continuará..)
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 31-08-12. (0,30 horas)
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