Hace años que pongo una palabra detrás de otra en el blog y, hasta hoy, nunca me había sucedido tener que bajar, de un modo compulsivo, al quiosco de enfrente
en busca de un titular que llevarme al bolsillo, porque no se me ocurre ningún tema que no haya tocado ya antes.
Esto tiene que ser la jalea real vitaminada, que ya voy por la segunda caja y no me produce ningún efecto para combatir la astenia otoñal. ¿Estará falsificado el producto?
¿Será una porción de agua con colorante?. No sé.
El caso es que me he lanzado a por un ejemplar de 'Levante' con cierta ansiedad y, después de pagarlo, me he dado cuenta de que el gran titular de la primera trata un tema local, y la foto de abajo, lleva al tipo de Neguri, el patrón del yate Bankia que no flota mucho, y de quien ya me he ocupado en el blog.
Dudaba de que la prensa local de hoy me inspirara algo interesante cuando, al ojear el titular gordo de El País, su contenido, algo surrealista, ha llamado mi atención.
"Gallardón avisa a Mas de que le aplicará el delito de desobediencia".
¿Que haríamos quienes perdemos el tiempo comentando la actualidad política nacional
sin Gallardón o Wert?. No sería lo mismo.
(...)
Vamos a ver, al parecer, la Constitución española define el modelo de
Estado como un Estado autonómico por lo que, de entrada, no parece que las relaciones entre unas comunidades y otras, y estas con el Estado, se puedan calificar de jerárquicas, nadie es mas que el otro, cada uno tiene sus funciones y competencias, y hablar de desobediencia resulta, además de pueril, alarmista.
El tal delito creo que está definido en el titular de manera incompleta. Se tratará de desobediencia civil, supongo, por oposición a la vieja desobediencia militar que a veces se llamaba, con un sentido demasiado dramático del lenguaje, alta traición.
En tiempos de predominio de lo militar sobre lo civil, se fusilaba a la gente a mansalva, solo porque desobedecía, pero la desobediencia es también una virtud humana
sin la que todavía seguiríamos con la creencia de que la tierra es plana.
Tengo la convicción de que Mas se está comportando ahora como un fullero, interesado en asustar con faroles a la competencia para ganar sus elecciones, y en lugar de responder a esa estrategia con la frialdad del jugador de poker, el gobierno, por boca de sus mas torpes representantes, ha picado el anzuelo y cada nueva declaración que hace, favorece el victimismo que es parte inseparable del legítimo ideario independentista.
Primero, Wert, amenaza con españolizar los colegios catalanes y ahora, Gallardón, con el peor estilo nacional socialista --cuando oigo hablar de independencia saco la pistola-- amenaza con detener a Mas, algo muy sensible para los catalanes, que estos días recordaban lo que le sucedió al presidente Company. Hombre, Gallardón, no hay que exagerar.
Cuando se produce un conflicto, lo mejor es negociar. Lo estamos viendo cada día en la tele, en la serie Isabel, los amos de Castilla no hacen mas que negociar una y otra vez, aunque luego nadie cumple lo pactado. Es igual, la negociación enfría el conflicto. Solo por eso, conviene intentarla
La desobediencia es una virtud humana a la que no se le rinde bastante tributo. Mandela fue, en Suráfrica, un ejemplo universal de esa virtud, y de como se impone, triunfa, a a lo largo del tiempo. Estos días, los tribunales ingleses están estudiando las demandas de antiguos combatientes del Mau Mau, que ahora los historiadores ingleses están tratando como un Movimiento de Liberación Nacional --desobediencia-- que sufrió mas represión violenta de la que se atribuyó a sus propios actos violentos.
Por no hablar de otras desobediencias, mas domésticas, por ejemplo negarse a estudiar Derecho, cuando se impone esa elección porque papá es abogado, si uno quiere dedicarse a la música, a la pintura, o a la bohemia. Las orlas universitarias están llenas de gente que no se atrevió a decir que no y perdió cinco años de su vida estudiando una carrera que no le interesaba y luego no ha ejercido, por no atreverse a desobedecer la presión familiar.
Son mas trágicos los resultados de la obediencia, cuando es ciega, --véase el régimen de Pinochet-- o cuando se interpone en el camino de la ciencia impidiendo que progrese abandonando los viejos paradigmas
Se equivoca Gallardón invocando la obediencia en la resolución de un conflicto, en lugar de usar del diálogo para acercar al oponente a sus razones. Uno, desde la distancia, supone que al envite de Mas, en el que unos y otros abusan del farol, la chulería, la amenaza, le conviene mas el sentido común pero, ya dice el retruécano,
que el sentido común es el menos común de los sentidos.
En fin. Desobediencia.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16-10-12.
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