lunes, 15 de octubre de 2012

RECORTADORES

Hasta hace poco conocíamos como recortadores a unos señores, en su mayoría portugueses, que se enfrentaban a un toro de lidia con sus solas manos, sin capote, muleta, ni espada de torear, pero en la actualidad ha surgido una subespecie que habita en los salones del poder y, sin ningún riesgo personal, se dedica al recorte de los presupuestos públicos en las mas variadas áreas que afectan a la buena salud física y cultural de las personas que sufren su faena de recorte, manifestando su descontento con pitos y caceroladas.

Hoy me referiré solo a dos de esos colectivos heridos por la espada del recorte presupuestario, las personas dependientes que han visto disminuidos, retrasados, o desaparecidos los fondos a ellas destinados, --ni en Alemania recortaron eso-- y es de suponer que, en su mayoría, forman parte de la población que no ha asistido a manifestaciones y 'algaradas', seguramente por carecer de asistencia para hacerlo, no por falta de ganas, a quienes Rajoy, después de imponer el tijeretazo, encima, les ha dado las gracias; y a los usuarios de las bibliotecas públicas, cuyo presupuesto en 2013 para la compra de libros nuevos, en cincuenta y dos de ellas será de cero euros, según cuenta Javier Marías, en su artículo en la última de El País Semanal, que analiza el recorte del 30% en cultura que impone el gobierno, con la colaboración activa del ministro 'Verde', hay que suponer.

El tonto de Rajoy ignora que parte de la gente que se queda en casa lo hace para leer a Hessel, Sampedro, Noam Chomsky, Voltaire, y que se comunica con una parte significativa de la población a través de Internet, para mejorar su capacidad de respuesta ante los abusos del poder, y que esa energía latente, de momento doméstica, que Rajoy confunde con la pasividad obediente, acabará por estallar en su cara si no es capaz de enmendar el rumbo errático que sigue desde hace un año.

Ahora mismo, no leo a Hessel, Sampedro, Chomsky o Voltaire, pero tengo entre manos un libro de Stefan Zweig, BALZAC, que procede de los fondos viejos de la biblioteca a la que recurro con frecuencia, y que les recomiendo leer, antes de que los recortes en cultura se centren en la venta a peso de las existencias de las bibliotecas públicas.

(...)
Esta fobia a los libros es típica de la afección al totalitarismo, en mayor o menor grado, así que tal vez debemos ir preparándonos para memorizar alguno antes de que se quemen en la plaza pública.

De momento, las primeras páginas de Balzac ofrecen una poco frecuente combinación de investigación rigurosa y amenidad, una excelente mezcla de documentación histórica y penetración psicológica de la personalidad múltiple y contradictoria de quien fue reconocido como el mayor escritor de su tiempo y antes, durante muchos años, se dedicó a escribir novelones a tanto la página, firmados con diversos alias.

Zweig reconoce en Balzac a un escritor con una imaginación prodigiosa, esa condición, sumada al oficio que adquirió durante diez años escribiendo veinte páginas diarias a la luz de un candil, en cuchitriles húmedos y oscuros, dieron como resultado un autor brillante, no sin que antes se metiera en negocios que quebraron, donde quienes pusieron dinero, familia, amigos y amante, fueron los perjudicados, porque Balzac nunca tuvo un duro, y todo lo que hizo, bien o mal, fue con una única intención, obtener la independencia económica de su familia.

La familia de Balzac, en particular su madre, tuvo una actitud hacia el hijo que, vista con la mirada actual, parece, cuanto menos, curiosa. Apenas nació, se lo confiaron a un ama, y después, fue de institución en institución, y solo ingresó en su hogar cuando, ya cerca de los veinte años, su mal estado físico aconsejó su ingreso, por primera vez, en la casa familiar. 

No parece raro que la primera relación afectiva de Balzac fuera con una amiga de la familia de la edad de su madre, una mujer casada con la que se lió, cuyo lio duró por lo menos diez años, y que al parecer fue su maestra de vida, ya que los otros maestros que tuvo, en las instituciones en las que vivió, mas que nada, le daban leña. 

La primera noticia que tuve de Balzac, fue la respuesta que dio Cela en una entrevista en la que le preguntaron por el oficio de escribir, y el contestó, --Pones una palabra detrás de otra y, a lo mejor, sale Balzac. 

Al leer lo que cuenta Zweig de Balzac, reconozco el mismo concepto de la escritura, al considerar que Honoré se tiró diez años escribiendo folletines, panfletos, textos publicitarios y otras cosas infumables antes de alcanzar la fama y el prestigio, pero no se puede omitir que Balzac, además de oficio, tenía también condiciones innatas sin las que, el simple oficio, no parece suficiente, como Zweig apunta en su texto:

"Un hombre dotado del genio de Balzac, que gracias a una fantasía exuberante consigue colocar al lado del cosmos terrestre otro cosmos completo de su entera creación, muy rara vez será capaz de atenerse con todo rigor a la verdad cruda y desnuda en no pocos episodios de su vida privada...." 

Si quieren saber algo mas de Balzac, vayan a su biblioteca, pero dense prisa, antes de que los recortadores vendan sus existencias a peso, o los gobiernos con tendencias pre totalitarias los quemen en la plaza pública. 

En fin. Recortadores.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 15-10-12.

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