miércoles, 31 de octubre de 2012

JUEGOS DE CASINO

Mi experiencia en casinos es muy limitada. Solo jugué en tres de ellos, en ocasiones tan separadas en el tiempo y en el espacio que debo hacer un esfuerzo de memoria para recordarlos. El primer casino que visité, acompañando a un ejecutivo vasco, que sabía de esas cosas porque residía en San Sebastián, fue el de Monte Picayo (ahora creo que  está cerrado).

Mi acompañante me enseñó que, jugando al Black Jack, (la veintiuna) la banca y yo teníamos la misma probabilidad de ganar, 50%, como pude comprobar enseguida. Gané algo de dinero y luego lo perdí en la ruleta porque, como también me indicó mi acompañante, la probabilidad de ganar en la ruleta se reduce a 1/36, a menos que juegues a rojos y negros, par o impar, pero, eso, no es divertido.

Recuerdo haber visto en aquel casino a un labriego enriquecido jugando en la mesa de Bacarrá, con fichas de medio millón de las antiguas pelas. Eran de color azul oscuro, aquellas fichas.

Después de aquel aprendizaje de iniciación, pasé por el casino de Montecarlo, en una fugaz visita en un viaje hacia Italia, y en otra ocasión visité el casino de Tenerife, durante unas cortas vacaciones navideñas. En esas dos ocasiones, volví a ganar al Black Jack, y volví a perder en la ruleta, lo que parece indicar que en los juegos de casino, a pesar del azar, se observa una cierta regularidad.

No se en cual de esas ocasiones, alguien me dijo, 'Lo importante de estas cosas, es saber cuando hay que levantarse de la mesa'. Y de eso es de lo que voy a hablar, pero no referido a los casinos, sino al futuro de decenas de promotores inmobiliarios valencianos, del que se ocupa  'Levante' en un titular de hoy, página 35.
(...)  
El asunto es el siguiente. Buena parte de los activos inmobiliarios sin vender, financiados por la banca local, han ido a parar a los activos de los bancos, ya que los promotores no pueden satisfacer sus créditos. Ahora, el saneamiento de los bancos en dificultades va a requerir una transferencia de esos activos a la sociedad que se encargará de su liquidación, pero a unos precios sensiblemente inferiores a los que tenían. A la vez, se transferirán a esa sociedad los créditos debidos por los promotores que, claro, lo serán con su valor íntegro.

La pregunta, no ya del millón, sino de los muchos millones es, ¿que va a pasar con la diferencia entre el valor de liquidación de esos activos y el nominal de los créditos de los que responden los promotores? Al disminuir el valor de esa garantía real ¿les van a exigir a los promotores que pongan la diferencia? ¿que apechuguen ellos con esa minusvalía de los inmuebles como titulares de los créditos? 

Estamos hablando de una pila de millones, si la respuesta es afirmativa, podemos hablar de una apuesta que hicieron estos promotores cuando había alegría en el casino y de la que ahora la banca reclama que salgan perdedores. 

Como si hubieran jugado a la ruleta y la bola, después de dar vueltas durante unos años, hubiera caído en la casilla que no toca. 

La situación no es muy diferente del hipotecado que pidió prestados 250.000 euros para financiar su piso, y ahora se encuentra con que los tasadores lo valoran en 150.000. ¿Debe hacer frente a su hipoteca por 250.000?. Con las leyes actuales, la respuesta es si. 

No termino de creer que eso es lo que vaya a suceder con el sector inmobiliario entrampado en una caída de los valores de los activos, como el hipotecado, pero así, de pronto, parece que es así.

Habrá que ver como se desarrolla este embrollo del banco malo, y que consecuencias tiene para unos y otros, pero, de momento, la sensación que tengo es que, buena parte del sector inmobiliario, local, y no tanto, se sentó a jugar a la ruleta, no al Black Jack, y no supo levantarse de la mesa a tiempo.

En fin. Juegos de casino.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 31-10-12.

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