miércoles, 31 de octubre de 2012

SANDY II.

Ayer contemplamos, en televisión, todo tipo de imágenes que reflejaban en las pantallas la potencia destructiva del huracán Sandy, que ha asolado, entre otros lugares, la costa Este de los Estados Unidos. Las contemplamos una y otra vez, en cada telediario y, con cada noticia, se añadían imágenes de última hora, de modo que la mayor parte de la población mundial que dispone de televisor ya sabe que el Metro de N.York permanece cerrado y que millones de usuarios permanecen sin energía eléctrica en sus domicilios y negocios, además de los daños personales habidos y las primeras cifras de evaluación de los daños materiales.

Creo recordar que el presidente Obama advirtió a la población de que no bajaran la guardia porque los efectos de la catástrofe no debían darse por terminados. Lo que no sospechaba es que, al comprar 'Levante' esta mañana, los titulares de primera dieran una información que sugiere que los efectos del Sandy han llegado hasta aquí. (...)

Dos conselleríes, dos puertos y una biblioteca permanecen cerrados por falta de suministro eléctrico aquí, y dos de cada tres farmacias cerrarán a partir del 5 de noviembre. Díganme si no encuentran similitudes entre la catástrofe natural que ha asolado la costa Este de los Estados Unidos, y la política catastrófica de nuestro gobierno autonómico que al final, parece conducir a los mismos resultados que ha desatado el ciclón que se ha tragado a la réplica de la Bounti.

Hay una diferencia sustancial, sin embargo, entre ambos acontecimientos. En Estados Unidos, hay unas elecciones presidenciales y, aunque todos los comentaristas suponen que la gestión de la catástrofe por parte de los políticos va a tener consecuencias en la orientación del voto, nadie se atreve a predecir cual va a ser el sentido de esas consecuencias, a que candidato va a favorecer, o perjudicar.

Aquí, en cambio, no hay elecciones a la vista, por lo que después del apagón y cuando las farmacias vuelvan a abrir, es realista suponer que las cosas van a seguir igual, es decir, empeorando.

No es una buena señal que el Consell vea 'intolerable' que le corten la luz por impago, cuando tantas familias están siendo desalojadas por no pagar la hipoteca. Parece indicar una tendencia a culpar a otro de las propias ineficiencias, por decirlo de un modo fino.

Lo 'intolerable', me parece a mi, es que cientos de miles de ciudadanos se vayan a ver privados de la dispensación de medicamentos, por mucho que un tercio de las farmacias permanezcan abiertas, por la negligencia culpable de unos políticos que se gastaron, en su momento, el dinero en otras cosas, y no tienen la capacidad de exigir al gobierno central de su propio partido --que por otro lado les ha estado auxiliando discretamente con entregas a cuenta, que parecen insuficientes-- que les dote de recursos, cuanto menos, semejantes a los de otras comunidades.

En Estados Unidos los daños habidos son imputables a una causa mayor, a la fuerza de la naturaleza que últimamente parece que se venga, con fenómenos mas destructivos y frecuentes, de las alteraciones en el clima en las que algo tendrá que ver la actividad humana. Nada de eso acontece aquí, por ahora, aparte de que el clima templado que se atribuía a España en los libros de texto que estudiamos de pequeños, parece ya casi un clima monzónico, tropical.

Aquí, los apagones, los cierres, parecen ser la consecuencia directa de la actividad política acumulada durante los últimos quince años por un mismo partido en el gobierno, que ahora ni siquiera tiene influencia con los suyos que le permita seguir atendiendo, con normalidad, las mas elementales necesidades ciudadanas.

Esta mañana he ido al Centro de Salud, para someterme a la vacuna anti gripal.Primero nos han tenido esperando en un sótano. Después una enfermera ha expresado sus dudas de que nos atendieran allí, donde decía un cartel bien visible que nos atenderían. Alguien le ha sugerido que lo aclarara , pero ella ha sugerido que subiéramos a la primera planta, a aclararlo nosotros mismos. Después de un ligero despiste, ha resultado ser allí, no en el sótano. Luego se ha formado una cola desordenada, a pesar de que nos habían dado un papel con la hora de cada uno. Parece ser que Abucassys, el sistema informático de salud pública de la comunidad, se ha caído, ¿será porque cortaron la luz ?, y en lugar de llamarnos por el orden previsto, la cosa se ha resuelto con el desorden de las colas improvisadas habitual en este país. La enfermera me ha pinchado, pero ni se ha molestado en aplicar un algodón con alcohol. He salido con la sensación de haber asistido a un acto veterinario.

Al salir de la clínica, le he dicho a la enfermera, --saludos al conseller Rosado, y ella ha contestado, sin vacilar, --se los daré, con una bofetada.

Todo esto me ha dejado una sensación de anarquía, pero no en el sentido que yo le doy a esa palabra, --orden utópico caracterizado por la ausencia de jerarquía, sino en el que le dan los políticos del Partido Popular, desorden extendido y masivo.

No niego que este enfoque pueda calificarse de sectario, con el matiz de que no pertenezco a ninguna secta o partido, pero ustedes mismos pueden rebajarlo de sectarismo y estimar si hay alguna similitud, o no, entre la catástrofe natural del Sandy, y la catástrofe política a la que estamos sometidos aquí, de manera cotidiana, conducida desde los despachos del gobierno del Partido Popular en la Comunidad Valenciana.

En fin. Sandy II.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 31-10-12.

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