viernes, 28 de diciembre de 2012

ARKADIA

He acudido a la tertulia de los viernes, hoy menos concurrida, debido a los viajes navideños de los contertulios habituales, pero igual de entrañable y distraída que otras veces. Esa es la razón de que la publicación de mi artículo diario se haya retrasado, pero aquí esta.

Estaban presentes un ex oficial de Iberia, un ex alcalde, un ex director de producción de Canal Nou, un ex economista, ahora bloguero, --yo mismo-- como se ve, todos ex de algo, aunque se ha sumado una joven funcionaria del Servef que tiene la costumbre de aprovechar su hora del almuerzo para estar presente entre nosotros, sin duda porque es una persona curiosa y le interesa la observación de los ejemplares exóticos, como si fuera un biólogo especialista en especies raras.

La califico de joven funcionaria porque a mi me parecía que estaba en la treintena y juro que cuando ha declarado que ya ha cumplido cincuenta, mi reacción --con quien has pactado?, ha sido tan espontánea como sincera.

Pero el objeto de la entrada de hoy no es comentar lo que se ha dicho en la tertulia, nunca lo hago por una elemental cuestión de confidencialidad, sino la sensación que he sentido, después de concluida la reunión, al salir a la calle con un colega y entregarnos a la mañana soleada con la que nos ha obsequiado hoy la Arkadia feliz en la que vivimos, el extraordinario clima mediterráneo de estos días navideños que contrastan con la crueldad del invierno de otras latitudes.
 (...)
Al regreso en el autobús, mi colega y yo hemos coincidido en la apreciación de que vivir en esta tierra, Heliópolis, es un privilegio que, lamentablemente, se ve ensombrecido por la negligencia culpable de quienes nos gobiernan. Siendo las horas de sol, las temperaturas, el paisaje y otros elementos esenciales de los que disfrutamos en Heliópolis adecuados para percibir la sensación de estar en armonía con el mundo, tal como si viviéramos en Florida, con humedales y todo, con aves migratorias, pero sin las molestias imputables a las mafias que allí están radicadas, es normal que, de vez en cuando, uno sienta deseos de agradecer haber nacido, y vivir aquí. 

Todas las Arkadias, sin embargo, para merecer ese nombre, deben estar dotadas de hombres justos que las gobiernen, para que la placidez del entorno no se vea alterada por las consecuencias que la torpeza dolosa del mal gobierno hace recaer en la población.

Aquí, en esta Arkadia potencialmente feliz, su mal gobierno ha destruido elementos básicos para la convivencia y el desarrollo. No es el menos importante, su sistema financiero, con mas de cien años de existencia, que ha sido llevado al traste por los detestable políticos que lo han administrado, sus medios de comunicación, en trance de destrucción masiva por quienes tenían la responsabilidad de conservarlos, igual que su economía y con ella su nivel de empleo. 

Una destrucción que no tiene precedentes en la época moderna de esta comunidad, con todas las condiciones para ser una Arkadia feliz, de la que ahora nuestros jóvenes tienen que emigrar en busca de empleo, en la que nuestros empresarios ya no tienen Entidades propias a las que acudir en busca de crédito, y en la que sus ciudadanos tendrán que informarse de lo que pasa a través de medios distintos de los suyos propios.

¿Cuando comenzó esta destrucción? El colega que me acompaña en el autobús, que tuvo un cargo ejecutivo en Canal 9, lo aclara. El primer signo de lo que estaba sucediendo y de lo que iba a suceder después, lo percibió cuando, después de años de gestionar los presupuestos de Canal 9, ajustándose con disciplina a los gastos presupuestados, cambiaron al director y este comenzó a gastar sin tasa, y al señalarle mi colega que se estaban excediendo del presupuesto, aquel respondió, no te preocupes, X nos dará lo que le pidamos. 

Se puede suponer que lo que sucedió en Canal 9, sucedió a la vez en todos los departamentos gubernamentales, cuando decidieron lanzarse a todo tipo de excesos. Ahí, se jodió la Arkadia feliz, y lo que queda de lo que pudo haber sido esta comunidad son ahora ruinas, pero ya dijo Calatrava, el arquitecto beneficiado con esta política suicida, a un colega, que el era sensible a 'la belleza de las ruinas'.

Bien. Ahora vivimos en una Arkadia arruinada, pero nadie tiene poder para negarnos el placer de vivir todavía en un lugar con horas de sol, temperaturas y paisajes mediterráneos que nos da, gratis, un entorno singular. Si lo tuvieran, tengan por seguro que nos lo negarían también. 

Mi petición reiterada de dimisión a Rajoy, la extiendo hoy al Sr. Fabra y sus Consellers. Nunca, salvo en la época de Camps, hemos tenido un equipo de gobierno tan inútil, y con tanto dolo, tan incapaz de que la población de Heliópolis vuelva a tener la sensación de vivir en una Arkadia feliz. Su partido es responsable de su destrucción, y ellos, se muestran incapaces de reconstruirla. 

En fin. Arkadia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28-12-12.

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