domingo, 7 de septiembre de 2014

DOMINGO

No hay ningún cantante pop español que se haga llamar Domingo, aunque si lo hubo en la canción italiana de finales de los cincuenta, o primeros sesenta, no recuerdo bien, del siglo pasado. Doménico Modugno arrasó en los guateques de la época con Volare y otros hits de la canción melódica, que entonces hacía furor, se les llamaba cantantes melódicos porque su música era mas melódica que rítmica, lógico, no...

Es cierto que está Plácido Domingo, pero pertenece a otra rama, la lírica. Llamar a alguien domingo plácido parece mas bien una evocación literaria que un modo de identificación personal. Es en el mundo taurino donde hemos tenido mas domingos, veánse Domingo Ortega o Dominguín. Viene esto a cuento, o no, porque no conviene confundir el nombre de las cosas con las cosas mismas.

A veces, quienes ponen nombre a las cosas, a las situaciones o a las personas, lo hacen con la sana intención de que el nombre se ajuste a la verdadera sustancia de la cosa, y en ocasiones lo consiguen.

En algunos ámbitos, en la política, en general, y en particular en quienes la ejercen desde ámbitos de poder en gobiernos o instituciones, sucede lo contrario, se buscan nombres a las cosas o situaciones, de tal modo que oculten, tergiversen, su verdadera naturaleza, con el fin de tratar de engañar al mayor número posible de receptores de ese lenguaje falaz. Unas veces lo consiguen, otras no.
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Naturalmente, ese uso falaz, mentiroso, del lenguaje, no se hace con la intención de engañar a todos, quienes lo usan saben perfectamente que una parte de los receptores del mensaje están bien informados, y saben distinguir un simple eufemismo, o un uso torticero de datos ciertos, pero manipulados, de un argumento veraz, objetivo, pero no es a ellos a quien va dirigido el mensaje, sino a una mayoría de la población que, o no tiene tiempo para informarse, o ha renunciado a ello.

Con independencia de esa desinformación, a su vez ese grupo de población puede subdivirse en dos, los que no se creen nada, los escépticos, y aquellos que no lo son, y, cuando el mensaje es suficientemente repetitivo y machacón, desde todos los ámbitos de poder, el institucional o el informativo, acaban por creer lo que les dicen. 

Por eso es un poco pueril que muchos comunicadores, informales o no, dediquemos tanto tiempo a rebatir los argumentos oficialistas, yo que se, sobre la situación económica, sobre las verdaderas intenciones de las mayorías en este o aquel proyecto de ley. No se dirigen a nosotros. Dan por descontado que hay una población informada, pero es minoritaria, no les interesa como sujeto destinatario de sus mensajes.

La cosa funciona de otra manera. Asi, cuando se quiere crear un clima de fervor monárquico se instrumenta una campaña en todos los medios, se organizan toda clase de actos de protocolo multitudinarios hasta conseguir, durante quince días, que la monarquía sea protagonista de la realidad social en este país, no importa que luego la prensa italiana aventure que la abdicación del rey cesante es un paso previo al divorcio de una pareja real en crisis desde hace decenios.

El problema de contar la realidad de manera objetiva, es que siempre tiene un perfil poliédrico, si solo muestras una cara de ese perfil, ocultas las demás, o simplemente haces énfasis en uno de sus perfiles. No sé. 

El caso mas obvio de los intentos contínuos de manipulación del lenguaje desde unas afirmaciones sin base técnico económica alguna, son las permanentes declaraciones optimistas, con argumentos casi infantiles, del presidente Rajoy, que últimamente las prodiga sin complejos.

Si quieres saber cual es la realidad del país, tienes que recurrir a los artículos de Ramonet en Le Monde, o informarte de lo que dice y hace Draghi, en el Banco Central Europeo, las chorradas vegetales de Rajoy sobre raíces y no brotes, se dan de bofetadas con los analísis de nuestra realidad que hacen quienes observan desde fuera, o los que hacen desde dentro los casi cinco millones de desempleados y sus famillas. 

La historia de la política económica de nuestro gobierno en los últimos años se puede reducir, siguiendo su sistema de mostrar una cara del poliedro, a un seguimiento servil, acrítico, de las órdenes del superior alemán, y ahora, las medidas expansionistas que toma el BCE desmienten, rotundamente, todo lo que nos han estado diciendo en los últimos años.

Pero, claro, no se lo decían a la gente mas o menos informada, nos lo decían a nosotros porque, al parecer, piensan que somos tontos. Igual tienen algo de razón.

En fin. Domingo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7 09 14.

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