domingo, 12 de octubre de 2014

CRÓNICA DE SIGÜENZA ( 1 )....

"El Chevrolet color naranja enfiló la A-7, con sus cuatro expedicionarios dentro. Nos hemos concertado para compartir un viaje por el norte de Castilla La Mancha durante cuatro días, aprovechando el puente del Pilar. Nos acompaña la voz, femenina, de un GPS que, cada vez que Lola se pasa un desvío o toma una ruta equivocada nos regaña con mucha acritud. Una tía con mucha mala leche que no dejó de graznar hasta que llegamos a Sigüenza, y la desconectamos.

Dejamos la A-7 enseguida, tomamos la Autovía Mudéjar, en dirección a Teruel, y ya no nos detuvimos hasta llegar al Area de Servicio próxima a Monreal del Campo, donde nos papeamos el bocata que llevábamos en el bolso para el almuerzo, con unas cervezas Alhambra, de las nuevas, que estaban buenísimas.

Fue al salir de Monreal, al que Antoni se empeñó en llamar Montreal, con intención de tomar la dirección de Molina de Aragón, primer señorío importante de Guadalajara que jalona nuestra ruta manchega, cuando metimos la pata, distraídos con la conversación, yo estaba muy hablador porque como aún me estoy tratando el vértigo y el trancazo, he reducido la dósis de litio estos días y la lengua se me ha desatado un poco, total que pasamos el desvío, con el consiguiente cabreo de la dama del GPS y hicimos unos cuantos kilómetros de mas.

Yo no le di ninguna importancia a ese y otros rodeos que han extendido el kilometraje de la ruta, hasta que esta tarde, cuando regresábamos a nuestro lugar de orígen bajo un cielo amenazante de tormenta nos hemos detenido en la última gasolinera antes de llegar a casa, con el depósito del Chevrolet casi vacío, yo me he ofrecido a llenarlo, seré imbécil, y por los más de cincuenta litros de gasolina de 95 octanos me han soplado 76 euros, la mitad de lo que nos ha costado el hostal, algo menos de lo que nos hemos gastado en comer, pero, en fin, ha valido la pena porque, Sigüenza, su comarca, sus habitantes, que se llaman a si mismos seguntinos, para mi sorpresa, nos han deparado unas experiencias viajeras inolvidables, no siendo la menor de ellas encontrar al visitar Jadraque, un pueblo sin interés artístico ni monumental, nada menos que un prostíbulo con el evocador nombre de 'El descontrol', cómo son estos manchegos poniendo nombres a las cosas, ¿no?.

.....
Llegamos a Sigüënza sobre la tres de la tarde, ocupamos las habitaciones reservadas en un Hostal no muy lejano de la Estación de Renfe, deshicimos el equipaje y bajamos a comer al comedor del hostal, pero antes de dar información de lo que se come allí y cuanto cuesta, me detendré en una cuestión, digamos decorativa.

Mi mujer y yo elegimos la habitación mas amplia del par que habíamos reservado, era realmente espaciosa, pero su estilo decorativo, era ¿como decirlo?, de tanatorio, sí. Una pintura azul frío, pero muy frío, un par de cuadros de esos que están en todos los tanatorios, con su inconfundible factura abstracta funeral y un cabezal enorme en la cama lleno de florituras que a mi, no se porqué, me recordaron a ET, con un acabado de pintura plateada, igual que las mesas de luz, como las llaman los latinoamericanos, nosotros decimos de noche, en fín, todo un conjunto, que, con las lámparas, las cortinas y las alfombras, daba la inequívoca sensación de que, de un momento a otro, se abriría la puerta, entraría una comitiva con un ataúd a hombros, dejarían al finado sobre la cama y procederían a velarlo durante el tiempo que durara nuestra estancia allí.

Afortunadamante, nada de eso sucedió. Bajamos al comedor y nos encontramos con un menú de ocho euros, y un camarero muy simpático y dicharachero, que nos informó de lo que podíamos comer, y de paso, después de interesarse por nuestro origen, contó que el había hecho la mili en Valencia, hasta que desertó cuando Miláns del Bosch sacó los tanques a la calle. 

Una sopa de fideos, algo vulgar y salada, y unos huevos fritos con jamón y patatas fritas, lamentablemente habían sido congeladas antes de fritas, fue mi elección del menú, podía haber elegido cosas mejores, en días sucesivos mejoré la elección, aunque fue en otros lugares.

En cualquier caso, se trataba básicamente de aplacar el hambre después de un viaje innecesariamente prolongado por los errores de ruta, convenientemente abroncados por el GPS, que retrasaron la hora prevista de llegada a nuestro destino.

Después de comer dimos un largo paseo por Sigüenza. Según uno de los muchos folletos que tengo al lado, para evitar errores gruesos de descripción,"El municipio de Sigüenza es uno de los mas extensos del centro de España, con 395 km2. e integra 28 pueblos agregados, comúnmente llamados pedanías. A ellas es posible acceder a través de una buena red de carreteras y senderos que atraviesan sorprendentes parajes naturales de arroyos, cascadas, cañadas y cortados, en los que conviven la fauna y flora autóctona. A ello se añade una serie de iglesias y restos de antiguas fortalezas defensivas en un entorno rural de gran sabor arquitectónico" 

Si bien hemos pasado por buena parte de esos pueblos, no todos los hemos visitado, cuatro días no dan para tanto, pero he de decir con rotundidad que la expresión del folleto 'sorprendentes parajes naturales' y 'gran sabor arquitectónico' carecen en absoluto de exageración, como hemos comprobado en las visitas a Pelegrina, Palazuelos, Atienza,un modelo de urbanismo medieval que recuerda a Santillana en Santander, solo que mas grande; no en Jadraque, un pueblo industrial con una arquitecrura lamentable; en otros hermosos pueblos visitados, cuyo nombre no puedo citar ahora porque no veo un pijo en el mapa, a pesar de la mini lupa de la que dispongo. 

Hemos visitado lo mas emblemático, no solo de la comarca, y en cuanto a espacios naturales, el barranco del Río Dulce, con sus espectaculares buitreras, que en su día fueron escenario de los documentales de Rodríguez de la Fuente, a quien han dedicado un monumento en uno de los pueblos visitados, aunque no lo hemos visto. Espectaculares cascadas, ahora secas, que muestran la huella del agua ausente.

Pero, sobre todo, el hayedo de tejera negra, un paraje de insólita belleza natural, al que dedicamos una mañana de senderismo, que se quedó corta, y que para visitarlo se requiere reserva previa en el aparcamiento de ese parque natural. Fuimos a Turismo a hacer la reserva. No quedaban plazas.  Fuimos de todos modos, el controlador hizo la vista gorda y después de pagar la tarifa, 4 euros por coche, pudimos visitarlo. No hay que perdérselo.

Mi intención hoy es hacer solo una introducción a la crónica de Sigüenza, y en entradas sucesivas procuraré dar mas detalles que puedan ser de interés, pero no quiero silenciar la impresión que nos produjo nuestra primera tarde allí.

Hay que decir que ese día, el jueves 9 de octubre, era festivo en Valencia, pero no allí, así que a pesar de que tomamos una copa en los soportales de la plaza de la catedral y nos acercamos a la imponente fortaleza reconstruída que acoge el parador de turismo, cuatro estrellas, nuestro callejear bajo la lluvia en un lugar que nos pareció, esencialmente, vacío de presencia humana, nos dió la falsa impresión de que estábamos en un desierto urbano, medieval, sí, pero deshabitado. 

Una impresión que cambió después, con mejor metereología y un calendario mas festivo. "

Continuará.....cuando tenga mejor luz para consultar los mapas.

En fin. Crónica de Sigüenza (1)  

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 12 10 14.

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