martes, 14 de octubre de 2014

CRÓNICA DE SIGÜENZA ( 4 )

He bajado al Maravillas, después de tomar un café con leche, tostadas con miel y una cápsula de Ibuprofeno, porque tenía una ligera sensación de jaqueca. El Ibuprofeno me ha hecho un efecto rápido, al tomar el segundo café en el Maravillas ha desaparecido la molestia, debe ser porque rara vez recurro a este producto.

En cuanto a la miel, según mi mujer, que está muy enterada, se trata de miel de abejas trashumantes. Al parecer, existen apicultores que, cuando las plantas que abundan donde instalan sus cajas se agostan, trasladan sus enjambres a otros lugares para que sus abejas sigan libando con provecho.

En su ciclo productivo, esas cajas hacen muchos kilómetros y habitan lugares distintos y distantes, como si sus dueños fueran pastores de la antigua Mesta que llevaban su ganado a los lugares mas apartados de la península. A esa miel producto de la trashumancia, en Mercadona la llaman, con sentido poético, miel de mil flores.

En el Maravillas, he dado un vistazo al periódico y me han llamado la atención dos artículos. Página 7, 'La Autoflagelación' de Jesús Civera, y en la 21 'Camals Mullats', de Manolo Mata, ambos referidos a la situación socio política de la Comunidad Valenciana.

Después de leídos, dan la impresión de que se refieren a un lugar decadente, después de la pérdida de Cuba y Filipinas, o a la situación emocional de un niño reprendido severamente a quien han ordenado que se vaya a llorar a un rincón, y aún está en esa situación de expìación de sus errores, sin alcanzar a ver un horizonte positivo tras el trauma.

En estos artículos y otros semejantes, que los hay en el mismo periódico, no se aprecia por ningún lado un vigor energético que pueda conducir a un horizonte de cambio que, al parecer, tardará en producirse, si los mas implicados en ponerlo en marcha, élites, mas o menos elitistas, periodistas, intelectuales, políticos que gobiernan, sindicalistas honrados, que aún quedan, no se ponen a elaborar un plan de choque.

Un plan, acordado con las mayorías, y alguna que otra minoría, con la concurrencia de auténticos comités de sabios que duden entre alternativas, que permita salir de este marasmo de quejas, agravios, sensación de que cualquiere tiempo pasado fue mejor, y se centre en tres o cuatro cuestiones. Financiación, inversión, empleo, entre otras.

Y, ahora que ya he arreglado el país, voy a la crónica de nuestro cuarto día de viaje por la comarca de Sigüenza y sus alrededores, en Guadalajara, incluída Molina de Aragón, que hemos visitado hoy, de regreso a casa, y Teruel, donde hemos comido,muy bien, en el Gran Café.
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Después de hacer las maletas, hemos bajado a desayunar y le hemos pedido la cuenta a la hostelera. La pobre hostelera ha andado estos días algo turbada, pues ha tenido que llevar y traer del hospital a su padre, que anda sondado. Tal vez por eso, nos ha presentado una cuenta que solo incluía las habitaciones, sin añadir los servicios de restaurante. 

Aclarado el malentendido, la cosa nos ha salido por 175 euros, tres noches de habitación doble, y cuarenta euros mas por los servicios de alimentación, cuatro menús, o algo así. Bien, ¿no?. No doy el nombre del hostal, porque, después de haber criticado la decoración de la habitación, me da corte. Después de todo, cuando uno viaja debe llevar una guía encima, no hacer caso de mis crónicas. 

Molina de Aragón, situada a mitad de camino entre Sigüenza y Monreal, tiene para mi un valor afectivo, al evocar que allí está enterrada Genoveva Tineo, hermana de mi abuela Isabel, que tuvo una vida nada vulgar, pues pasó media vida trabajando como actriz de tatro en Argentina, la otra media en Molina, donde se ganó la vida de un modo algo pintoresco, primero comerciando con potingues cosméticos de su invención, con una receta secreta que trajo de América, y que se llevó a la tumba con ella, luego como ama del cura y, finalmente, cuando el cura murió y ella estuvo delicada de salud, como asilada en una institución de caridad regida por las clarisas, o fueron las franciscanas?. 

Mis compañeros de viaje no han optado por visitar el cementerio, pero hemos pateado el puente románico, las riberas del río Gallo, han prescindido de visitar el barranco de la Virgen de la Hoz, si se acercan por allí, no se lo pierdan y también hemos visitado la judería, la morería, alguna iglesia y algún palacio señorial porque, no hay que olvidar que Molina fué un señorío. Justamente cuando andábamos por el centro histórico, a mi mujer y a mi nos ha sorprendido ver un cadáver por esas calles. No era el de mi tía abuela, era un cadáver político, el de Pizarro, recuerdan?. 

Manuel Pizarro, se acuerdan?, fue candidato por el PP en las elecciones de 2008, antes presidió Endesa, parecía que se iba a comer el mundo, el tal Pizarro, por la energía que ponía en sus argumentos. Luego pasó lo que pasó y desapareció del mapa político, hasta hoy que he visto su figura vestida de oscuro por las calles de Molina, como si fuera un fantasma del pasado. 

He mirado en Wikipedia, para saber algo mas de este espectro político y resulta que este turolense es nieto de un general de la Guardia Civil, fue gobernador en lo mas crudo del franquismo y procurador en cortes  por el tercio familiar, se acuerdan?, a la familia la llamaban entonces igual que a una división militar, y tuvo el dudoso honor de votar no a la investidura de Juan Carlos I como Jefe del Estado. 

Un franquista de mierda, de los de toda la vida, no?. Ahora, visto en la calle, con la espalda encorvada, caminando en soledad, no parece ni eso, no es nadie, aunque me  dice un colega de la tertulia de los viernes que ahora preside El Corte Inglés.. Cosas de la política, y del franquismo

Concluída la visita a Molina, no paramos en Monreal, nos desvíamos hacia Teruel y allí, en la plaza del Torico, vimos una muchedumbre congregada alrededor de un escenario donde se interpretaban jotas. Tuvimos el buen sentido de anticiparnos al final del espectáculo, antes de que esa horda ocupara las mesas de los restaurantes y, después de dar un vistazo a cartas y menús en la calle que sale del Torico hacia las proximidades del Arco de los Amantes, elegimos, con buen criterio, como se vió despúes, el Gran Café. 

Las delicias de Teruel de la carta consistieron en unas tostas de un estupendo pan de ajo, con un plato de jamón cortado muy profesionalmente y un cuenco con tomate rallado, del que dimos cuenta sin que sobrara nada. 

El segundo, unas carrilladas que estuvieron, por lo menos, a la altura del rabo de buey que nos pusieron en Galve. No recuerdo lo que costó el menú, ni está mi mujer para preguntarle, siempre paga ella, pero fué un precio normalito, sin estridencias. 

La única cosa mejorable fue la iluminación del local, un poco oscuro en su interior, supongo que con la intención de darle un aspecto de local irlandés. Tampoco estuvo bien que un camarero nos dijera, antes de decidir irnos. Necesito la mesa. Se ve que estos tipos son así, francos, noblotes, directos, maleducados.

Ya no queda nada que contar de este viaje. Si acaso el palo que me pegaron en la gasolinera de Repsol próxima a Valencia al llenar el depósito del Chevrolet de Lola. Ya lo he dicho, pero, 76 euros, casi la mitad de lo que costó el hotel, me parece francamente excesivo, por eso insisto.

En fin. Crónica de Sigüenza ( 4 )

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 14 10 14.

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