He bajado al Maravillas a una hora temprana de esta mañana magnífica que se anuncia calurosa. Mientras algunos clientes aficionados a la pesca competían por el tamaño de las doradas capturadas, he dado un vistazo a las páginas de opinión de Levante y me he fijado, en particular, en el artículo de Civera.
Desde hace algún tiempo, los artículos que publica Civera, parecen siempre el mismo artículo.
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Da la sensación, por el tono y los argumentos de Civera, de que el no crée que haya comenzado un tiempo de verano, después de haber vivido un invierno que ha durado veinte años. ¿Porqué?.
No estoy seguro, pero creo que está influido por haber vivido su profesión periodística en un entorno, no ya bipartidista, sino de monocultivo extractivo practicado por un solo partido durante un período que ha coincidido con la madurez profesional de Civera.
Civera es un gran profesional que durante años ha hecho un periodismo documentado, informado, atento a las peculiares relaciones entre
personas de una organización partidaria que ha dominado el escenario político aquí durante décadas, pero que ahora ha perdido su hegemonía.
Con esa hegemonía se pierde también el caudal de conocimientos exhaustivos que Civera atesoraba sobre los sótanos del poder y, claro, él también queda desubicado.
Puede que seamos un poco idiotas quienes estamos esperanzados, ilusionados, con la llegada de un nuevo tiempo político, con las formaciones
emergentes, que aún pensamos que algo puede cambiar, mientras que los mas listos piensan en la estabilidad.
No sé yo si quienes estuvieron
confinados en el infierno de Dante gozaban de su estabilidad.
La derecha, confesional y no confesional, que nos ha gobernado durante el largo invierno, es la misma que, con motivo de la visita de un Papa,
escondió bajo la alfombra, todo lo que pudo, la tragedia del accidente del Metro en Valencia y, durante nueve años, se ha negado en redondo
a dar satisfacción a los familiares de las víctimas.
Es la misma derecha que casi cada día alimenta los titulares de prensa con un nuevo escándalo de corrupción, con parecidos protagonistas, el último, por ahora, con un nombre angelical, seráfico, como no podía ser de otro modo tratándose de un partido tan vinculado a arzobispos y cardenales, y a esto le llaman estabilidad.
Civera, ¿de verdad te preocupa la falta de acuerdo entre los partidos de izquierda? ¿Te parece un signo de inestabilidad? Pero ¿que estabilidad
quieres tú, la de los contratos prevaricadores siempre con los mismos, la de la corrupción rampante cotidiana, la de la política presupuestaria que nos ha llevado a una deuda de 40.000 millones?
Es paradójico que un periodista como Civera. con una capacidad analítica mas que demostrada, con unas fuentes de información solventes, no sea capaz de reconocer los cambios que se avecinan en esta comunidad, aún con eventuales episodios de inestabiliudad, como una nueva oportunidad
para que salgamos, todos, adelante.
Civera está, claramente, desubicado.
Tiene sentido que lo esté, después de décadas de hacer periodismo de salón. Salir a la calle a tomar el pulso de la ciudadanía, debe dar pereza, yo, tampoco lo hago, me limito a ir al Maravillas, pero allí, no se habla de política, solo del tamaño de las doradas que ha pescado cada uno.
En fin. Civera, desubicado.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4 06 15.
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