domingo, 17 de octubre de 2010

CÁRCELES

Ayer, al regresar de la exposición que Ouka Lele tiene puesta en La Gallera, uno de los lugares mas singulares y desconocidos de Heliópolis, de la que lo mejor me pareció la transformación que Ouka y sus secuaces han hecho de ese espacio, encontré una muchedumbre manifestándose contra la pobreza en la plaza del Ayuntamiento, llamado por algunos la casa de tócame Rita.

Hoy he bajado a por el periódico a una hora temprana, porque tenía interés en conocer el tratamiento informativo que daba 'Levante' a este acontecimiento. La primera la dedica al fútbol, como es natural, es domingo, pero la página 20, casi integra, contiene una foto a media página, donde se puede leer el lema escrito en una pancarta, 'Pobresa zero', y la amplia reseña en la que se cita que el número de personas que asistieron a la marcha alcanzó las seis mil.

Celebro que ese acto desmienta una afirmación mia en alguna página del blog, en la que aventuraba que los pobres no interesan a nadie, que tal vez un pobre no le interesa a otro pobre. Manifesté esa opinión, entonces, porque en una visita al Archivo del Reino, tuve acceso al facsímil de un documento de 1.646, una orden real para que se procediera a establecer aquí un censo, que contenía la sugerencia de que no se contara a los pobres de las parroquias --supongo que porque no tenían capacidad de pago de los tributos reales-- y una mirada actual a la situación de las pobrezas absoluta y relativa, me decía que después de mas de tres siglos, tal vez el número de pobres aumentaba, en lugar de disminuir por el supuesto progreso civilizador de las sociedades humanas. Queda desmentida esta afirmación mía. Los pobres interesan, al menos, a otros pobres.

La multitudinaria marcha de ayer contra la pobreza, coincidió con el Día Mundial contra el Hambre, auspiciado por la F.A.O. --no veo que los redactores de la noticia
hayan precisado eso-- y a la cola de la marcha iba un grupo numeroso que negaba la legalidad de los Centros de Detención para Extranjeros, verdaderas cárceles urbanas donde se recluye a los pobres-inmigrantes-indocumentados, por el surrealista delito de no tener papeles. No he visto comentario alguno sobre este particular en el texto de la noticia.

Vivo cerca de de una de esas cárceles, un antiguo cuartel del ejército ahora dedicado a otros usos. Desde la ventana del gabinete donde escribo, veo las copas de las acacias en el patio del viejo cuartel abandonado, doradas por el sol de otoño, pero los módulos prefabricados donde están recluídos los nuevos parias del siglo quedan fuera de mi campo de visión, aunque a menudo veo en la acera de esa prisión gentes que llevan bolsas y botellas, mientras esperan pacientes que se abra la puerta para hacer llegar esas viandas a sus familiares, amigos, o protegidos.

La visión de esa realidad contemporánea, evoca los tiempos de mi niñez, cuando, acompañado de mi familia, hacíamos cola delante de un torno en la cárcel de San Miguel de los Reyes, hoy un monasterio magnificamente resturado, para ser cacheados
y entregar una fiambrera con una tortilla de patatas, con destino a los recluídos, presos políticos entonces, que hoy se llamarían por Amnistía Internacional presos de conciencia.

Aquella generación que estuvo allí recluída,--algún allegado nuestro estuvo mas de diez años-- tal vez haya sido la última que tuvo realmente conciencia de su identidad, de su presencia en el mundo, de lo que le gustaba de ese mundo, y lo que le parecía que debía ser cambiado, y que estuvo dispuesta a ser consecuente con sus ideas, aún a riesgo de perder su libertad, o su vida.

Las puertas de las celdas de San Miguel estaban abiertas, eran unas puertas metálicas desvencijadas, pero en las torres de vigilancia y en las casetas de los centinelas se turnaban los distintos cuerpos de seguridad, bien armados, para tener a buen recaudo la libertad de las ideas.

En una de aquellas celdas hubo un grupo reducido de reclusos que apadrinaron al mas joven de todos ellos, que gracias a esa vocación formativa de los mayores, se convirtió con el tiempo en un colaborador habitual de 'Levante' de cuyos escritos aún tenemos noticias de vez en cuando, aunque creo que ya es nonagenario.

No creo que debamos sentir nostalgia de aquellos tiempos tan dramáticos. Nuestro ingreso en la democracia formal y su relativa consolidación en los últimos treinta años ha dejado un poso de libertad sin el que no sería posible el ejercicio de la libre expresión, pero es muy inquietante que en nuestros barrios y calles, aparezcan nuevas cárceles donde se recluye a los pobres-inmigrantes-indocumentados, por el solo hecho de serlo.

No a los Centros de Internamiento de Extranjeros. Ya que el lema de esa pancarta no aparece en la foto de 'Levante', me siento obligado a reivindicarlo aquí, en el blog. No es una muestra de solidaridad por mi parte, es una evocación obligada por la memoria, cuando veo que los decenios pasan, los sistemas políticos también, y las cárceles donde se recluye injustamente a las personas, permanecen.

En fin. Cárceles.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 17-10-10.

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