viernes, 8 de octubre de 2010

DANUBIO AZUL

El Danubio era azul en los valses de Strauss y la aristocracia europea bailaba con elegancia en los salones de Viena, mientras Francisco José, un adelantado de la estética pop rock,con unas patillas como las de Elvis Presley, y una casaca llena de chorreras, conducía hacia su desastre el imperio Austro Húngaro.

Un judío barbudo, que se pasó mas horas en las bibliotecas londinenses que en la brega política, con el tiempo publicó un destilado de todas sus lecturas y análisis en un libro que casi nadie ha leído, 'El Capital', con tan buena fortuna editorial que fue tan vendido como la Biblia y el Corán, aunque dudo que llegara a disfrutar de los derechos de autor, cosa que al parecer si hizo Mao con su libro rojo, editado aquí en formato pequeño y papel biblia.

Escribir parece una actividad inocente, sin ningún efecto inmediato en la vida de la gente, pero algunos de quienes leyeron El Capital debieron encontrar en el un material inflamable que andaban buscando para prender el fervor revolucionario, y durante mas de medio siglo el mundo entero estuvo sacudido por una guerra ideológica en cuyas fronteras el Danubio jugó un papel esencial. En el lado del Volga y el Moscova se cultivó un anti capitalismo no menos feroz que el capitalismo del otro lado, y toda la preocupación y la estrategia de las potencias occidentales estuvo centrada en que el terror rojo no alcanzara el Danubio.

La mirada de los hombres tiene esas limitaciones, tantos años obsesionada con el terror ideológico y socializante, quedó incapaz de mirar los propios riesgos inherentes al predominio del capitalismo como única opción de organización de la sociedad.

Han pasado veinte años desde que el terror rojo se convirtiera en un tigre de papel, y el capitalismo se está desarrollando desde entonces sin las limitaciones que le imponía atender a un adversario ideológico. Es curioso que en este lapso de tiempo, se estén produciendo los mayores desastres ecológicos nunca conocidos, después de Chernobil.

El Danubio baja ahora rojo, pero no porque sea portador de ninguna marea mas o menos revolucionaria, sino porque al parecer hay ochenta millones de toneladas de tierra
contaminada con residuos industriales que van a dejar estéril el lugar donde se ha producido ese derrame, y ponen en serio peligro la vida biológica del río.

Apenas se han apagado los ecos mediáticos del desastre de la plataforma petrolífera
en la costa estadounidense, el Danubio baja rojo. No sé. A mi me parece que esto es motivo para la reflexión.

Las personas, en ocasiones necesitamos un freno en nuestra conducta, porque de lo contrario, podemos llegar a invadir el espacio de los demás, y eso no favorece los buenos resultados en la convivencia del conjunto. Lo siento por los neoliberales, pero la experiencia de los dos últimos decenios está demostrando, sin sombra de duda, que los sistemas, las ideologías, los modos de producción, dejados a su libre impulso, sin frenos que los moderen para que los resultados de sus actos no perturben los espacios sociales, se están mostrando inviables, para el medio ambiente y para los equilibrios sociales. ¿Entonces?

No sé. Algo habrá que inventar, pero me choca haber leído en el periódico, todavía hoy, después de mas de veinte años transcurridos desde la desaparición del socialismo real, una diatriba antisocialista escrita por un plumilla al servicio del poder en Heliópolis, que ha conseguido nada menos que le nombren director general de no se qué, Inmigración, creo. Felip. Un sujeto que ha frecuentado todos los pesebres
políticos habidos, como su amo, Blasco. Esta parejita, si saliera un partido nuevo con posibilidades de gobernar, cuyo ideario defendiera, yo que se, la Adoración al Sol, serían los primeros en afiliarse, para seguir sacando tajada. A estos no les hables de ideología, porque nunca la han tenido. Para sostener un discurso ideológico, primero hay que tener ideas. Felip, no. Se limita a tirar de la pluma y ponerla al servicio de quien conviene en cada momento. Estos tipos, no puedo evitarlo, me repugnan.

Pero el problema no son estos sujetos miserables, son una minoría, aunque no nos libramos de su presencia. La cuestión es si en los próximos veinte años, (no me parece que quede mucho mas tiempo) la comunidad internacional va a ser capaz de encontrar un equilibrio entre los legítimos intereses de quienes consideran que la creación de riqueza es un bien universal, y quienes percibimos que esa legitimación debe venir del respeto al medio ambiente, al clima, en definitiva, y de la responsabilidad social para que esos objetivos no perturben, hasta el extremo que lo están haciendo, los equilibrios sociales y medioambientales.

En fin. Danubio Azul.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 8-10-10.

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