miércoles, 13 de octubre de 2010

VERDAD/MENTIRA

He bajado al Maravillas, sin paraguas, después he ido a clase de comunicación en la universidad de mayores, que ha estado muy activa, animada y participativa, como casi siempre. Mi imprevisión meteorológica me ha deparado la feliz circunstancia de poder acompañar a una compañera hasta su casa y ceñir mi cuerpo al suyo bajo su escueto paraguas, con el esperanzador añadido de que me ha dado su dirección exacta y ha aludido de manera vaga a una posible ocasión futura para tomar café juntos. La vida puede ser maravillosa, me suena haber oído algo así por la tele, creo que el periodista deportivo que lo repetía se suicidó.

El artículo leído hoy en clase, subrayado después y comentado desde diversos puntos de vista ha centrado los contenidos de la clase de hoy. Se trata de 'La Era del Bufón' de Vargas Llosa, publicado en su sección Piedra de Toque, en las páginas de opinión de 'El País', antes de recibir el premio Nobel.

Dice Vargas Llosa que los medios de comunicación para prosperar ahora no deben dar noticias sino ofrecer espectáculos, y que eso desbarata las fronteras entre la verdad y la mentira.

De eso voy a tratar, dentro de mis limitaciones, en las líneas que siguen.

(....) El 'Levante' de hoy, a cuya lectura he dedicado mi breve estancia en el Maravillas, contiene una entrevista a Lluis Bassat, bastante mas que un publicista, cuyas sabias palabras siempre resultan esclarecedoras. Según Lluís Bassat, 'La marca acaba muriendo si no se invierte en publicidad' y 'si un producto es malo no hay campaña que lo salve'. Es claro que se refiere a un producto de consumo, pero una parte de la política actual, que se puede enmarcar en lo que Vargas Llosa llama sabiamente 'La Era del Bufón', se puede asimilar en cuanto a las estrategias de los partidos a un producto de consumo, al efecto de entender las formas del lenguaje que rodean sus discursos.

Tengo la sensación, por las observaciones a que luego aludiré, de que la verdad y la mentira cuya frontera Vargas Llosa ve desbaratada, ya no podemos encontrarlas en el lenguaje político que recibimos a través de los medios de comunicación, sino que, en caso de buscarlas, ha de ser en las actitudes y los hechos de quienes usan ese lenguaje.

Ya que 'suprimir la libertad de ese (lenguaje bufo) tendría, en todos los casos, consecuencias todavía mas nefastas para la información que su trivialización' (V.LL.), en un entorno libre que permite trivializar y manipular a placer los mensajes, generalmente de geometría vertical, que recibimos de manera cotidiana, simplemente habremos de tener mas cuidado al hacer su lectura, para no caer en actitudes acríticas y pasivas que faciliten las intenciones mendaces y manipuladoras, orientadas a publicitar la marca para que no desaparezca del mercado y tratándose de política, incluso imponer un mal producto, en contradicción con la afirmación de Bassat de que un mal producto no hay campaña que lo salve.

La imposibilidad de encontrar la verdad y la mentira a través del lenguaje, queda de manifiesto cuando uno, creyendo advertir la mentira, o la falacia cosmética, en el lenguaje comunicacional de un político, se asigna la tarea de desenmascararlo y, a partir de su propio discurso, desmonta sus inconsistencias. Durante un breve espacio de tiempo, uno percibe la ilusión de que ha hecho una contribución a la verdad.

A los dos días, uno se encuentra en el mismo periódico que le sirvió de fuente para
su exégesis crítica, otro artículo de alguien de la misma cuerda que al autor del
mensaje criticado, y observa con sorpresa que, lo que creía un análisis crítico suyo medianamente objetivo, ha sido desmontado pieza a pieza y que, a los ojos de quien hace ese trabajo de bricolage, su contenido se percibe igual de falaz, cosmético
y mendaz que el que dio origen a la controversia.

Ahora, si nos situamos en la posición de un hipotético lector que conozca los tres textos,podemos intuir que su percepción puede coincidir con la que yo sostengo, que la verdad y la mentira ya no se pueden encontrar en el lenguaje, especialmente en el político.

La irrupción de las técnicas de marketing y comunicación en el ámbito político, ahora ya tan consolidadas, tienen mucho que ver en eso.

Antes de ese predominio, la naturalidad estaba mas presente en los modos de comunicarse de los mas altos responsables políticos. Ahora mismo, aunque mis simpatías ideológicas están mas cerca del socialismo posible que de la concepción conservadora de la política, la prepotencia del marketing casi me obliga a elegir
entre naturalidad y socialismo, pues cada vez que veo aparecer en la pantalla de televisión a Zapatero, con su actitud impostada, sus pausas y silencios tan dramatizados y sus rígidas posturas para ofrecer el mejor pefil, mis afinidades ideológicas vacilan ante tamaña falta de naturalidad, que no hace nada creíble el producto que representa.

El otro lado del espectro político tampoco es manco, pues las apariciones triunfalistas con discursos casi esquizofrénicos por su separación de la realidad
de nuestro molt honorable, son un ejercicio de propaganda desaforada, que siembra las mismas dudas sobre la bondad del producto que ofrece.

Estas debilidades son percibidas por los ciudadanos cada vez con mayor estupefacción,
no creen que la sustitución de la marca Zapatero por un producto Blanco, o las reuniones clandestinas en sanedrines del PP para ver quien sucede a Camps, que es un producto absolutamente gastado, a pesar de lo que se invierte en su publicidad, les vayan a servir, por medio de las urnas, para alcanzar a percibir cuanto habrá de verdad y cuanto de mentira en el lenguaje político que suceda a la renovación de las personas.

¿Entonces?. Si, como afirma Vargas Llosa, en el lenguaje de la comunicación actual
se desbaratan las fronteras entre la verdad y la mentira, ¿Que nos queda?. Nos queda, creo yo, el buen juicio que se nos supone a los ciudadanos, como el valor a los guerreros, para fijar nuestra mirada en las actitudes y los hechos de quienes
tratan de seducirnos con falsas promesas, agitan el muñeco del enemigo externo o insisten en un discurso que contradice la realidad, y obrar en consecuencia.

¿Verdadero o falso?

Que cada cual juzgue de acuerdo a su criterio.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 13-10-10.

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