Han transcurrido tres años y medio desde que recogí por primera vez, en la página del Blog 'Incertidumbre', en la que glosaba un artículo de Angel Ubide, uno de los primeros economistas de este país en darse cuenta de lo que estaba sucediendo, los primeros indicios de crisis financiera.
Entre aquella fecha y enero de 2009, publiqué algunas páginas que fueron recogiendo la evolución de aquel tremendo suceso. En la página La Deuda, de 23-09-07, me ocupé de los efectos de la crisis en las cuentas de las instituciones públicas, en febrero de 2008 la página 'Basura' señalaba la evidencia, por medio del indicador de las toneladas de basura recogidas, de que la actividad económica, el PIB, iba a sufrir un retroceso, que el gobierno de Zapatero se empeñaba en no reconocer, por la cercanía del periodo electoral.
En 'Psicoeconomía' del 30-05-08, aventuré la entrada en un periodo de depresión económica, y en 'Frenazo Brusco' de 16-06-08 traté con ironía la alambicada expresión de Solbes, Desaceleración acelerada, para describir lo que yo percibía como un batacazo.
En diciembre de ese mismo año, 2008, apunté a una situación de estancamiento económico, derivada de la falta de liquidez en los mercados financieros (La Trampa de la Liquidez), pero no fue hasta 'Explicar la Crisis' del 14-01-09, cuando abordé la escasez creciente de los recursos naturales, incluidos los energéticos.
En este período de mas de tres años, los titulares de la prensa diaria han estado habitados por las consecuencias de la crisis económica y financiera, en particular por sus efectos en el empleo y en los déficit de las administraciones del Estado y las Autonomías, pero solo desde hace muy poco tiempo la cuestión energética ha pasado a primer plano.
No he conseguido encontrar la página en cuestión, pero recuerdo que hace bastante tiempo sugerí que había que estar preparados para una crisis energética, que es de lo que voy a tratar a continuación.
(...)
La crisis energética la tenemos aquí ya, pero no obedece a la hipótesis que yo sostuve entonces sobre las causas que la generarían. El escenario que yo preveía se derivaba de la falta de inversión suficiente en nuevas exploraciones y prospecciones durante el período de estancamiento económico. Ese parón de las inversiones, teóricamente, al frenar los aumentos de producción, produciría un desequilibrio entre oferta y demanda coincidente con la superación de la crisis económica.
Ya se ve que, tan limpia y racional hipótesis, nada tiene que ver con lo que esta sucediendo ahora, y que la crisis de precios y suministro derivada del conflicto libio, tiene mas que ver con los delirios de Muammar el Gadaffi, un tipo que, si hacemos caso a los rumores, sufre un trastorno bipolar, que a un razonamiento mas o menos académico.
Así, mi intuición sobre la crisis energética estaría acertada en sus efectos y resultados, pero no en las causas. O dicho de otro modo, si he acertado, ha sido por casualidad, con lo que queda de manifiesto, una vez mas, que el azar es una variable imprevisible que puede echar por tierra cualquier previsión.
El déficit energético, no obstante, que en nuestro país se manifiesta esencialmente en las necesidades de importación de productos petrolíferos, es una realidad permanente que no requiere de ninguna situación de especial crisis, para reconocer su existencia, por lo que produce estupor que pasen los decenios y solo cubramos el 27%, según fuentes gubernamentales, el 23% según otras fuentes, de nuestras necesidades energéticas con producción propia.
El problema no está en la energía eléctrica, sino en los productos petrolíferos. Es una aberración que un país que no es productor de petróleo haya seguido un modelo de grandes autopistas y transporte por camión para el tráfico de mercancías, en lugar de desarrollar el ferrocarril con esta finalidad.
Está bien que se diversifiquen las fuentes de suministro, que se busquen amigos en los Emiratos, que se adopten medidas de ahorro, pero nada de eso corregirá el tremendo error histórico de estrategia, convertir las carreteras en autopistas para el transporte de mercancías.
En cuanto al transporte privado, el segundo gran devorador de productos petrolíferos y creador de graves efectos contaminantes en las ciudades, hay que tomar el ejemplo de otros lugares, por ejemplo, Londres, donde las redes de metro y cercanías, unidas a la existencia de grandes aparcamientos para vehículos privados en las estaciones, junto con los peajes exigidos para circular por la capital, consiguen que los desplazamientos de los londinenses a la City se hayan racionalizado hace años y los problemas de consumo y contaminación derivados de la combustión de los vehículos privados, estén allí mejor controlados que en nuestras ciudades. Y eso que los británicos tienen fama de duros liberales.
No digo yo que enviar un buen psiquiatra a Libia, para que trate a Gadaffi de su
supuesto trastorno bipolar no sea una buena medida a corto plazo, pero si no cambiamos nuestro mal llamado modelo energético, --no hay ningún modelo, el desorden estratégico de nuestra política energética no casa con ese nombre-- si no se ponen medidas permanentes para mejorar nuestras infraestructuras ferroviarias, si nuestras ciudades no organizan el acceso de los vehículos privados a su entorno urbano, y se investigan nuevas fuentes energéticas, geotérmicas, marinas, además del biodiesel y las demás renovables que ya están en marcha, nuestro Déficit Energético, que requiere al menos una atención, en este caso permanente, al mismo nivel de importancia que el déficit financiero, la economía española se encontrará con un cuello de botella que no facilitará la salida de la crisis, y los ciudadanos con unos entornos urbanos irrespirables, impropios de una economía avanzada.
El error estratégico, si es que se puede llamar así a la preferencia por la codicia en perjuicio de la racionalidad, que ha supuesto concentrar la inversión de los últimos quince años en el sector de la construcción, abandonando las investigaciones y las inversiones en infraestructuras relacionadas con la suficiencia energética, puede abocarnos ahora a un dilatado periodo de recuperación económica, mas prolongado que en otros países de nuestro entorno, además de constituir un freno potencial al crecimiento, una vez que la economía real se ponga en marcha y la demanda de productos energéticos vuelva a niveles que, con las limitaciones actuales de nuestro 'modelo' energético, habrá dificultades para satisfacer.
Lo curioso de todo esto es que los estrategas en la nómina de los partidos políticos, lo saben,pero en treinta años no han tenido tiempo de resolverlo. Habrá que fijarse bien en los programas, a ver que dicen del tema. Tal vez ha llegado la hora de mirar menos las ideologías y mas la voluntad transformadora de nuestras insuficiencias, además de exigir que cumplan sus promesas. A mi no se me ocurre otro modo, en un entorno democrático, de abordar estos asuntos. Aunque no vendría mal que los partidos verdes tuvieran estructuras mas sólidas, y mayor influencia parlamentaria.
En fin. Déficit Energético.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 1-03-11.
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