miércoles, 16 de marzo de 2011

EL AIRE

He bajado al Maravillas en una mañana aún ventosa, con los restos de las ráfagas de aire que se han llevado por delante un par de fallas mal ancladas, haciendo ondear las banderas que ponen el toque festivo en las calles de Heliópolis.

El anclaje a la realidad crítica es la marca que caracteriza la falla que ponen los de Na Jordana todos los años, pero ahora me parece que se han pasado un poco, porque poner una figura esquelética gigantesca con una guadaña encima de un catafalco pintado de negro y hacer pasar a los visitantes por el mismísimo infierno recreado por el artista, si bien conecta con el carácter apocalíptico de esta primavera nuclear, es algo tan alejado de la ilusión festiva que me atrevo a predecir que, aunque ya han recibido el segundo premio por su falla infantil, los va a dejar mas alejados que nunca de las recompensas de los jurados.

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Apocalípsis es la expresión mas repetida en los diarios para informar de la evolución de los sucesos de Japón. El uso de esta palabra ha recibido algunas críticas. Yo lo veo como una simple metáfora que no hay que tomar al pie de la letra, sobre todo por su carácter bíblíco y universal. La ventaja de su uso es que todo el mundo la entiende, el inconveniente, que no sirve para nada.

Una interpretación razonable de esta palabra es que los incidentes sucesivos que han alertado de unos potenciales riesgos nucleares, se han convertido en una situación que, por el momento, está fuera de control. Vale. A partir de estos hechos, uno echa de menos tener un vecino físico nuclear, que no esté en nómina en Consejo alguno ni sea un apasionado militante ecologista, para preguntarle, cual es su dimensión, su alcance, sus consecuencias, que se puede hacer en una situación como esta.

Tiene sentido que lo mas urgente, lo perentorio en este caso es ocuparse de las victimas habidas, de las potenciales, de la protección y cuidado de la población que pueda verse afectada. En este sentido, es de suponer que la comunidad internacional enviará de inmediato técnicos, rescatadores, ayuda tecnológica,medios proporcionales a la dimensión de esta crisis humanitaria.

Es posible que esto esté sucediendo ya, pero conviene recordar que la llamada comunidad internacional es, sobre todo, un conglomerado de intereses, no una coalición de valores, como se demuestra con el abandono de la revolución democrática libia. Si sus intereses coinciden con una rápida recuperación de la normalidad y la economía en Japón, los resultados de esa ayuda pueden ser espectaculares.

Salvadas esas primeras urgencias, en un incidente como este, hay que preguntarse por sus efectos a largo plazo. Si la lluvia ácida en Alemania, sin que concurriera la explosión de ningún reactor nuclear, se cargó la Selva Negra, hay un montón de interrogantes sobre los efectos de la explosión de varios reactores nucleares.

Se nos dice que hay partículas radioactivas sólidas en la atmósfera, además de gases producto de la explosión de los reactores, que los contenedores de los núcleos tienen fisuras por donde escapa la radiación al aire libre. Se ha determinado la evacuación de personas en un radio de treinta kilómetros alrededor de las instalaciones afectadas, pero, los marines norteamericanos han detectado partículas sólidas radioactivas a borde de una nave a mayor distancia. ¿Que significa esto?

Significa, desde mi falta de conocimientos técnicos, que hay factores naturales, como el viento, y la lluvia, ajenos al control humano, que son ahora los que determinan el alcance, la dimensión y las consecuencias de la catástrofe.

¿Será bueno, o malo, que llueva en lugares cuya atmósfera contiene partículas radioactivas? En principio, parece que la lluvia puede fijar en el suelo las partículas liberadas en la atmósfera. Contaminarán el suelo, pero eso puede permitir, luego, descontaminarlo.

Lo del viento es mas complicado. Se lleva elementos radioactivos de un sitio a otro. Limpia una zona y contamina otra. Hay un montón de preguntas para los expertos nucleares no comprometidos con Consejos ni grupos radicalizados, que serían mucho mas útiles para una valoración ponderada de lo sucedido, que poner un nombre bíblico y universal al suceso mismo, pero yo no tengo ningún vecino que reúna esa condición, solo tengo a mi alcance las informaciones publicadas, y no todas las he leído.

Algunas compañías de seguros han cifrado ya, provisionalmente, en 100.000 millones de dólares, la envergadura del siniestro. Las Bolsas ya han hablado, incluso he leído en alguna parte que los competidores de las industrias japonesas, sobre todo la electrónica y del automóvil, en particular, Corea, se preparan para un aumento de la demanda en sus exportaciones, ya que la economía japonesa ha dejado de funcionar, en el sentido de que es incapaz, por ahora, de alcanzar la normalidad en su producción.

Echo de menos una rapidez tan precisa en la evaluación de las consecuencias de este desastre ecológico sin precedentes en Asia Pacífico.

Parece que la costa mediterránea está demasiado alejada del Pacífico para que los efectos derivados del maremoto que ha causado la crisis nuclear se noten aquí, pero
no estaría de mas que quienes conocen los vericuetos y las rutinas de la circulación atmosférica, nos aclaren su papel en la distribución espacial probable de la contaminación nuclear.

Al igual que Corea se prepara para sustituir la parte de su demanda industrial que Japón no puede atender, tal vez los hoteleros de la costa mediterránea o del Mar Negro, están haciendo cábalas sobre lo que va a ocurrir con los flujos turísticos a las costas del Pacifico.

Son demasiados intereses implicados en un acontecimiento así, no solo los nucleares y antinucleares, para que podamos esperar una información objetiva y una calificación ponderada de la importancia, dimensión y consecuencias de un acontecimiento de esta naturaleza.

Sin tener un vecino físico nuclear desligado de grupos con intereses determinados,
algún experto en comercio internacional y un observador de los flujos turísticos
que se desplazan siguiendo los consejos de los operadores, va a ser muy complicado que podamos hacernos una idea exacta de lo que está sucediendo. No digamos, de sus consecuencias a largo plazo, pero un Apocalipsis, oiga, no es. Hacen falta dos elementos que no están presentes en lo sucedido. Su alcance no es Universal, y la Biblia no pinta nada en todo esto.

En fin. El Aire.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 16-03-11.

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