Entre la multitud de comunicadores que expresamos opiniones en diarios, magazines, páginas de Internet, debates televisados y programas del coño, existe una corriente que observa con desconfianza crítica a quienes, además de hacerse preguntas, retóricas o no, se lanzan, imprudentes, a dar alguna respuesta. Está mal visto. Es cierto que quien asume el riesgo de dar una respuesta, siempre subjetiva, a una pregunta, se asoma al abismo del error. Quienes acostumbran a plantear preguntas que dejan sin respuesta, no suelen equivocarse, claro. Desde esa posición de prudencia y exclusión de los juicios de valor, sin mojarse, exhiben un cierto desprecio por aquellos que hacen afirmaciones, dicen, 'como si estuvieran en posesión de la verdad'.
La verdad absoluta sabemos que, en el dudoso supuesto de que exista, no está al alcance de nadie en particular, pero tan legítimo es intentar acercarse al lado verdadero de las cosas desde las respuestas, como desde las preguntas.
Si Heráclito hubiera formulado la proposición que se le atribuye, en plan nenaza, entre interrogantes, ¿Todo fluye?, en lugar de formular una afirmación rotunda, 'Todo fluye, nada permanece', con dos cojones, mojándose con aquella metáfora fluvial suya, el gusto por las preguntas sin respuesta y la concepción estática del mundo, 'Nada cambia, todo permanece' tal vez habría prevalecido y nadie se habría molestado en investigar la física de partículas, aportando las evidencias que confirman la respuesta que dio Heráclito a las preguntas sobre la naturaleza de las cosas.
Entre todo y nada hay un inmenso espacio para la duda y el relativismo, sea este científico, moral o comunicacional, pero eso no excluye el intento de ensayar respuestas a las preguntas porque, las dudas, mas necesarias que las certezas en cualquiera que tenga la manía de pensar, y de expresar de manera pública su pensamiento, no pueden ser un paradigma intelectual en si mismas, ya que su uso exclusivo, sin el intento de aproximarse siquiera a alguna certeza, nos incapacitan para la acción, y el pensamiento sin acción suele devenir en una pura masturbación intelectual, estéril, salvo para quien la practica, que obtiene cierto gustito con su práctica cotidiana.
(...)
Cuando intentas contestar alguna pregunta, sobre todo si lo haces en una página de Internet, ajena al mundo de la comunicación convencional, debes tener cuidado con lo que dices, por aquello de la deontología profesional, la verificación de las fuentes, la exigencia de investigación previa de los hechos antes de opinar sobre ellos, todo eso que se atribuyen los profesionales del mundo de la comunicación, y que suelen negar que existe entre los comunicadores de las Redes de Internet.
La deontología, sobre todo si se cumple, está muy bien, pero no evita que en muchas ocasiones, cuando lees una noticia en el periódico sobre alguna cuestión, sujeto o lugar que tu conoces muy bien, te percates de las frecuentas tonterías, errores e inexactitudes, de facto o de juicio, en las que cae el redactor de la noticia, sobre todo cuando se trata de información general y el sujeto comunicador no tiene una formación especializada sobre lo que cuenta.
Naturalmente, el comunicador en Internet, cuando aborda un asunto que no conoce, y su fuente es indirecta, puede reproducir, aumentado, el mismo periodismo mediocre del que hablamos. Otra cosa bien distinta es cuando se refiere, con un conocimiento propio, a través de sus experiencias, o de sus contactos fiables, a un asunto en el que se siente fuerte para expresar una opinión.
La falta de medios del comunicador internauta para financiar procesos de investigación de asuntos, para acceder a fuentes directas y fiables es, sin duda, un inconveniente para la calidad periodística del flujo comunicacional que circula por Internet.
Esa debilidad manifiesta tiene sin embargo una contrapartida muy valiosa, la independencia, la capacidad de emitir juicios y opiniones que no están condicionados por líneas editoriales, presiones de los anunciantes, complicidades con grupos políticos u otras influencias que conviven con las exigencias deontológicas y la ética personal del periodista.
Intentar formular respuestas a preguntes o dudas, en el ámbito de la comunicación en Internet, es un propósito siempre sujeto a esa tensión entre la ventaja de la independencia y la limitación de la calidad de las fuentes y procesos que apoyan esas respuestas.
La resolución de ese conflicto, de esa tensión, es menos dramática cuando nos situamos en el ámbito de la opinión, que permite respuestas especulativas a preguntas objetivas. En este caso, las respuestas dadas no permiten una valoración inmediata sobre su pertinencia o su grado de realismo, suele ser el paso del tiempo
el que las convierte en una opinión fundada ante un suceso o acontecimiento, o en una mera tontería fruto de una ocurrencia o una especulación sin sentido. Por cierto,
suele suceder lo mismo con las opiniones publicadas en las páginas de la prensa convencional, sujetas a normas deontológicas y a criterios editoriales.
Los criterios o líneas editoriales son algo cambiante en la prensa convencional, vinculados a los cambios en la propiedad de los medios, lo que también puede suceder en Internet cuando una página iniciada sin ánimo de lucro se convierte en un simple negocio mercantil a través de la incorporación de publicidad. Ayer leí el Magazine de Levante y me encontré con la sorpresa de que la responsabilidad de esa publicación está en manos, nada menos, que de un conde, el de Godó, propietario del grupo que publica La Vanguardia.
Mi opinión sobre la aristocracia española ya la di en la página 'Aristócratas', una de las mas visitadas del Blog. Afirmé que la presencia de la mayoría de la aristocracia, en estos tiempos, se reduce a estar en las etiquetas de las botellas de vino, muy ricas en blasones y títulos, pero que, aparte del carácter hereditario
del empleo de representación de imagen corporativa de la monarquía española, y el patrimonio inmobiliario de la Casa de Alba, la influencia social de la nómina de aristócratas en este país estaba muy disminuida. Me equivoqué.
Que un conde controle un grupo de comunicación en el que La Vanguardia parece el emblema del grupo, pero una publicación distribuida por 'Levante' también lleve ese sello heráldico, indica que la influencia aristocrática no se limita a la promoción vitivinícola. Si a esta influencia añadimos la presencia de la duquesa de Alba en los medios y la duda sobre si se casa o no, que tiene en vilo a medio país, convendrán conmigo en que algo se mueve y revitaliza ese mundo.
A mi la Duquesa de Alba me cae bien. He visto fotos suyas de joven y parecía una mujer guapísima. La anécdota que se le atribuye en su modo de recibir a los periodistas en su casa 'que pasen a la cocina y les echen de comer', no oscurece el hecho de que, siendo una persona muy mayor, no renuncia a imponer su santa voluntad en los asuntos que le conciernen. O al menos, eso parece, no nos vayan a decir que decimos cosas sin fundamento.
La presencia del conde de Godó en el Magazine de 'Levante' me confunde un poco, yo creía vinculado ese periódico al Grupo Prisa, los editores de 'El País', ese diario al que estuvo vinculada la familia Ortega. ¿Recuerdan aquel libro famoso del filósofo español, 'La Rebelión de las Masas'?. Ahora resulta que los que se rebelan son los pueblos, no las masas. El concepto de masas no parece muy preciso para nombrar un conjunto de pueblos tan dispares que, mientras unos se rebelan, otros practican un conformismo mezquino, forzados por las obligaciones hipotecarias, o la 'amenaza de sustitución' que domina en las relaciones laborales.
Aquel tenido por preclaro filósofo, publicó un libro suyo menos conocido 'Estudios sobre el amor' que demuestra que la banalidad y la cursilería no la han inventado los programas del coño, también llamados del corazón, sino que está presente hasta en los filósofos mas ilustres.
Antes de concluir estas divagaciones, me haré una pregunta, a la que intentaré dar una respuesta, aunque sea especulativa.
¿Porqué mi apellido materno es Catalá?. La respuesta obvia, porque ese apellido ya lo llevaban mis ancestros, no vale. Con un criterio mas historicista, me remontaré a su origen mas probable. Este es uno de esos apellidos vinculados a nación, provincia o ciudad. Que una saga familiar que reside en Heliópolis lleve ese apellido, parece indicar que los ancestros mas remotos de esa saga emigraron desde Catalunya a Heliópolis pues, si se hubieran quedado allí, no tiene sentido que les llamaran así.
Asumido que mis ancestros emigraron desde Catalunya, hay que preguntarse porqué. Contemplaré dos hipotesis. La primera, que lo hicieron en la época de esplendor de Heliópolis, cuando esto era un Reino que tenía un efecto de llamada por su mayor prosperidad y efervescencia artística y cultural, y Barcelona era un simple condado carente de la influencia que irradiaba la ciudad mas importante de nuestra costa mediterránea.
Me parece mas probable la otra hipótesis, que mi familia materna tuvo que salir por piernas de Barcelona, porque varios de sus miembros fueron militantes activos del movimiento anarquista y tuvieron que exiliarse por razones de supervivencia. Cuentan las cronicas familiares que mi abuelo, Vicente Catalá, se exilió a Marruecos, donde conoció a Abd el Krim, para escapar de su fusilamiento por un artículo que escribió en la prensa de la época dirigido a las madres, en contra de la leva de sus hijos para aquella contienda colonial.
Si yo fuera un periodista convencional, dedicaría una gran cantidad de tiempo y esfuerzo a buscar documentación con la que aclarar mis dudas. Como no lo soy, me conformo con especular, y por esta vez, no daré una respuesta concreta a la pregunta enunciada, aunque me parece mas verosímil la segunda hipótesis que la primera, porque está apoyada en la tradición oral familiar. Por otra parte, ¿A quien le importa porqué me llamo Catalá?. Me importa a mi, aunque yo no me considero anarquista, solo anarcoide, como diría Blanco.
La entrada de hoy está saliendo un poco dispersa, porque la he interrumpido para asistir a la clase de Medios de Comunicación, donde ha quedado concluida la sonorización del reportaje que estamos elaborando sobre Árboles Urbanos.
He salido un momento del Aula a fumar, por una puerta con apertura electrónica que daba a un patio interior y al intentar regresar, he descubierto que me había quedado encerrado, que la puerta solo se abría para salir, pero no para entrar. Podría decirse que he experimentado el síndrome de 'La Cabina' hasta que mis compañeros han salido del aula, terminada la clase, y he podido escapar del encierro en una especie de jaula de cristal. Me he sentido como un pájaro enjaulado, si.
Total que, con tanto trajín como he llevado, concluyo la entrada, demasiado extensa, sin centrarme en el asunto principal. La cuestión de si cuando uno escribe debe formular mas preguntas sin contestarlas, que respuestas a esas preguntas. ¿Sería mucho pedir que, si tienen alguna opinión sobre el tema, la hagan saber vía comentarios?
En fin. Preguntas.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 7-03-11.
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