jueves, 3 de marzo de 2011

QUIEN CONTAMINA, PAGA

He bajado al Maravillas, un poco tarde, después de regresar del Hospital, donde tengo una amiga que se ocupa de hacerme las litemias, un par de veces al año, porque, como dicen que le pasa a Gadaffi, sufro un trastorno bipolar, aunque les aseguro que, en los últimos treinta años, nunca he sentido la compulsión de bombardear a mis vecinos, ni siquiera cuando he pasado alguna etapa de euforia. O sea, soy bipolar, si, pero inofensivo, que quede claro.

He paseado entre las líneas del periódico y he elegido una noticia para la entrada de hoy, algo que es la primera vez que sucede en Heliópolis, --lo del Prestige sucedió en otro sitio y no fue exactamente igual-- desde que en los años setenta del pasado siglo, la literatura universitaria comenzó a ocuparse en serio de la Economía del Medio Ambiente.

(...)

Un buque de bandera egipcia permanece retenido en el puerto de Castellón, hasta que deposite 100.000 Euros para responder de los daños de una agresión medioambiental originada al verter al mar productos contaminantes --una mancha de seis kilómetros-- frente a las costas de Cullera, en un operación de limpieza de sus sentinas que solo es legal realizar en los puertos. Esta retención ha sido consecuencia de las operaciones de vigilancia que realiza un avión de reconocimiento para evitar que estas prácticas ilegales queden sin respuesta.

Es la primera vez que una de estas malas prácticas en nuestra vecindad costera recibe una respuesta contundente. Han transcurrido cuatro décadas desde que los teóricos de la Economía del Medio Ambiente establecieran el principio 'Quien contamina, paga'. A pesar del retraso, ya se ve que las postulados teóricos terminan por aterrizar en la realidad.

Queda la duda de saber que habría ocurrido si el vertido hubiera sido causado por un buque de guerra de la armada USA en ruta hacia Suez, en lugar de por un mercante de un país que en este momento tiene un poder político marcado por la provisionalidad, pero lo cierto es que se ha actuado de manera contundente y oportuna.

Otra duda es si las toneladas de armas químicas que se dice por la prensa que están enterradas en el desierto de Libia, van a recibir una atención contundente y oportuna por parte de quienes pueden hacerlo. He leído que hay fuerzas especiales británicas sobre el terreno ocupándose del asunto. Si ese potencial destructivo se llegara a usar, los problemas medio ambientales que motivan este artículo, serían cosa de risa, al lado del desastre que se podría desatar. No creo que Libia las haya fabricado. ¿Quién se las ha vendido?.

Volvamos a la Economía del Medio Ambiente. Cuando yo estudiaba Economía, los gordos manuales que me vi obligado a leer dedicaban la mitad del espacio a demostrar que la Economía era una Ciencia, lo que indica que quienes los escribían no estaban nada seguros de que lo fuera. La última crisis financiera, sobrevenida sin que apenas nadie la hubiera previsto, ha confirmado, no ya que la Economía sea algo acientífico, sino que su capacidad de predecir el devenir económico es prácticamente nula.

No se si fue por esas fechas que hice un voluminoso paquete con los libros de Economía que conservaba de mi época de estudiante algo tardío y los tiré al contenedor de papel para su reciclado. Afortunadamente, se salvó uno. 'Economía de la Polución', de la colección MacMillán-Vicens-Vives de Economía. Digo afortunadamente, porque, al margen de que la Economía sea o no una ciencia, y de la calidad de sus predicciones, es un hecho que el Medio Ambiente existe y que su estudio desde el punto de vista teórico, con un enfoque económico, está de rabiosa actualidad.

Reproduciré algunos de los contenidos del libro, antes de continuar.

¿Que es el medio ambiente? El libro se entretiene mas en sus efectos que en sus definiciones, cita a Lord Morley --el autor Peter A. Victor fue un estudioso de la Universidad de Kent-- quien, al parecer, dijo que era incapaz de definir un elefante
pero que estaba seguro que lo reconocería al verlo, en un alarde de pragmatismo británico.

Distingue entre Medio Ambiente privado y Público, el público contiene al privado, y están interconectados. Describe como polución todos los cambios en nuestro medio ambiente, privado o público, debidos a las acciones de otros.

Precisa que los perjuicios en el medio ambiente están relacionados con las actividades económicas de consumo y producción. Unas páginas mas adelante estudia los fallos del mercado y los efectos externos de la actividad económica, que no son recogidos vía precios, por el mercado. Que el mercado falla en lo financiero, lo hemos visto por la brutalidad de la crisis actual, pero el autor se centra en los efectos de esos fallos en el medio ambiente.

Los efectos externos que causan perjuicios en el medio ambiente no son solo imputables a las empresas productoras de bienes y servicios, ni a los procesos de producción. La polución también está causada por el consumidor y el productor individual.

Existe un efecto externo cuando los consumidores o productores no sufren las consecuencias de su comportamiento, y cuando, al decidir lo que van a producir o consumir, ignoran los efectos de sus decisiones sobre terceros.

Si las empresas estuvieran obligadas a compensar a los afectados por la emisión de humos (una tasa adecuadamente estudiada )... Producir y vender y pagar la compensación por el efecto externo (de la contaminación) entra dentro del interés de las empresas.

Volviendo al interés de la noticia a la que dedico esta entrada, ahora ya podemos formular que, 'Si las Navieras se vieran obligadas a pagar una penalización (como es el caso del buque egipcio) por los vertidos que generan, seguramente practicarían las operaciones de limpieza de sus sentinas en los recintos portuarios.'

Es una muy buena noticia que aquellas viejas teorías de Oates y los demás, en los manuales de Economía del Medio Ambiente de hace cuatro décadas, se estén aplicando por fin. Que dispongamos de los medios aéreos para detectar las conductas mercantiles que ignoran los efectos en el medio ambiente de sus operaciones, de la legislación adecuada, y de los medios coercitivos para aplicarla.

Porque de lo que se trata, en realidad, es de algo muy sencillo, quien contamina, que pague, tanto si se trata de una naviera, como del dueño guarro de un perro, o de un fumador que ignora, cuando tira una colilla a un alcorque, que puede matar un pájaro, y si es en la playa, a un pez.

Los fabricantes de automóviles ya están aprendiendo, por eso fabrican cada vez mas coches eléctricos.

Y esto, no tiene nada que ver con la vocación prohibicionista de los gobiernos, es solo dar sentido a la libertad individual, cuyo ejercicio no puede agredir la libertad de los demás.

En fin. Quien contamina, paga.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 3-03-11.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios