domingo, 20 de marzo de 2011

UN DÍA DESPUÉS

Hoy es veinte de marzo. Bajar a las calles desiertas de Heliópolis a las siete de la mañana, una vez concluido el gran akelarre fallero del que no quedan apenas huellas, solo algún vehículo de bomberos que regresa a su base y alguna cuadrilla de limpieza
que ya se retira, es una experiencia singular, que solo podemos apreciar quienes nos quedamos en la ciudad, mientras los visitantes ocasionales desaparecen como por ensalmo.

No es casual que la primera institución manicomial del país surgiera aquí, un lugar donde ayer los partidarios mas tradicionales del fuego prendieron cerca de ochocientas hogueras, casi a la vez, en cada barrio de la ciudad, bajo el influjo de una luna que exhibía un poder para alterar las mareas que no era tan visible desde hace veinte años.

(...)
Es difícil no relacionar esta afición por quemar a la gente en la hoguera, aunque ahora solo en efigie, con una de las tradiciones históricas mas arraigadas en suelo ibérico, la Inquisición. A su vez, aquella brutalidad que, en contra de lo que se piensa, ha estado vigente hasta hace muy poco, aunque despojada en sus últimos tiempos de su querencia fallera, tenía un sustrato sectario proclive no solo a la destrucción física del hereje, sino a la prohibición de cualquier manifestación contraria a los intereses de la secta, por medio de la censura y el silencio, que todavía es visible entre los poderes dominantes.

Esa tendencia ancestral al uso del fuego, que tal vez tiene su origen en la quema del hereje, tiene ahora otra manifestación visible, la quema en efigie del poder político, pero así como multitud de fallas han condenado a Zapatero y Rajoy a la hoguera, solo una ha tenido la osadía de censurar y retirar un cartel que acompañaba la figura de Rajoy, y lo calificaba de pájaro de mal agüero, para no molestarlo en su visita a Convento Jerusalén.

Naturalmente, no quedan pruebas materiales de ese acto de censura, porque todas esas expresiones que si, son críticas, pero también muy sectarias, primero fueron reducidas a cenizas,y luego retiradas por los camiones de la limpieza, de modo que ahora, a las siete de la mañana, cuando camino en busca del único bar abierto en el barrio, el único signo que permanece de las fiestas falleras son las banderas suspendidas en el aire, en esta mañana sin viento, y la soledad que impera en las calles.

Sobre el mostrador de Cafés Valiente, que ahora se llama de otra manera, está el suplemento de un diario conservador, que se llama, muy propiamente --el suplemento-- Dinero. En contraste con la calma de las calles, los titulares dan cuenta de una guerra de divisas en la que el aparente vencedor, el Euro, es en realidad el perdedor, pues su precio de 1,50 dólares da a la economía USA una ventaja para ganar en los mercados exteriores con precios mas baratos, mientras lanza misiles desde sus buques sobre Libia --esperemos que afinen la puntería-- y los cazabombarderos franceses atacan los blindados de Gadaffi.

Un amigo, cura y ácrata, se preguntaba el otro día, mientras compartíamos unos cabritos asados con otros colegas, porque la llamada comunidad internacional no se había interpuesto en el conflicto libio con soluciones pacíficas, en vez de guerreras. Siempre habrá alguien que diga que para conseguir la paz hay que defenderla con las armas, pero ni mi amigo el cura anarco, ni yo, compartimos ese argumento. ¿Y ustedes?

El mismo suplemento se ocupa de las consecuencias de los sucesos en Japón, pero solo habla de dinero. Es normal, el suplemento solo se ocupa de eso. Los mismos que solo se ocupan del dinero, suelen estar de acuerdo en el uso de la fuerza para la resolución de los conflictos. Ahora mismo en Libia, para parar a Gadaffi, se encienden las hogueras de la guerra. A diferencia de las nuestras, donde mas de dos centenares de bomberos se ocupan de enfriar fachadas y controlar el fuego, para evitar daños colaterales, tal vez las hogueras Libias, originadas por el fuego amigo, estén causando ya mas de un estropicio entre la población civil. Pronto tendremos noticias que lo confirmarán.

Las baladronadas de Gadaffi, sin embargo, amenazando con atacar a los países de la coalición mas cercanos a sus costas, parecen una fantasía fallera. El ojo que lo está vigilando, apenas intente desenfundar, lo fulminará. Si yo fuera libio, estaría mas ocupado ahora protegiéndome del fuego amigo, que de Gadaffi.

Vuelvo de tomar café sin haber comprado el periódico, el quiosco está cerrado, como
todos los demás negocios del barrio, así que concluyo la entrada sin añadir nada más. La luz del día se difunde desde el mar. El enorme disco de la luna ha desaparecido, y con el su influencia sobre la locura fallera.

Hoy es, ya, un día después, un día cualquiera.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 20-03-11.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios